¿Acaso no nos despertamos cada día queriendo completar lo que realmente estamos llamados a ser? La insatisfacción con uno mismo es una constante para toda equís. No podemos escapar a nuestro destino: el desasosiego.
Por ello, en tiempos de pandemia, la situación general se presenta como una metáfora de lo que ya sucedía hace dos meses, en la vida de cada uno. También es lo que sucedía hacía 2020 años, en la vida de los que en cada sitio del planeta acontencía en aquél entonces.
Figúrense lo eurocéntrico de nuestro devenir occidental. Hace 2020 años pensamos en un pesebre, un emigrante, una familia llamada a un censo, un imperio «universal», unos reyes, unos ángeles, unos pastores, unos animales de granja, unos olivos, unos viñedos, dieta mediterránea, mercaderes, barbudos, ortodoxos, insolentes, y gente que pasaba de todo. Y de todos. De todas.
Da igual el momento histórico en el que nos planteemos la existencia. Siempre estamos al borde del descalabro. Una decisión errada en según qué circunstancias puede significar estar delante, o no, de nuestro verdugo. Quizás la condición de nuestro estatus nos provoca mayor o menor angustia. La dualidad de amo/esclavo. Como si fuera una dialéctica irrenunciable a la que no podemos escapar. Quizás no es el rol, sino la voluntad de sometimiento, ante un estado de disparidad en las relaciones de poder. ¿Y nosotros? ¿En qué sitio no encajamos?
Algo no va bien. Nos llega esa impresión por la catarsis colectiva del colapso. Nuestra ciudad sitiada por un ejercito enemigo. Días enteros encerrados sin tener para comer. O estar a la espera de que un virus, entre los muchos que pueden estar presentes, se cuele a nuestro sistema inmunitario, y este, incapaz de reconocerlo, pierda la última batalla de nuestra primera línea de defensa.
Todas las angustias del mundo en un mismo instante. ¿Tenemos la casa marcada? La peste nos ha llegado del cielo para sucumbir a su misterioso acto diabólico. Las dies plagas de Moisés al menos le sirvieron a un pueblo para liberarse del yugo de la esclavitud. No sin la ayuda divina de un Dios Padre que estaba centrado en ayudar tan sólo a los que veían el día de este lado del planeta.
El Dios padre que auxilió a Moisés, y su (nuestro) pueblo, no estaba preocupado por los pueblos aborígenes en Guayabo. No se conocían. Dios Padre no conocía las tribus del Amazonas. Ahí todos era oscuridad. Deja a Dios Padre en muy mal sitio no haber concebido un plan para toda equís. Su impulso universal no vendría hasta que Jesús, por su cuenta, ideó todo un performance para sacrificar su vida en nombre de un legado de amor. Como Bretón, según Camús. El porvenir alumbra un mundo postmesiánico que se debate entre entender la verdad detrás de un acto revolucionario y uno surrealista. El entendimiento del resto de la humanidad a las tesis centrales de un humanismo que difiera de lo que estábamos haciendo hasta hace muy poco, es lo que deberíamos considerar como una base fundamental para refundar el objetivo común, en una escala planetaria, y también, muy a nuestro pesar, en una escala mental.
Nuestra incomodidad está ligada a lo que nos acosa mentalmente, y a la incapacidad de tener un sentmiento liviano para subsisir por la vida que nos ha tocado transitar. No importa si has leído un libro, o mil. Algo más allá de tí mismo te lleva a creer que tienes salida a tu propia angustia. Y eso marca nuestra relación con los demás. Con mi familia. Con mis vecinos. Pero también, de manera muy particular, con la humanidad entera.
Nos esforzamos por estar bien. Y por encontrar el mal en el otro. Y no en nosotros mismos. Por más que veamos Star Wars no le damos crédito a Darth Vader por regresar como Yedi a recuperar el balance en la fuerza. Su personaje sigue representando el mal. Con una última reconsideración. Volver al bien. Por más mal que hayamos representados, siempre queda algo de bien por lo que volver. Es un pesnamiento católico, en el fondo. Es el perdón de los pecados. Que como artificio de una religión nos permite acceder de manera muy fácil a la última puerta que nos conduzca al cielo eterno. Como si lo que está más allá de nuestra vida nos debiera preocupar tanto.
