Yadira y su ukele

Tengo el privilegio de tener amigas creadoras con una capacidad de transformación sobrecogedora. Aquí tienen un trance increible que nos enseña a conectar de manera inmediata al elemento ceremonial iterativo de una cadencia sagada sobre la que establecemos una ritualidad compartida en el plano pleno de las artes tradicionales.

La fusión de culturas están a nuestro acceso si abrimos nuestro camino hacia ellas. La maestría con la que Yadira nos desvela su virtuosísimos regalo para culimnar una de tranformación social profunda que nos dirija armónicamente hacia trances de otras dimensiones que hasta ahora no habíamos alcanzado a percibir. Bienvenido sea el impulso del sincretismo cultural que expresiones que nos conduce a la plenitud del espíritu: ALLS.

Eso es aprovechar el tiempo fundiéndose en en la cultura del otro extremo del planeta.

¿Qué le ofrece nuestra cultura como elemento de transformación colectiva a los buenos pueblos en las antípodas?

Montemos algo especial para conectar de lado a lado.

Sigamos el ejemplo de Yadira. De momento, escuchemos su son, y dejémonos transportar nuestro deleite a ese mantra perpetuo.

El último día del 2020

Las borras.

Tus huellas.

Cuando vas a hacer algo perverso necesitas un set de skills: hard y soft.

Aquí, en nuestro taller, las vas a adquirir.

Piénsalo. Invertir en tí te conviene.

¿Cuánta lana estás dispuesto a apostar por tí?

Piénsalo. Es la mejor salida que tenemos.

Nosotros somos el camino.

Como hayamos llegado hasta aquí.

Hasta dar con el nuevo modelo.

Al que llamaremos: NEW.

Nueve enters después, sigues la frase. La historia pues. Soy un contador de cuentos ticatalanes.

Así me las doy.

GOLman

Perdónenme si ahora hablo un poco de mí.

Soy un poco vanidoso. Y pretendo el deseo último al que tenemos derecho. Estar bien, pues. Bien chingón. Como sólo (así con acento, RAE, ¿o qué pedo?) alguien que se ha rifado chingón alguna noche en la que saliste a conquistar el gran otro de la nocturnidad. Los invito a pasar conmigo el próximo NEW año.

El evento NEW.

Es un pedo de pasar de discontinuo a continuo.

Filosofía a la mano, y a su vez, por diseño de su servilleta, meto forzadamente una cápsula de aprendizaje del nuevo modelo de ser. Una lección aprendida. Un proceso de transformación. Un simulacro de persona. La persona que deseamos ser. El rol que reconstituimos en un nuevo modelo. Opciones de la creación. Multiversos ejemplares. En esa otra cantidad de maneras. Las maneras del pasado. Aquella. Grande y una. Que ya no es. Ya no son. Ya salen a flote. Pese a seguir ahí. Omnipresentes. Sin ser ya omnipotentes. Ni inviolables.

Si voy a ser de España, permítanme la libertad que se permite cualquier nouvingut sobre la apropiación de la lengua, que viene un pinche NEW olmeca a la mismisima capital del reino, y supusiéramos que esta NEW nobleza se redifinió a sí misma para, con y dentro de un pueblo NEW, más grande que la suma de nuestras grandezas de España. Tocado directamente por nueve gracias divinas de diferente procedencia, todas ellas sagrados sacramentos de la NEWfe.

Localizada justo en las las antípodas, alla dónde nuestro pasado resentimiento mutuo de animadversión pura, de los unos y los otros (estos los incluyen las), que aquí, cada vez más en plaza pública, describimos sobre (y para con) unos subnormales con los discrepamos a un ratio de 1:99, y a los que adoramos contravenir de todas las maneras posibles. Bienvenidos al debate celestial entre las dos Españas divinas. El ocaso de lo que un día llamamos grande. La España que tuvimos. Las otras Españas. La dualidad inequivoca de nuestro desprecio mutuo. Nuestra sagrada cruz en penitencia flagelante. NEWinstituciones. NEWSI.

