Nunca una palabra había tenido tantos sentidos con tan diferentes sensibilidades. España multiversal es así. No es ya la grande y una. Explotó. Se dirigió a todas las coordenadas en el cosmos. No tardaron algunos en conectar. Sin embargo, otros, no han asistido todavía a la cita que sigue abierta.
Yo soy un artista sin obra, un rockero sin banda, un poeta sin musa, un libro sin texto, un coito sin amor, un concurso sin antagonistas, una canción sin melodía, un locutor sin frecuencia modulada y un futbolartista sin gol.
Empecemos por ahí. Mi falta de gol. Es mi único indicador. No doy ni un paso más sin medir lo efectivo que puedo ser para el objetivo colectivo más grande al que podemos asistir. Mister, póngame a mí en vez de Don Lionel.
Así, como un futbolartista, con gol, banda de rock punk, musa en forma y acercándose con esa pícara sensualidad el día en el que le apece seducirme en el lugar más inesperado. Así de pronto conecté con todos los productores audiovisuales de la península. Permítame llegar por Portugal. Recorrerla toda empezando por Porto, en ese punto en el que el río topa con las olas. El límite más sublime. Las mentes libres creadoras de esta esquina de tierra que se conecta con Matosinhas como uno le filtra un pase a otro nueve que las mete todas. Yo si puedo entenderme con alguien en este país es primero con Lio, luego con Luisito, y con Dembelé tuve un momento rapero que nos llevó de vuelta a la plaza Cataluña para que Umtití saliera a matizar unos ritmos africanos que lo flipas: el poder del muchacho negro que consolida los próximos nueve años del rol del central del equipo de la ciudad. Mae, cambiemos el club de arriba abajo. Mae, cambiemos el país de arriba abajo. Es el momento. Todas las nueve ciudades lo van a hacer. Es una cita con el tiempo. Que se cita a nueve días de una cuenta regresiva que comienza hoy. El cero. O. 0.
¿Usted nota la diferencia entre un cero y un uno?
El trabajo en equipo en España es Masterchef. Antonia. Como la del abuelo que se suicida. El que le hablaba de Schopenhauer. Verga, ¿ya te hablaron de él? Un pinche filósofo alemán me vino a decir un día en la mítica plaça del Dubte: «Qué onda, cabrón, yo hablo ticatalán. Cabrón.»
Y quiubo.
Mae, me entran escalofríos.
Yo me siento listo.
Lo que quiero hacer es jugar futbolarte y meter los goles de todos los equipos de la ciudad realterada.
A las argentinas les encantó estar realterada.
¿Sabés cuántas minas se corren en un mismo suspiro juntas en todas partes? A todas horas. Cada minuto. Cada segundo. Si el éxtasis de una mujer fuera la conexión perfecta con el lugar más sagrado de la existencia: la presencia del amor. La desnudez propia. Y la ajena. La libertad de estar aquí: juntas. Y nos sentimos libres. A la distancia. Y no tan lejos.
Aca mismo se vino un grupo.
Y más de un gentelman corrió ahí mismo.
Un sprint precioso.
Ahhhy, papá.
Eso mamita.
Rica.
SSHSHshshhhhhhlmsdch
Esa ché final es la diferencia en los labios con la cé.
Cé y ché… ¿llevan acentos?
Cé y ché… llevan acentos. Se puede plantear como una pregunta. Pero tiene más huevos hacerlo como una afirmación.
La nueva vida adquiere este último párrafo como el centro de toda épica surrealista futura, a partir de ahora, en su quest final porque la insolencia mande sobre los cretinos que ahora rigen nuestra existencia. La ley local. La ley de los ciudadanos. La ley de los espacios públicos liberados del miedo en el que hoy nos mutamos nosotros solitos en un sitio menor. Inseguro. Con la paranoía de los vecinos del norte. Y con la narrativa popular generalizada entre la raza más democraticona de la muestra a la que asistimos a la plaza pública, o al parque de juegos diseñados por los arquitectos locales que en proyectos del ayuntamiento ocupó el espacio público por el bien de la convivencia entre diversos. Estamos redefiniendo la ciudad en sus nueve dimensiones cha cha cha cha cha cha cha cha cha.