Lo cierto es que aquí hay varias cosas que nos mantienen en paz. Y somos conscientes, hoy más que nunca, del peso que tiene nuestra responsabilidad personal en el autocuidado de nuestra salud. Es la prevención la más importante de nuestras herramientas para saber mantener un equilibrio entre lo que nos hace bien, y mal, para subsistir de manera sana en este entorno social en el que vivimos. No podemos de pronto asumir que todo es hostil. Que no hay más que voluntad de control. Pero, a su vez, debemos entender que la situación epidemiológica en medio de una pandemia nos condiciona nuestra acción individual. ¿Es acaso una cesión a nuestra libertad como argumentan los Cayetanos envueltos en una bandera?
La sociedad está totalmente polarizada y la gente no hace más que pertenener a un único club de futbol. Los hilos que mantienen cohesionada la sociedad a las reglas vigentes son tres o cuatro que nos atan a marco de acción que nos mantine en un perímetro de control. No todos vamos a poder salir a buscar Ítaca. Debemos asumir que tan sólo unos pocos podrán ver el mundo y hacer con él lo que puedan, mientras encuentran suficiente en un trabajo que les permita subsistir. Los que lo consiguen, mantinene la cabeza por encima del agua. Los que no, se ahogan. El mundo vive ante realidades de personas que se hunden en lanchas que naufragan en nuestros mares. El sol, desde arena, nos anuncia que un día más pasa. Y nosotros, aquí, hacemos un círculo más en nuestra cabeza, para poder asumir que podemos respirar, sin culpa.
De pronto la fuerza está de vuelta en nuestro espíruto. Algo nos da aliento. Estamos aquí. Ahora. Y decimos: ALLS.
Qué alegría tenía en el corazón aquél profesor de la facultad que optaba por vivir bailando. Y explicar sus teorías en la clase de cualquier otro nombre. La expresión de aquella humillación a los alumnos que están ahí para salir del estado de confort en el que se encuentran en esa tierna edad. Y claro está: la posibilidad de ligar.
El arte del piropo popular era uno de los puntos fuertes del profesor Froylán. Sus alumnos le reían las gracias, y sus alumnas, se sometían a la jocosa exhibición de misonginia que se practica en las aulas magnas de la facultad de la casa de estudios más grande del planeta. O del continente. El nuevo pues. El continente que queda tras la revolución de los tiempos y los espacios. Como el profesor Froylán pudiera anticiparse al momento histórico de la consumación de la sociedad tras la revolución. El despertar en el mundo feliz del fin de la historia. La interpretación artística de nuestra metáfora liberadora. La respuesta social a todas nuestras demandas. Así como si la vida se tiñiera de fantasía de la Facultad de Ciencias Políticas y Comunicación. Así como si uno de sus heméritos profesores diera finalmente con el llamado a la revuelta que pone fin a la espera de nuestro momento revolucionario demencial: vámonos a la calle, raza: esta es la venida del Señor. Apúntense al bacanal. La moral ha muerto.
La ficción puede permitirse estos arrebatos de guion. El guionista puede permitirse estirar las fronteras de la sociedad. Por la necesidad que tenemos de transgredir la norma. Como si fuéramos a ser juzgados por esta única intransigencia. Nos han pillado. Somos culpables. Lo sabemos. ¿Ahora qué? ¿Quién empuña el fusil? El batallón de los 99 verdugos empuña el arma que carga la madre superiora. No hay extremaunción. Ni perdón.
Satanás: baja y llévate a este desgracia. Pero ya. Órale, puto.