La NEWSI acabará teniendo desmedido poder. La creación de un monstruo.

1:99.

Un lait motif ticatalán.

Frases cortas que llenaron las paredes del grafitti de la nueva capital: NEW barcino.

Por un lado nos prostituimos; pero por el otro también.

Los nueve mejores juegos de palabras de mi abuelo.

La herencia de la insolencia del que hace reir de la familia.

Como el abuelo.

Teóricos del humor nomás del caribe.

Como caribe transformado, nos vamos al otro que distribuimos entre este humilde NEW TICO COMMONS, la evolución de esto otro que desde esta honesta y sensual cinturita de nuestro NEW continente: NEW América. Presente: presidente.

Mi nuevo show de presidente de lo que vamos a ser de ahora en adelante se presenta como una lección de oratoria de fin de 2020. Una tarea para el último día. Uno de esos clientes que deben comprar antes de que finalice el año. Pon un anuncio, que tienes nueve cosas que venderles.

Alguien que no tenga regalo de fin de año para regalar. Aquí un repositorio de 99 regalos para que la gente chingona de este NEW pedo le entren con el gusto de la exclusividad de unos cuantos. No son ni todos ni nadie. Es un punto de encuentro colectivo suficiente. Más allá de lo que nos dispusimo en un momento dado a forzarnos a transcurrir. 99 minutos juntas. YA FEMINISTAS.

El feminismo, como ALLS, son sitios de llegada.

Allá se va.

NO SE QUEDE ATRÁS.

VENÍ.

VENGA.

NO TENGA MIEDO.

ESTOS SON LOS NEW VALORES QUE TENEMOS PARA SU SANTIDAD.

Y ACÁ FRANCISCO LEVANTA LA VOZ.

Y HABLA CON JESÚS POR NOSOTROS.

Por que yo su carnal menor, no puedo hablar directamente con él. Tras haber sido Él.

Él.

El título de este cuento.

El título de esta novela.

Era novela y cuento a la vez. Y era esto. Pinche recurso culero de situarte dentro de tu obra. Ya sea con el velo del director. Con el matiz del guionista. O la interpretración del actor. El artista pues. ¿Qué pues no requerimos todas ser artistas? No requerimos ser artífices de nuestra revolución de la reconerversión del sistema del todo. Por completo. Capgirar el toque.

Pam: rolas.

99 rolas.

99 roles.

Hay (los hay pues, para Perez Reverte, Varguitas, la mujer zapatista que le toque hablar por todas, Presidente LÓPEZ. Presentes. Subcomandante Marcos, Golman, Ronald. Oceano Infierno. Gabilondo. Maragall. Robert de Ventós. Los originales habitantes del Palu Robert. La rehabitación de el espacio de la casa como habitatge.

Una peça d’habitatge. D’habitar espais NEW.

El meu projecte urbá-social. El uber de les noves societats reconstituides en un nivell més elevat del nostre potencial reconciliador a plé rendiment. El moviment que pretendiem fer quant a fora d’aquí veiessin cóm sóm capaços i capaces de dur a terme una reconstitució de lo que voliem dir que erem-sóm. Perque som-hi.

Som-hi.

El nom de ça peçe.

Això és per fotrens.

Tant sols una miqueta.

Venvolguts; sóc el vostre president.

Espereu que agafo el mando.

Vosaltros. Voltos. Voltrus. Voltrüs. Völtrös. Vosaltres. Vos particularmente. Y te pasás al castellano como si no tenés la cordua de un español cualquiera en el set de Jamón Jamón. ¿Quién escribe vuestros guiones?

Somos otra cosa. Venimos desde las antípodas. Y nos encontramos por primera vez. ¿Qué coño creéis que os voy a soltar por bonito?