Carlos Aute. En plena promoción de su nuevo disco. El artista venezolano por España. Conozcan nuestra cultura. ¿Qué conoce el español de mi país? Esa es la pregunta que debemos hacernos todos los que fuimos a Tortuguero y tuvimos ese contacto con el Caribe. ¿Cómo nos cambió? ¿Qué nos sorprendió de su mundo inferior? ¿Cuántos machos le quisieron dedicar un poemilla o la invitaron a bailar salsa en la discoteca del pueblo?
Ojo. Paz Vega en Puerto Viejo. Las historias de cómo una musa transita por el viejo oeste del Caribe. Es como un viaje al Viet Cong. Con gringos y toda la vara. Pero aquí nuestra regla prevalece. Somos locales. Los ticos tenemos nuestras varas, pero en el juego este de las autocreencias, pongámosle duda a todo. Descartes, papá. Desde primero de primaria.
¿Quiénes fueron los idiotas que eliminaron la Filosofía de las escuelas españolas por decreto ley? Alguien lo hizo en España. Voy ha hablar sobre el país que me acoge desde hace diecisiete años, a punto de llegar a la mayoría de edad. Soy tan sólo un adolescente que llega al punto de la idealización de la libertad total que no llega con la madurez sino con el tiempo exacto entre el día que naciste y hoy. Hasta que llega ese cumpleaños. Dieciocho. Como si los números tuvieran todos un sentido esotérico por explorar todavía. Y por tanto, hacerlo ahora, con el favorito, no es más que un placer que se antoja plausible de avocarse a adicción. Bingo. Gringo. Pringo. Mango. Tango. Conga. Tanga. Panga. Flamingo.
Una historia de la playa Flamingo, en las costas del Tico Commons. El centro de nuestra filosofía es una épica multiversal. La historia de todos. Aquí mismo. En esta red social. ¿Qué red social? Esta otra. Una mía. ¿Qué importa cual? Son todas ridículas. Es cómo solucionamos el problema general. Ya. Aquí. Ahora. Ipso facto. Nos vamos a un directo que manda una revolución postpostmodernidad. Un momento justo en el que el tiempo presente se solucionó a sí mismo en un contexto pleno del placer de pertenecer a esta especie que viaja en esta nave. Damos vueltas al sol. Somos esclavos de su gravedad. Escape velocity. Go. You. Fuckface.
I am sorry. I don’t mean any disrispect. But nowadays you can’t be a writer and a bum. If you hit the bell, you are up there. Like all those insolents bastards in the past. I am one of those. I know. I’ve been there with great insolent nine. It’s what they are saying. What they are writing. What we should open our eyes to. The great nine ghosts. The nine poets and the nine muses. It’s machista, I know. I must allow myself to fall there too, with a taste joke about the wrong thing to laugh at with the collegues. Colegas. A la española. Los catalanes no tienen colegas. Ellos tienen otro tipo de amistades antimanada.
El ticatalanismo es feminista.
Esto es auditado hoy día por su aprobación en directo. Lo que ellas opinan es vital para transformar un hoy ahora completo. El tiempo pleno. Y usted en medio de esa plenitud. Porque asistimos todos. Otra vez. Como a una saggrada lectura. Una historia de amor que siempre acaba en el éxtasis colectivo más alegre de la noche: usted follando. Una de esas noches. Uno de esos días. Uno de esos cielos.
Es la oscuridad del pensamiento cuando se refleja en las cosas más hostiles que suceden en nuestras narices. ¿Cómo no vamos a darle importancia a estos temas? ¿Por qué nosotros no estamos haciendo nada? ¿Qué toca hacer como individuo además de escribir en facebook, o publicado en uno de los 99 periódicos robustos de la urbi et orbi.
Que lo sepa todo el mundo. El juez de la condena de los que tratan con inmigrantes, capturan a las más mujeres más frágiles de la sociedad para forzarlas a entrar en redes de prostitución que llegan a tu ciudad, al prostíbulo de tu ciudad, a salir de una deuda adquirida para venir a ganarse la vida en tu ciudad impoluta, su estado de fe renovado, magnífico polo de equilibrio con el principal polo de atracción del poder magnífico de la Iglesia Católico, su capital, su ciudad estado: el Vaticano.
Con la Iglesia hemos topado.