El profesor senil tiene sus gestos de amoríos tardios. En realidad se trata de una situación neurológica de las personas mayores. Están frontalizados. Pierden el pudor. Quizás nunca lo tuvieron. Ese es otro caso. Pero al llegar a un punto, no lo pueden evitar. Menos aún si son el fiel reflejo del heteropatriarcado que los puso ahí. Aquél que celebró sus logros. Los méritos de un hijo primogénito de un hacendado que fue tan sólo rico. Sin carrera. A esta nueva generación de estudiosos. Ese abismo entre unos y otros. En el punto más noble de la sociedad de los cacíques, el amo es un tipo con un doctorado y un cátedra atada a una plaza vitalicia que se vive intensamente cada verano cuando llegan las alumnas al primer día de clases.
Los alumnos dan un poco igual. Habrá algún tipo rápido y sagaz. No falta el que quiere demostrar que ya ha leído todo lo que un intelectual debe haber leído. Los adelantados. O los que se ligan a las alumnas. Y son todavía más directos. No se les puede permitir asumir esos roles de poder. No estando yo delante del mando único de la pandemia. El estado tiene una cabeza bícefala. Las estructuras del estado autónomas se rigen por sus propios códigos éticos. Como si evadir impuestos y ganar pasta ganza a costa de intermediaciones en situaciones de las altas esferas de los negocios en los niveles de alto standing.
El dinero y el poder. Dos cosas distintas. Froylán tenía una pero no la otra. Lo contrario que el Froylán de la casa real. Eso es justo lo contrario. Dinero sin poder. O poder por la familia. Froylán el caliente tiene su poder por la estructura universitaria que le da la facultad de enseñar a su manera. La libertad de cátedra es así. Pese a que pueda haber quién nunca entendiera que no se amonestara por las flagrantes entradas por detrás que el erudito profesor lanzaba a las muchachas del salón. La cultura del machismo en México es la de quién exhibe su poder frente a otros machos que le aprenden las gracias. La sofisticación del dominio de la mujer pasa por poder aplicar los mismos chistes que el profesor explicaba pero con la noviecita. El chavo que iba a la clase, un macho heteropatriarcal que le reía las gracias al profesor misógino, y que a su vez, en otro contexto, y con un juicio que no interesa saber si era reprobatorio o incentivador, ya que el pecado es titularidad exclusiva del que ejerce el poder del macho alfa en la representación de la sociedad hetoropatriarcal en una de sus fugas más excéntricas: la formación universitaria reglada, pública y gratuita.
El profesor Froylán tenia 71 años. Alejandra 19. La tensión sexual se percibe a la distancia. O quizás por la distancia del nacimiento entre uno y otra. La facultad de saber cómo piropear en los límites de lo delictivo. Ese deporte popular mexicano que de ser penado no quedaría macho alguno en la ciudad. No quedarían hombres pues. Todos culpables. Los machos mexicanos son muchos. Ni tan machos. Pero muchos. Casi todos. Por no decir todos. Así les fue enseñado el decálogo del macho tradicional.
No chille.
No te la jales.
No sea marica.
No seas puto.
Si como las mueves las bates, qué rico chocolate.
Mamacita.
Por esta, hijo. Guadalupano; y de rodillas, eh.
No chingues.
Chúpame ésta.
Sí te meto la verga.
El macho no es un tipo refinado. Es un tipo más bien soez. Es un tipo del pueblo. Lo popular es lo vulgar. Lo vulgar es lo bonito. Lo naco es chido, y lo chido es naco. Es un viaje de ida y vuelta y la botellita de jeréz siempre tuerce todo patas arriba. Alrevés. Es duro sobrevivir en la calle del infierno. Ahí sólo los que son libres de verdad pueden rescatar el embate de las vergas más vergas del barrio popular. Se trata de un grito perdido en la colonia. El acto de sobrevivir al barrio. De ver mundo. De pasar a otros contextos que me liberen de esta cárcel en la que vivo. La gente, de por sí, está condenada por el distrito en el que nació. De ahí nunca podrás salir. Esa es tu cruz.