Algo que sólo un español, español, español entienda. Reconvertido del plan nacido en los bosques de la montaña de la nueva capitalidad de la NEW humanidad. New humanity. NEW humanity. Esa es la forma correcta de escribirlo. Habrá penalizaciones millonarias a quién ose no escribirlo como la regla dicta. Con Pérez Reverte de guardian de la puerta. Una especie de cadenero de discotaca cultivado y sagaz para rozarse con los señores de los 99 apellidos primeros. Una especie de clase dinástica local. Una historia de HOLA! nunca contada antes. El valor de las 99 familias españolas. Cualesquiera ellas sean. Estas son las mías.

Si me queréis iros.

Pero dicho con la frase exacta como lo dijo la tonadillera en su día con tantísimo arte. Si me amais veros. Si me queres fueres. Si me adorais daos. Si me idolatráis por cualquier gilipollés no me toqueis los cojones hijos de la gran puta que os reviento.

Eso queda muy feo. Censúrate. GOLman, censúrate. Ahora que has llegado a lo alto de todo. El juego finalmente te da la entrada como un futboartista particular. Abanderado de la revolución última de la historia. Como si lo que hubiera que hacer fuera desvelar las cartas que vamos quemando. Las jugamos ya. En un tablero universal que ya se está moviendo esta dirección. Se trata de un despertar social en toda regla. De seguir otras normas. De darle vuelo alto a nuestra tarea de reconstitución. Vamos a darle a este programa un sentido de explosividad del optimismo del momento en el que reabrimos el grifo. Sociedad sedienta de otro cotexto. Sin temor a los conservadores. Los nunca han sentido el anhelo de cambiar. Aquí os va la mejor propuesta que les hayan hecho nunca en su puta vida. Todo a la verga. A_LA_VER:GA. Se puede escribir así: lo acabo de hacer. Por mis NEW cojones.

You take cojones away from you.

And steal it in front of everyones screens.

The uggly thruth behind our fears.

People complaining how to explain mature feelings to their children by having to answer to Soul’s questions.

Soul’s questions.

My first NEW América sitcom.

A first commercial blast.

A blow off the roof productions film.

The first of its kind.

A new way evere way.

Evere is a new word from the NEW language: ticatalán.

I gave myself some nifty new tools to dominate my privilegde. NEW spain fron NEWELI.

Leave questions in the air.

Tasks we must undergo as NEW systems to reconsider.

Reconsider as a poet’s obssesion.

Same poem 99 times.

The sort of shit that would give enough time to allow completeness to entend into an infinity NEW trend.

We’ll a bit more than what we are told.

I have a NEW learning system.

The system itself considers the possibility of overflowing the ultimate state of joy: absolute consciouness into a NEW time: warrantied. An alternate NEW market. A new beast to balance the schemes of power games within the capitalist framework. How are going to lower the weapons. Let’s pay attention here, war lords. Let’s cut to the chase. We know you deal with weapons to the active local compensated with the two things that move that market: blood thirst money.

Like a game that’s played by some

And then you got labor stories.

There you find completeness of an untold story.

The working class stories from NEWCAR: el Carmelo reconstituido de un vecino escritor de la calle Dante Alighieri. El pinche guey supo que tenía que ser una versión del Cardenal, del grandioso Manolo, el del Sevillano y del Delicias. Un pijoaparte de New América que subió directo a la montaña y se quedó allá meditar 99 días. Al día siguiente bajó por la ladera del monte sagrado de NEWCAR: el glorioso monte carmelo. ÉL monte sagrado de la mitología NEWbarcinoana.

El monte Carmelo es el monte sagrado por estar escondido. Es un monte secreto también. El descontrol de este espacio natural sería una violación para los derechos que tenemos los que habitamos el espacio colectivo de nuestros parques naturales. Mi sesgo conservacionista por venir de una pequeña cultura que entendió (maes síganme un toque y van a ver cómo vamos a ganar el mundial con esta vaina, sea por las circunstancias propias que el guión nos guía para retratar la abundancia del recogijo de nuestro bienestar elevado a la 99 potencia. ¿Viéras?