España. Número uno otra vez. Chévere. Lo venezolano que es España explica un poco porqué las cosas son como son. En todos lados. Y el resto de latinoamérica se parte de risa porque aprovechás y te burlás de dos pueblos a la vez. El ser de aquí. El venir de allá. El peso que se tiene en la crítica especializada para que se reconozca la obra de un desconocido que de pronto se presenta en sociedad y la rompe como un gaucho originario, una de esas contradicciones de las fronteras. Las historias mínimos de los tipos que viven en la frontera. Los que ahí viven sus pasos canoas. El sitio en el que va y viene el de el otro lado. La vecindad. Como el chavo. Tenemos paz y fronteras permeables. Nosotros admitimos que los nicaragüenses que aquí viven nos han hecho una ciudad más robusta, capital de una urbanidad tropical que se vanagloria de estar atendiendo a un momento revolucionario de la historia. Vamos a construir de nuevo la urbanidad que nada vale en nuestro dañado valle. pero eso somos. Un valle. Vamos a llenarlo bien, sin lastimarlo más. Vamos a diseñar un paisajismo de nuestra huella urbana en nuestra capital multiversal: la nueva ciudad en trópico que resulta de unión de Cartago, Alajuela, Heredia y San José. No nos conformamos con una capital con problemas de personalidad ante los diferentes barrios de su gran urbe. Ya no somos aquella ruralidad. Pero aquí reestablecimos un sistema bancario potente. Alternativo. De proyectos productivos con los mejores rendimientos del mercado local. Vamos a construir nueve ciudades. Con nueve arquitectos cuates.
Los nueve arquitectos:
- Eduardo Cadaval.
- Francesc Aromir.
- Caterina Prata
- Armando Gallo Pacheco
Yo fui a trabajar. Y me quedé prendido de algo más. Algo que no era lo que venía a buscar. Resulta que la búsqueda era yo. Ya lo sabía desde hacía ya unos años. Pero algo aquí se removió. Y empecé a pensar que quería tener cosas sobre las que escribir. Imaginarme mundos para poder revertir la situación que me asfixiaba de la realidad. La contradcción del privilegio. Aquí y allá. En mi realidad pequeño burguesa de un latinoamericano que se muere de hambre en la urbe de la última capital de un reino nuevo. Ticataluña. Imaginen, pues, que Ticataluña es una realidad, pero en vez de república, la concebimos como un nuevo reino. El Reino de Ticataluña.
Yo Golman Elizondo Pacheco, por los fueros vascos que acompañan el juego que se despliega en el escudo de armas de mi familia, como la consecusión de un ciclo que se cierra finalmente. La vuelta a otro giro. Una vuelta más. Como si se preveiera que algún día vamos a dejar de dar la vuelta al sol. Mientras el clima cambia y nos vamos al carajo. A penas en un abrir y cerrar de ojos para los que lo miran desde afuera. Llámese Dios Padre, llámese Jesús, llámese Paloma, llámese Allah, llámase Mohammed, llámase Moises, llámase Pau, llámese María, llámase Marihuana. Podría haber incluido a Dyonysos o a Nietzsche. Ámbos la misma cosa, y con libro sagrado que estimar. Este es otro libro. ¿Cuántos libros más necesitamos para la liberación? La tensión de estar aquí. La tensión de apoyar políticalmente lo que a todas luces es la infamia más violenta que puede realizar un estado en nuestro nombre. Y de pronto vemos la reacción de los nuestros. Nuestros ciudadanos. Y nos sonrojamos. No van a ser ellos los que nos representen ante el mundo. ¿Esto cómo nos lo comemos? ¿Le quieres explicar a tu hijo lo que opinas al respecto? De pronto unos xenofobos te enganchan en su red. Y te ven juntos en público. Y te confunden. Eres de ellos. Crucifíquenlo. Ahora también lo haríamos. Escogeríamos mal. No sabríamos distinguir. Y culpamos a los pobres diablos que se divertían en la plaza del tedio abrumador de existir. ¿Barrabás o Jesús? ¿Qué grita la peña? ¿Qué dijo el de la toga? ¿Qué estamos votando? ¿El indulto? Como a un toro bravo, el indulto de los políticos ticatalanes será visto en los libros de historia como un tributo del gobierno a la corridas de toros bravos. Como el semen de la polla de Rajoy. Como el semen de la polla de Errejón. Un chiste puede ser machista para ambos lados de la balanza dual de esta España previsible. Coño. Si Orwell viera esto. Un programa desde su plaza. Como si tuvieramos algo que decir los que somos de este barrio. Un gesto de revuelta. Un underground