La universidad dignifica. Da una oportunidad de abrir una puerta profesional que nos empareja con los profesionales del conocimiento, de la ciencia, de la tecnología y de las artes. Las ciencias de la política y de la comunicación. El periodismo por bandera. La cultura como sitio de encuentro para incitar a la revolución. Teoría del discurso debe establecer las lecturas que nos den la pauta para entender por dónde vamos a soltar los hilos de la propuesta que desmonte los mitos del corrupto sistema que nos aniquila sin piedad. Señoras, señoritas, señores, señorito, viceverso, lo que aquí estamos tocando está en el centro del debate social. Y también su solución. No se por dónde van a ir los tiros. Aquí cada quién apunta con su fusil. Nos vemos abocados a responder con la pertinente queja de aquello que aconteció en aquél contexto de mi juventud. Y su senectud. Nos vemos obligados a ponernos en el lugar del otro. De interpretar las palabras. Y los contextos de una situación de abuso de poder, de coqueteo, y de desafortunadas palabras. El macho cuando la caga se ha pasado tres pueblos. Y dice no poder evitarlo.
Un día un macho con poder irá a la cárcel. Las denuncias llegarán de todos los sectores de la sociedad. Los tipos menos pensados han sido capullos auténticos en al menos 9 ocasiones. Y cada una de ellas tiene a una mujer como víctima. Hagan sus cuentas. El ejemplo de multiplicación de los panes en las bodas de Caná será sustituido por la metárfora multiplicadora de las mujeres acosadas por las nueve oportunidades desaprovechadas por el macho genérico para no caer en el pecado capital de todo macho alfa tradicional. El macho ibérico como modelo mundial de cómo debe ser un hombrecito de verdad. Uno de los buenos. Uno de los nuestros. Con un par de cojones. Un cazador de elefantes que a los 71 todavía se le para para una última conquista viril en medio de una intermediación en las altas esferas de la sociedad. Los que tienen pase de rey no van a abandonar lo que dice en sus targetas de presentación cuando acuden a las sillas en las que te sientas a partir el pastel de la repartición de los dividendos de nuestra explotada civilización. Los amos del capitalismo no están dispuestos a dejar volar a la gallina de los huevos de oro. El tribalismo de los que más tiene no nos debería de extrañar, así como tampoco nos debería extrañar que tan sólo baste una última revulta para reestablecer los pesos y contrapesos de una nueva sociedad: NEW society.
Hay dos tipos de conquistas de un seductor. Es muy probable que ambas sean de la escuela de los machos. Pero en todo caso, una de ellas utiliza una ventaja competitiva natural de los que son «bien parecidos». Los denominados «caritas». Y alguna ventaja tienen los que tienen buen cuerpo. También se debe considerar como una ventaja un subconjunto determinado de mujeres que aprecían en exclusiva las vergas gigantes. Un vergonononón siempre es una cualidad atípica en la muestra de machos por ahí esparcidos. La mayoría de los machos son de picha más bien menuda. La taxonomía de los machos más denigrante es la que utiliza en tamaño de sus penes para mortificar a los de pene pequeños y para enaltecer a los machos que encima tienen una polla de oro. Y si son caritas, ya ni te cuento. Un macho carita y con dinero tiene una carta blanca para acceder a ciertos sitios a los que ningún otro macho puede acceder. El elemento trascendental del machismo es si la mujer nos abre la puerta o no. Es ella, y sólo ella, la que tiene ese poder. Por tanto, el macho seductor puede valerse de dos estrategias: la de la servidumbre al sistema tradicional del macho alfa heteropatriarcal, o bien, acceder al mundo de quién intenta seducir a una mujer con una infalible mezcla de libertad: la insolencia y la risa. El profesor Froylán pertenecía a este último grupo.