Y uno se lo imagina. Se lo dejan de tarea. Se los dejo de tarea. Póngase en situación. Ahí les va una publicación. Ahí le van 9. Ahí le van 99. Ahí le van 999. Ahí le van 9999. Ahí le van 99999. Ahí le van 999999. Ahí le van 9999999. Ahí le van 99999999. Ahí le van 999999999.

El posibilismo de la serie del nueve.

La denominada serie sagrada.

El autor decide sobre los determinantes simbólicos de la distopia que se nos ocurre pertienente. En el modelo escolar que para los nueve años te dan a la tarea de definir como mínimo nueve ensayos de dispotias distintas en un plazo holgado de nueve año. Nueve años de aprendizaje de una cuestión que podemos acabar en nueve días. Tener el tiempo suficiente para desplegar nuestro plan. Idearlo de tal manera que transformemos la sociedad que procuramos retratar en una ficción audivisual un poco autoreferente. Desde una perspectiva que no nos podemos permitir no evolucionar a otro pedo por completo.

No es ni mucho menos una artimaña exterior para resquebrajar el pinche desmadrito que se me traen bola de cabrones. No vengo aquí con chingaderas. Nos podemos decir las cosas a la cara. Y aquí, señores, señoras, niñas, niños, los que no se afilian a ninguna de las maneras que hasta ahora les había sido posible definir exactamente quién decidíamos ser una vez tenemos consciencia de la multiplicidad de estados de la naturaleza de los tradicionales, a lo más, dos maneras de ver las cosas. Y encima la obsesión recurrente y crónica de autodestrucción entre vecinos. El odio entre las tribus. Los pleitos de vecindad. El foco de las historias periféricas. Desde aquí les escribe este novel autor, autodenominado futbolartista por el interés de fusionarles. Al futbol y arte. Como si entendiera que es un juego pertinente para poner sobre el NEW tablero del juego social al que aspiror atraeros.

Un tema resuelto de su multiversalidad de disrupciones.

Las reglas de una sistematización desde las bases del pueblo reconvertido: por la idea de un emigrante que se asumió como local para venir desmontar el estatus quo con la versión más surrealista de lo que puedo rescatar de lo vivido aquí mis primeros 20 años de ese milenio. Como si desde los pueblos tempranos de un milenio pudiéramos dejar un mensaje para últimos veinte del fin de lo que será este milenio. Si todas esas generaciones pasaran. Si asumiéramos la elasticidad del tiempo en esas dimensiones. Y nos perdiéramos en ella. Ahogaramos en sus mares nuestros desasosiegos sin sentido. El arte de autoflagelarte y reconstituirte en el arte mismo de ser quien eres, y simplemente estar vivo, leyendo un buen libro, a pesar de la distopia. Siempre presente. La distopia del estatus quo al que ahora llamamos capitalismo de los últimos 200 años, como si nos hubiérmos dado cuenta de lo que se pretendió con aquello en la época en la que nuestros juniors decidieron emprender la faceta psicopática de la conquista de otros pueblos hermanos a los que en nuestra subnormalidad los consideramos con amplio cinismo: inferiores. El corazón henchido de unas 999999 mujeres que se consideran en las antipodas del feminismo porque consideran que es una artimaña bolivariana construida para venir a destruir su mundo de desperate wives de barrio de la clase de abolengo de los Madriles y sus extrarradios amplios como la mancha ancha. Ser capital. Así tal cual. Como es, con su gracia y ritmo julioiglesiano. Con esa sabiduría de Valle Inclán que corre por las venas de los que lo han leído. El resto podrían caer desplomados en un fenómeno paranormal, que no dudaría un alcalde con dos NEW pares de NEW cojones, pedir a un artista menor al que deseaba promocionar a la realización de la película en la que dicho alcalde de la NEW capital de este otro Reino NEWMAD, capital hispana de esta otredad. Cuna de la RAE. Los vargallosistas.