con una música singular. Una narrativa de otra ciudad capital. Un estado-nación superior. Como otro Vaticano. ¿Qué se necesitó entonces? ¿Dónde están los apollos locales? ¿Quién dijo yo? Formar parte de la revolución social más contundente de un nuevo sistema político de cero a 9. La tentación de asumir una dimensión más a lo que hasta ahora nos habíamos planteado posible. Un posibilitismo que indulta a los toreros viejos y muertos y salva al toro y a la fiesta, como un gesto de comunióninapelable que se juega en la plaza de toros de la Monumental, como si el festejo de un ciclo que vuelve a ser glorioso. Como si fuéra una multinacional con presupuesto para demostrarle a sus chicos que esta es nuestra fiesta. Que bien aha valido la pena. Y que ahora, hoy, la empresa paga. Porque está en nuestro ADN triunfador. Porque tenemos clase. Y nuestro pueblo avanza junto. en una fiesta nacional traslocada. Rompimos con nuestras barreras mentales. Y nos dirigios a otra parte. Un cambio inesperado. Un giro dramático al final. Un vuelco de guión. Lo único que se puede esperar con una película tan mala como la que estamos viviendo: los cretinos en el poder. La revuelta de los insolentes. La última revoución. El deseo de revertir con lo preestablecido. Vamos, coño. ¿Qué esperas?
Antonia vs Carmena.
Mario se lía pero es un perfil que gusta a los suyos y a los otros. A todos pues. Se le permite la extravagancia de ser una estrella de rock. Y persona.
De la nada. Ha venido a visitarnos un chef sin estrellas michelín ni restaurante y sin na de ná se planta ahí entre la estupefacción de todos los aspirantes a masterchef, como si de pronto pudiera llegar un don nadie y convertirse en una celebrity en una noche de domingo. Venga hombre. ¿De dónde coño salió este fantasma? ¿Cómo se nos coló? ¿Quién coño le aprovó los papeles? ¿Quevedo? Dígale a Miguel Ángel que venga para acá en este momento.
El nuevo aspirante se hacía llamar Golman Elizondo Pacheco. Mientras concursaba filmaba. También llevaba una libreta y escribía guiones que Santiago Segura le corregía. Boris editaba las novelas que había escrito. Paz Vega le explicaba las nueve técnicas de la actriz contemporanea. Mi musa y maestra, como toda mujer afirmativa, que se afirman en su cuerpo y desde ahí nos desbordan con la singularidad de la mujer completa que se funde en su propia visión creativa de su ser ante el mundo, en el día a día, en su faceta más libre y afirmativa de su verdadero ser en la búsqueda más sublimea la que aspira, y en medio del pensamiento se acerca a la luz y se funde en ella. Como es. Sagrada. Completa. ALLS.
María le enseña nueve técnicas personales que le salen de votepronto. Las nueve historias más descabelladas de cada uno con la disrupción de este personaje con historias que contar y la incognita de su cuchara. ¿Quién coño es este tío? En las redes sociales, la peña lo flipaba. Un día es estos en los que se volvió loco. Como si de pronto se dejara llevar por lo vulgar de la televisión pública nacional. La conexión con el pueblo unido. Los que ven la tele. España. Y Cataluña es España. And Catalonia is not Spain.
The two live together. I have seen them. They are both part of this new city. In this new place we long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
Long together ALLS.
¿Qué te exige España?
Que salgas a cantar y que te lo juegues todo a ir a concursar a la tele. Y ganar un concurso en el que te enseñan a cantar. Y si sabes contar chistes debes enfrentarte a los comediantes de los clubs de la comedia. Esos teatros con Leo Harlem’s en la puerta. ¿Tú quién coño eres? ¿Y crees tener gracia? Y aun así, entro y digo mi set. Y la gente se caga de la risa. Porque hacer reír no me cuesta.
Las nueve cosas que no era y dije ser en mi curriculum.
- Chef
- Futbolartista
- Rapero
- Arquitecto
- Actuario
- Showman
- Autor
- Broker
- Pacheco
Con estas farsas me despido. Porque ya nunca más hablé. Los nueve primero días de un despertar de mis canciones enmudecí durante nueve días. No hice ninguna promoción. Sólo asistí al despertar de toda la existencia. Y me quedé ahí. Pasmado. En una experiencia postreligiosa. Como si una canción así pudiera tapar a toda la tradición conservadora de la otra España, la que huele a caña, tabaco y brea. La perezoza. La de piel dorada. La madrileña.