Pero la línea es muy delgada. Pasarse de verga es bien fácil. Y hacerlo por costumbre también es popular. El macho más riata es que se vanagloria de su desface. Estoy bien pinche calienturiento, ira. Y se va la verga tiesa a… ira. Y se produce un momento de erección no bidireccional. Las erecciones de una sóla vía no suelen conducir a situaciones fáciles de gestionar. Para nadie. El calor ya ha elevado las apuestas. Y la condición del siguiente paso están en otro contexto anterior que ya saltamos. No hay cabida para una reconstrucción de los hechos. Lo hecho hecho está. La única posibilidad es desescalada. Y la ofensa se puede disipar si la actitud del abanderado se sostiene en gesto de transitividad al desarme. La violencia siempre ha sido del macho. Al menos la que nos compete. No quitemos el foco de dónde nuestro sistema nos indica que debemos profundizar. Las heridas de los posibles hechos delictivos. ¿Estás list@ para juzgar? ¿Estás list@ para jugar?
La posibilidad de una malinterpretación es muy alta cuando se tocan temas sexuales. La apertura mental también nos hace acceder a situaciones límite que no hemos estimado en el contexto social que conocemos. No sabemos nada más que nuestra moral en continuo juicio de mis más bajos instintos. No puedo evitar ser lo macho que soy. Ahora más ibérico que nunca. O querría decir más íbero. Como si los acentos importaran. Al menos para los locales. Y podríamos ahora cambiarlo todo. Volver a empezar. Dejarnos llevar.
Alejandra aguantó bara y luego se dio cuenta de que había sufrido un abuso secual y de poder. Y que hoy la cosa no iría así. Aquí está su relato. Nueve años después. Y desde una posición más afirmativa de quién responde a su agresor.
Ahí los tienen. Las dos historias se miden desde la subjetividad de los recuerdos. Y desde las plazas de poder que cada uno de nosotros transitamos. El gesto de nuestra posición y nuestra intención. Los gestos sexuales en contextos asíncronos. Meter la pata. O tener un piquín que bebe de la gracia de una cultura popular, que por más que también sea heteropatriarcal, no debemos colocar en la hoguera de los Weinsteins.
¿Usted, macho, qué opina?
¿Usted, señorita?
¿Usted, señora?
¿Usted, transexual?
Es delicado. La víctima. Te creo. Lo delictivo. Lo pueril. Lo sibilino. Lo impúdico. Traigan al jurado popular de la moral recatada. Me parece un caso para visualizar entre el jurado de sátiros y el popular de la moral recatada. El jing y el jang. La ecuanimidad de la razón sopesada con el paso del tiempo. Mientras nos hacemos viejos y verdes.
En el imaginario del profesor Froylan, lo que en realidad le habría parecido revolucionario es que una de sus alumnas le contestara: «No, profe, tómese su pinche jugo. A ver qué le parece este otro truquito».
ALLS. Se trata de una palabra universal que significa lo mismo en todos los idiomas: la plenitud del estado de gracia máximo alcanzable en el tiempo espacio actual. Por tanto, es un sitio de llegada. Una oración que culmina al tiempo que comienza. Es el remplazo del "amén" católico y el "om" budista. Quizás es la fusión de ambos, como aquello que pretende tener un sentido pleno de la existencia, que se cuela por un camino neuronal inexplorado hasta el momento. Y que nos llena de gracia, como llena eres de gracia, al tener a la Mujer contigo. No se trata de una herejía. Ni siquiere de una fantasía. Se trata de una apropiación de un sentimiento colectivo pleno de lo importante que tenemos en el nivel más simple de nuestro entendimiento común.
El surrealismo lo contiene todo. La imaginación y la superación de la realidad nos enseñan el espacio necesario para superar nuestras limitaciones.
Hace unos 99 días que Aaron se fue. Y nos despedimos. Desde entonces muchos se han ido sin despedida. Sin duelo. En medio de una pandemia que nos encerró. Pensamos que aquello fue dificil. Y todavía lo es. Como la vida. Como la muerte.
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Yo podría haber jugado en la Bundesliga. Quizás es la liga que más orgánicamente está organizada. Su balance le permite a la afición ir al estadio, beber cerveza y tener un trabajo digno en el que ganarse la vida para después olvidarlo todo tras la quinta cerveza. La vida es tan simple como un artista de Berlín pagando las facturas. La contrucción del mundo alternativo pasa por la fisura existencial que arte deja en el cuerpo presente de quién la consume como una droga traslacional.