Las filas latinoaméricanas de vargallosistas enlistados para el frente de sus ejercitos infernales, esos aprendices del autor, en su multiversalidad de maneras que sus sagradas palabras nos ha dado pie a criticar. No se crea. Es fuego cruzado de una tendencia de algunos escritorcillos menos de la supuesta quesque izquierda que nos gobierna ahora en la transformación definitiva de lo que cretinos que fuimos en cierta parte de nuestra historia mexicana de éxito. Lo que nos habían vendido que éramos. Y lo que realmente somos. Lo chido de verdad. Lo que nos queda de habernos reconstituido hermandad. En nuestra infancia. En los setentas y los ochentas. Atentos los que allá vivimos. Alivianen sus pedos. Vamos de vuelta a nuestros pecados. Los que ni vemos. La violencia machista de nuestra sociedad así como la vivimos. Y ahora que entendemos que no mames panzón. Nos pasamos de verda. Las vergas por delante. Luego luego el chiste con el chile. El chile fuera. El chile dentro. Pica y pica. Más y más. En plan ¿qué hacés? Qué rico. Buscado con la normalidad con la que nos abrimos de piernas cuando la intención es mutua. La no violencia de la relación consentida. El bienestar de todas las mujeres sexualmente liberadas. De sí mismas. De esta dominación heteropatriarcal que denuncian. Y que implica su vida en sí: sus derechos. Como ante la dramática circunstancialidad de que me suceda a mí, a vos, a tu hija, a tu hermana, a tu amiga, a tu madre, a tu tía, a tu sobrina, a tu mujer, a tí, mujer, a quién esto Dios no quiera.

Una parte de nuestra cultura está constituido por un pilar que consideramos superior desde que ponemos más peso a lo religioso que a lo civil. Lo que tenemos como ciudadanos y lo que tenemos por nuestra afiliación a una creencia es sí. Una comunidad autoconstituida alrededor del funcionamiento de una orden. Una orden como doctrina social. Con nuestros valores y nuestros modelos de emprendimiento, en nuestras sedes del saber. Nuestro saber: en todos los niveles. La doctrina religiosa como parte de lo mismo que asocio con la escuela. Los nuestros. Estar dentro o fuera. No me importa la respuesta. Es parte del dogma: excluir a quien no cree.

Llamarles pecadores.

Apuntarles con el dedo.

Aunque vaya en contra de la metáfora que Jesús les dejó interpretada en el performance qu eacompasó con sus doce colegas masculinos. Y una nena. Magdalena y Jesús en un aire de seducción de mutuo acuerdo. Un evangelio apócrifo escrito por Golman Mohammed relata el elemento sagrado de esa experiencia social a la que ahora entendemos que Jesús también tuvo acceso, y no la patraña moralina que nos traía el último concilio vaticano y sus 9 predecesores. La contienda de la doctrina se puede practicar desde adentro, y eso fue en realidad lo que llevó a Francisco a petarla entre la curia: el entendimiento de la globalidad de la acción de la autocoordinación de los sistemas complejos sociales, más allá de las fronteras de las creencias que nosotros mismos retroalimentamos con nuestra pantomima de relación directa con Jesús, la virgen de la Macarena, bailando la canción, con un purito en la mano de unas hierbas sagradas que el hermano mayor de Jesús trajo y desveló en una anunciación el último día del peor fracaso cósmico de la grandeza omnipoderosa de nuestro patético Dios Padre. Te la mamaste, pa. En serio, esta vez se te fue la cabeza. Humanos culpando a Dios. Con un dedo que le apunta a los ojos. Y los ojos se ven. A sí mismos, y se amenazan de nuevo. Desde la mirda. Desde la fimeza del índice que transporta el lanzamiento de nuestro prejuicio de guerra beligerante. Guerra a guerra sin tregua.