No se sienta usted ofendido. Déjeme expresarme a mi manera desde mi visión playera. Desde mi visión a punto de irme. En la frontera con otro lugar. Al que quiero retirarme. No por nada. Aquí yo ya no tengo nada más que hacer. Gracias por aceptarme. Me voy el pasaporte que quería. Habéis caido en mi red. Ahora ya… a vivir del cuento.
Ole el vaquerizo, aquí ocho semanas. María Castro se va a casa. Todos tienen pena. Una tía luchadora y trabajadora. La alegría de esta edición. Sonrisa por… que me voy a casa. Aquí sigo. Se hizo un silencio en el plató. Cascaret. La alegría de la casa. Es un programa superdivertido. Super intenso. Agotador. Mis compañeros son excelentes todos. Maya verá el programa. Me verá sonreir. Estarás contenta. Aquí está la María Castro. La de verdad. No la que pretendo ser cuando actuo. Que no lo pensé yo. Yo solo interpreté las palabras de otro, con la intención de un tercero.
La entrada. La salida. Todos van a salir por la puerta. Hay que grabarlos. ¿Quién será el próximo en salir? La tele juega contigo. Y lo sabes.
El postmasterchef. Una comediante y una diva. Bibi Fernández. La mujer más bella de aquella España que jeamos atrás. La Nueva España volvió. Y tomó su revancha de Moctezuma. Ya no existe. Se vendió el terreno. No se cerró.
Podría haber ofrecido nueve profesiones más que dudosamente se corresponderían con la realidad. Pero podría interpretarlas. Al menos un rato. Un revolucionario. Un candidato. Un consejero. Un fotógrafo. Un cineasta. Un director de teatro. Un pianista de orquesta. Un presentador de late night. Un gafer de Hollywood. Un guionista de Netflix. Un autor.
I just became a comedian. Right there. I was watching TV and I saw it. The laughing at the edge of sanity. Mental jokes. Roasting James Franco from Comedy Central. This is new shit. All the funny guys are there. And the big young guys too. And the funky dudes from cities your have never heard of. Like everything ends in a New Américan capital. NLA. Nuevo Los Ángeles. Con el acentito en la a. En ticatalán.
La nueva lengua verdad. Hay sitios que siempre van a parar al mismo lugar. Mis temas centrales. Lo que forma el nucleo de la idea que va dando vueltas sobre un mismo esquema. Esperen. No se vayan. Esto apenas empieza. Y todavía nadie me ha mamado la verga.
Un mexicano haría este chiste en NLA. El resto banda que no entiende el chiste no rie. Los mismos cómicos que reían la gracia del programa de James Franco ahora no tienen expresión de entender lo que pasa. No entienden el chiste. Ni la lengua. Ni los códigos de otro idioma. Se burlan del que habla español, como si parte de ellos no fuera cultura hispano hablante. ¿De verdad estas personas no hablan español? ¿Qué puta cultura tiene esta gente? ¿Showbusiness? ¿En serio? Literatura para minorías que quieres una existencia superficial en el capitalismo libre que les permites ser sublimes gansitos en un mundo imaginario de Hanzel y Gretel. Una referencia básica para los pobres.
Cultura. En mayúsculas. Teatro. Ópera. Puccinni. Goldoni. Ninguneando a Tenesse Williams en los barrios más progresistas de las ciudades vacias de las capitales del mundo occidental antes de la Gran Revolución. La última. La buena. La transgresión al sistema resuelto; multiversal.
Mundo idiota. Espejo de nuestras contradicciones. Migrantes con los huevos bien puestos para buscarse la vida. Y tener una oportunidad de transgredir la violencia que hemos generado todos. Con nuestra insensible mirada. Nuestro tranquilo pesar. Nuestra incapacidad de actuar sobre los territorios dejados de la mano de Dios. ¿Cuáles son las oportunidades de los tugurios de nuestros estados? Miseria ya tenemos aquí. ¿A dónde quieren que vayan? Aquí vienen. También aquí. A mi país. Y yo los defiendo. Ellos son yo. La ilegalidad de quien transgrede toda la norma. El momento crítico de salir a la calle a luchar. El acto de fe. Supera a la virgen inventada que nunca antes la vimos aquí antes de que llegara la Malinche con sus cuates. Nuestra gran políglota. La servidora de nuestro elixir preferido: la sumisión. Somos esclavos encantados de conocernos. Mexicanos. Eso es. No hay más que eso. Pero eso no quiere decir nada sino entendemos que también somos centroamericanos. Y esa parte mucha gente no la ve en México. Ni en Costa Rica. El motivo inverso. Odiar a un némesis inventado. Ahí está la moral por si no tiene suficiente con sus prejuicios xenofóbicos. ¡Cómeme los huevos, Maldini!