Yo si voy a representar a una sociedad alemana lo primero que debo decir es que soy tan dionisiaco como Nietzsche. Él nunca lo confensó, pero los que lo hemos leído con Luis Alberto lo sabemos. Es su tesis. No la mía. Y yo la compré. Aquello me formó. Y me alentó al pensamiento pleno de los que exploran los límites del pensamiento. La sociedad espera que alguien haga ese trabajo. Y los alemanes se ponen a ello. Leyendo mucho. A sus contemporáneos. A los que ellos consideran dignos del debate universal definitivo. Lo que planta cara al status quo del que venimos. Con las contradicciones propias de nuestro privilegio blanco. Y las peculiaridades de lo judios que decidamos permanecer. Tras lo de Jesús. Ya sabes.
Europa es una puta paranoia, colega. Y tenemos que definirnos cuanto antes. O llegarán las trompetas del apocalipsis y nos la tocarán en nuestros oídos. Y dirán aquello de vinieron por tal y por Pascual. Y entonces un día sos vos. Y nunca dijiste nada. Porque te quedaste callado ante la subida del fascismo. Y no lo viste venir. No entendiste que podría acabar así. Y te flagelas ahora en tu camisa de rayas. No digas que no te lo advirtió Orwell. Y entonces esperaste. Quizás la muerte te llamaba es día. Y te quedaste atento a la lección. No te moviste de tu pupitre. Las buenas costumbres y la moral debían prevalecer en ese ambiente primordial.
Vamos a ver, alemanes. ¿Vosotros queréis comer polla moralina o polla dionsiaca?
Es un escrito heteropatriarcal a posta. Busca meter el dedo en la llaga. Y de manera grotesca. Como si se quisiera herir la moral del «enemigo». ¿Quién sino la moral conservadora centroeuropea nos ha enseñado a pensar en términos maniqueos de quién deben ser reprendidos por una moral que sobrevuela siempre nuestro bendito sistema social? Pero ahí están los filósofos. Ahí está el pensamiento crítico alemán. No es invisible. Y avanza con una voz propia que rescatan los estudiosos de sus grandes mentes. Sus autores academícos. Y aquellos más libres. Y sus artistas cotemporáneos. Donde quieran que se escondan en los barrios de NEWBER.
El mundo cambió y debimos acudir a las capitales transformadas de otro mundo: NEW. El NEW world era la utopía. Era el mundo de la imaginación elevado a la 99. Como si se pudiera escribir una epopeya sin cansar al personal que aborrece la lectura de aquellos libros tradicionales que guardan la compostura de la lengua. A tomar por culo. Como decimos los españoles de tanto en tanto. Porque en el sur no somos como aquí, en el centro del pensamiento revolucionario. Ya Marx y Nietzsche nos pusieron al día. Vamos a acabar la tarea. Hegel. Olvídense. No hace falta ni pensar en Beckenbauer. Si caso Klopp. El mundo cambió. El futbolarte también.
Las bases de datos no se ordenan solas. Las ordenan los que sabemos etiquetarlas de la manera correcta. Un ejercicio que muy pocos entendemos. Y que cuando nos tocan la polla, lo más normal es que acabemos en la calle nosotros. Y no el soplapollas que te vino a tocar los cojones. Y la vida es así. Así nos contaron que debía ser. Como si no tuviéramos vela en su entierro. Como si esto no fuera un negocio de unos cuántos. Y los demás, que nos lleve el tren. Yo no quise. Yo dije: no. Y me bajé.
El sistema siguió. Y yo me quedé detrás. Empezando mi propia red. Y mi sistema alternativo a tomar por culo. Lo más alejado de lo que vi que estaba mal. Lo que debía cambiar debía pasar por este filtro. Ya me lo dijo oceanoinfierno: es la transformación digital. Y lo que dijiste aquél día. Rescata una de esas sesiones. Y déjala ir. No tengas miedo. El tiempo está aquí. La espera ha llegado a su fin. Por fin: el mundo NEW.