Al que intente.

Anunciar la guerra como acto de paz.

La lógica de nuestra necesidad armada como un doble juego de nuestra doble moral alimentando el fuego de los beneficios sociales del tráfico de armas, las guerras, los holdings participados por industrias de armamento. Esa parte del PIB. El dinero A y B. En grandes números. Y su derrama social. El prejuicio de como terminar con el poder de los que lo ostentan. A qué países hay que irse. A qué nueva historia hay que seguir. Les propongo que a la nuestra. Que a nuestro puto aire. Ahora van a ver lo que el futbolarte puede generar, una vez que hemos vivido el año en el murió Maradona.

Y recordarlo sólo por eso. O por la lucha feminista. Las argentinas que lo llevaron a las cámaras y lo voto un pueblo libre reafirmando el deseo de una ley que nos una. Por haber pasado por ahí. Por el debate público de lo que implica la reconstitución de nuestros cuerpor libres de violencia machista. Los nuestros. El mío el primero. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. La iglesia católica también es responsable de ese pecado. El solapamiento de la cultura heteropatriarcal está viciada por la doble corresponsabilidad de los hombres frente a las mujeres. De la iglesia sobre las mujeres. Y sobre los niños a escondidas. Vandidos. Papis. Adultos que han visto lo que es vivirlo. Y haber de callarlo. De soportarlo. De no poder acusar a la autoridad en medio de su abuso. El abuso de los abusadores. En qué momento pensaron que ese era el camino. Lo penado. La responsabilidad de la reconfiguración moral de las mente libres de pecado de la comunidad. Los que tiran la primera piedra. A que no hay. Ya nadie queda. Iglesias vacías. España actual. Iglesias. Vacías. Vacía. Una dualidad de dos culturas en las las antipodas que definen muy bien lo Caín y Abel de nuestra españolidad a odio perpetuo.

El odio español.

Español, español, español.

Lo injusto que sería sólo apuntar a una de las subtribus de todo el reino, siendo estas bestias tan salvajes. Salvajadas reales.

Salvajadas reales.

Y mae, qué salvajada.

El nuevo reality tuanis.

Mae, al chile, nosotros ya ganamos. Desde hace pura vida de años que estamos ahí. En un nivel más sublime. En una vara más parecida a la salsa, que a la capacidad de lleguemos al ataque con un poco clase mezcla de nuestra cultura de la creación de juego, lo que hacía Jaffet, o Paté, o como aquél 10 tan fino de la Liga, como se llamaba el mae, me viene Arguedas, pero ese era Osquillar, aquél fulano tico que se casó con una mexicana. La otra historia de nuestra dualidad. Ticatalana.

La dualidad es mi pastor, nada me faltará.

La dualidad es mi pastor, sin piña.

Nueve. Mi uno más ni uno menos. Con un único número resuelvo el dilema matemático planteado. Escojo el nueve. Una vez haga este truco el mago ya no tiene manera de mantener la ilusión frente a una sociedad entera reconstituida: una vez pasada, entera, por el aro de ALLS.

Publicar a cuenta de autor

Voy a ser como Margo Glantz: poco modesta. Lo dice ella, no yo. Ella es una gran autora. Y lectora. Es buena asociando realizando metáforas inéditas. Sor Juana, Lope de Vega, Góngora. Metáforas nuevas. Ideas sorprendentes. Refrescar el panorama de lo que habíamos leído hasta ahora. La destrucción del cuerpo. La construcción del sermón. Lo que nos identifica con los cuerpos de mujeres pasados por el sufrimiento, la tortura, anular la mesntruación, para acercasrse al cuerpo de Cristo. Revisar eso nos lleva a profundizar sobre los temas que debemos volver a discutir.