México es la muralla, sugirió Monge. Tiene razón. Como siempre. Esta vez están aquí. Los migrantes llegaron ya. Como los marcianos del cha cha cha. Esa no se la esperaban en la fiesta de mexicanos en la que tocamos en Nueva Los Ángeles.
Los migrates llegaron ya. Y llegaron bailando el cha cha cha. Ricacha ricacha ricacha, así bailan nadando el cha cha cha. Ricacha ricacha ricacha, así cruzan el estrecho Gibaltrar. Como llegar Gilbraltar y haber llegado al Brexit. Y tener que lidiar con lo que ahora ahí tanto quieren a los que vienen de fuera. Los migrantes como problema. Los migrantes como oportunidad. ¡Cómeme los huevos, Maldini!
Yo soy español, español, español.
No lo puedo creer.
Diesisiete años aquí y ahora me pelas.
Déjate de ostias y fachas.
No me jodas que no lees.
Chúpame la polla capullo.
No te vas a salir con la tuya Lazarillo.
Nos hacen pensar que Valle Inclán quizás.
Acaso lo has visto alguna vez.
Lo has escuchado hablar catalán en la intimidad.
Has visto sus pectorales a su edad.
No te rías de los subnormales locales.
No es con ellos la contienda.
Es el victimario el que yo quiero.
No tan sólo el hombre masa.
Que España también sufre a solas.
Por querer tocar los huevos.
Como tener a Keylor y sentarlo.
Por Casillas o Courtois.
¡Cómeme los huevos, Maldini!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
¡Cómeme los huevos, Florentino!
Esa canción se convirtió en trending topic en cuestión de 99 minutos. Eso fue lo que me costó llegar al cielo. Era fácil. Primero desarmé la ciudad. Rompí el conflicto dual en el que se enfrascó la vaina hace ya unos cuantos años atrás. Cambié el oficio de observar. Me centré en crear un marco nuevo. Y me fundí con un recurso amable de lo que venía a ser un espejo. Quién lo iba a decir. Un juego de espejitos. Como el papá Juan Pablo II despidiéndose del pueblo de México desde el asiento de su avión, mientras millones de subnormales católicos salimos a la calle armados de un espejo a despedir al último sumo pontífice sin una cuenta de twitter. Urbi et Orbi. ALLS.
De aquí a nueve días me llegará una carta certificada que dice:
Finalmente nos lo hemos pensado. Tras nueve años de ires y venires por el proceso burocrático de selección de nuestro nuevos ciudadanos, le comunicamos que ha sido aceptada su solicitud para optar a la nacionalidad Ticatalana. Gracias por esperar. Si cualquier asunto durante este proceso le ha parecido lento o malo, no dude en decírnoslo. Tenemos buzón de reclamaciones. Y di sí. Metí una carta. Por el bien de mi propio país. Por la creencia en la multiculturalidad dentro de una renovada estructura de un gobierno consistente con una nueva ciudadanía de un colectivo de personas que forman parte de un plan transnacional. Pero esta vez, con la persona libre en el centro de nuestro modelo. Como una obsesión de cómo hacer esta nueva política fragmentada todavía en estos nueve bloques de macrodiversidad. Los agrupadores madres. Y las multiplicidades espermatozoicas. Los 999999999 espermatozoides posibles.
La escala del tiempo espacio se va por jardines de sederos que se bifurcan como si Bolaño quisiera volver a la lista de espera de ese transpolantes que nunca llegó. Como si fuera fácil salvarse de la muerte. Como si escribir fuera necesario para un don nadie que llega aquí a amenizarle la vida los que editan libros y lanzan carreras con esclavos escritores de todas contradictorias regiones de la siempre amada Nueva España.