Alabado sea el NEW Señor. Siempre se necesitará de un patriarca barbudo al que colocar en cetro de un reino glorioso que está por venir. Pues no esperéis más: ese reino está aquí. Y como dice Bolsonar: soy mesías pero no esperen milagros. A lo mucho goles. Y eso sí: futbolarte.
Un alemán express. Aprendió el idioma y ocupó todos los trabajos que le ofrecieron en la oficina de apoyo a los refugiados de la Nueva España: New Spain.
Una película de los 60’s. Otras migraciones. Wim Wenders i Werner Herzog en un empaque tropical. Un ticatalán hablando alemán en nueve días. El tránsito por las nueve capitales de los sitios más conservadores de la Europa profunda. Como a encontrar las respuestas globales a nuestro NEW Estate.
I was free when running towards the goal. The space where I develop the highest sense of belonging. The true artist must perform in the local scenarios as well as in the greatest theater of dreams. And light will shine on. As only a local boy would be able to unluck. For the greater good: ALLS.
It like something bigger than anything else. THE thing. YOU know what I mean. Right. Right.
A question without a question mark would be a debate on English courses on native Literature from mexicans living in their ancient lands. I teach that in local University. I always get 99 online students from this location. That’s how I ended up coming to New América. I didn’t need to actually go. But I wanted to. So I tour the 99 spots in 99 days. Right in election times. I was the old América antiChrist. Finally. We’ve been expecting you. Ever since the firsts callers of the judgement day.
No fear.
Everyone take a sit.
The show will begin shortly.
Please leave your wallets on the fundraising purse that’s going around to collect your free fee.
#freefee
How much are you willing to pay?
That’s been the case.
A case study.
An structural framework.
A piece of art that turns us into a new society.
The final day.
As we march into the place the knights have been wanting to march in for the longest time. Alas, we are here.
A new humanity rising.
That other way.
Leave your shit behind.
You ain’t need it.
It’s going to rock in a new beat.
Writers will write the fantasia land that overcomes the nothing. Like if you were Atreyu. Only this time for real. Or rather: for surreal.
Cualquier español empieza así su último diario. Todos somos gilipollas.
Hay que aceptarlo.
Es duro.
Nadie dijo… gilipollas.
Todos lo sabemos.
Mírate al espejo.
Ahí lo tienes.
GILIPOLLAS.
Uno para ser new spainiard debe asumirse genuinamente como un gilipollas. De esa manera en la que tan sólo el español sabe hacerlo. Spain is diferent.
Pero no se equivoque nadie. Esto no es una parodia. Usted es un gilipollas de pies a cabeza. No me ha malentendido. Entérese. Le voy de cara. Quizás no le parezca lo más educado del mundo, pero siendo usted gilipollas, sabe usted, me suda la polla.
El gilipollas sabe de pollas. Y de pollardadas. Mil. No tiene límite. Puede llevarle 99 pensamientos al día: mi polla. En 66 de esos casos la polla erecta emula a un ideal de dictador que cada español tiene en su mente. Las otras 33 la polla está flácida y no pretende más que seguir estando ahí. Sin más. Sin querer afianzar su heteropatriarcal estructura mental. No corre sangre por mis venas. Soy un autómata mal programado. Casi casi un virus. La complejidad en mi estado de flacidez no es una historia extraordinaria. Ni tan sólo atractiva. Es demasiado insignificante. Cuelga. Chorrea. Como valenciano del Real Madrid. Como las orejas del elefante del rey. Aquél. El que ya no es.
No se ofenda usted. Si gilipollas es, no me dejará mentir. Usted bien sabe que yo le voy de frente. Y esa, y sólo esa, es mi virtud. Todo lo demás: gilipollas.
Lo ves. Te liberas. La liberación del gilipollas.
Esa es la revolución.
Si Marx hubiera entendido esto otro gallo cantaría.