México vio a los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos en su marcha a la frontera. Resulta que el muro era nuestro. Y ya estaba construido. Nos fijamos en uno sólo de nuestro límites. En el que queremos que vean los demás. El que nos ofende. No aquél otro en el que somos nosotros los retratdos. Mi tarea es hacer eso. Repuntar el valor. Quiero hacer trabajos de autor. Y mover ficha. Vender por mi cuenta. Con mis propias reglas. Yo pienso llegar ahí. Y lo voy a hacer ya. Sólo. Esta vez lo voy a hacer. Con ayuda. No tiene sentido seguir así. Sal. Salgo. Hablo conmigo mismo. No te puedes esconder más. Todo es responsabilidad mía. Por omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Soy fruto de mi cultura. Y mi religión también es mi cultura. Esa fue mi primera renuncia. Dios Padre. Y el espíritu santo. Sólo creí en Jesús. Y emulé su ejemplo. Me visualicé en una revolución definitiva de nuestro tiempos. Y grabamos lo que aquí acontenció. Y me mudé un día. Me vi repleto de tareas significativas. Cambié el orden de las cosas. A partir de una convicción de sumirme en el caos más sagrado. Y eventualmente, sin duda, la emergencia llegaría.
Se me va el tiempo escribiendo. Y denuncio. Y me quedo callado. Como si esto fuera inútil. Pero no consigo salir. Ni publicar. Ni recibir el feedback de una audiencia que no existe. Un fan. Ninguno. Se fue. Lectores. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué te crees?
Me creo uno cualquiera. Uno más. Uno dispuesto a nunca más asumir la mentira de un cretino. Su sucio juego. En cambio busco abrir los caminos de los que abren todas las puertas. Los bendecidos. los hijos del esfuerzo y del éxito. Los chicos contrastados. Los nobles de nuestros tiempos. Los que suben por el ascensor social que los lleva a la parte alta de la fiesta. Y ahí nos fundimos. Empieza ya. Ahora. Aquí. En un deseo. Un suspiro. Un beso de un amante. Humedad íntima que prepara con dulzura la exploción definitiva de nuestra voluntad: tirad todos los muros. Desnudos. Entras.
Saciado el viento siguió su rumbo. Sin prisa. Brisa. Saprissa. Qué risa. Marisa. Artemisa. Misa. Iza. Tiza. Matiza.
El tiempo pasa. Y uno va ahí. Junto con el resto. Dormimos. Algunos insolentes incendian la noche. Salieron a ello. Se juntan. Se encuentran. Y montan un pollo. Comen pollas. Soplapollas. Gilipollas. Pollo rico. Costa Rica. Poza Rica. Cosa linda. Cosa rica.
La libertad entera no existe. Hay, no obstante suficienets grades de libertad. Las matemáticas van primero en la lista. Junto con el arte. Cogidas de la mano. El futbol es más un pretexto para colgarse del juego. De su multiversalidad ya explotada por su dimensión social. Cómo lo vivimos. La creencia de nuestras afirmaciones como sujetos nacionales volubles. Hablamos en ingés. Conectamos con extraños a la puerta de nuestra casa. Nos fundimos con un turismo que nos abruma. Nos plantamos en un modelo que se repiensa de arriba abajo. Hasta aquí podíamos llegar. Esto es otra cosa. Alto. Deténgase. Tan sólo un momento. Suspire. Ciere los ojos. Cuente hacia atrás: nueve, ocho, siete, seis, inco, cuatro, tres, dos, uno, cero,…
De nuevo conectamos. Un sentimiento físico. Un lugar. Un ahora que nos acerca. Desnudos somos parte de esta nueva escena de familia. El tiempo desbloqueado. El canto de sirenitos. La música de Bach. El inglés que nos inunda con su luz. El extranjero que se asimila con lo que aquí decimos ser. Y nos transforma. Como ellos, todos, a el.
Bienvenidos al tiempo pleno.
Olividen el pleno empleo. Pamplinas. El tiempo pleno. La saciedad de un sistema posibilista multiversal. Nueve niveles de libertad. Nueve variables significativas. Como la multiversidad de esta capital. Un nuevo espacio poítico. No sólo una campaña. Un pequeño más. Un nuevo jugador de esta vez. Un disruptor universal multiversal. Lo nuevo se impone. Esto no va a cambiar. Así es como el conservadurismo y la transgresión se dan la mano. Con un juego de palabras. Una contradicción sagrada. El pez que se come la cola. Todas las metáforas de un mismo pueblo. Multiversado.