A las mujeres que estaban en en los campos de concentración, anulaban el cuerpo. Si el martirio era diario no se separaban de Dios. El ayuno, los trabajos forzados, hacían que las mujeres perdieran su periodo. ¿Qué diferencia podía haber frente a una cosa y otra? Los judíos habían perdidos sus bienes, sus identidades, y las mujeres, su cabellera. Como si eso fuera lo que la sociedad, según Hitler, perdiera lo que para él era importante. Les razuraron el pubis y la cabeza. Privadas de su pudor. Su ser más íntimo. La desnudez más profunda. El sexo, el campo nudista. El meollo de la desnudez. La violación. Arapos y tatuajes. Una vez desnudas frente a los oficiales las mujeres tenían en gesto de cubrirse. No habían reacción de los oficiales. «Yo simplemente transportaba el material biológico». La gente convertida en Agamben, lo que resta de Aushwitz. Ensayo sobre Margaritte Duras para una galería de arte, Kurimanzuto, que nunca se hizo. Ensayo: cuerpo contra cuerpo. La incapacidad de entender que existiera homosexualidad masculina, a pesar de haber estado enamorado de uno. Nunca pudo entenderla. Es muy cercano al momento actual. La transexualidad. La binariedad. La posibilidad de cualquier género. Que las mujeres tengamos un cuerpo propio. Un ensayo sobre Virgina Woolf. El cuerpo propio. Una escritora negra que le reprocha a Virgina Woolf que las mujeres pueden tener un cuerpo propio. Cómo podemos ser las mujeres si no podemos disputar un cuerpo propio. El aborto en el senado argentino el 28 de diciembre: el cuerpo propio de las mujeres.

Una novela magnífica de Faulkner: Sacntuary. Adulterio y aborto. Leído a los 15 años. En Sanctuary es la violación. En palemeras salvajes es el adulterio y el aborto. En Santuario es apoderarse de un cuerpo femenino, sexuado, comprado, posible de aprovechar por cualquier persona. La prostitución y la trata de blancas. No tenemos cuerpo propio todavía. Muchas mujeres no lo han conseguido. En los países árabes. En los Estados Unidos, lapidando las clínicas de aborto. El derecho al voto. El derecho a la paridad. El derecho al propio cuerpo.

Lo vemos amenzado, fragementado. Injusticias trabajadas en los textos de Margo Glantz. Conectando con las lecturas improvables que sorprenden y denuncian esas situaciones. El ensayo sobre Santa. El uso que hace Gamboa de la novela. Esta forma de tratar a Santa. La trata de personas. El prostíbulo de Santa está al lado de una primaria y de una carnicería. Ella va a ser tratada como un cuerpo vendida. Miles de artículos sobre Santa. Jose Emilio Pacheo la considera una mala novela. Santa refleja mucho mejor que los historiadores lo que signficó la época del Porfiriato. Los sombreros. Un objeto que sirve para proteger el cuerpo tiene un significado más potente, más allá de embellecer y cubrir. Significados políticos y eróticos. Todo eso tiene una cantidad de niveles interesantes a analizar.

La astucia de Inclán. Sobre el propio Quijote. Los clásicos del siglo de oro. La carga de los textos. Nicole Aroud. Una estudiosa de la tragedia griega. Hace análisis de una manera tan prodigiosa y feminista. Sin pertenecer a ningún partido feminista. Me ha ayudado a buscar caminos sobre ciertos autores. Nicole «Oro». Santa y la carne. Los diarios de Gamboa. La publicación de Santa. Embajador de México en Guatemala. Terminé de escribir Santa. Vamos a tomarnos una copa de champán. Porqué tú y yo vamos a vivir de esta mujer toda la vida. Gamboa vivió después del porfiriato precariamente, pero pudo vivir de las relagía de su novela, Santa. Hay unas proyecciones de Santa que le permitieron ser el gigolo de Santa.

La innación física. No podemos viajar. No podemos tocarnos. Ni siquiera a mis nietos, hijos ni amigos cercanos. Cada vez estoy más confiando. Cada vez es más dificil. He estado muy activa. He tenido este tipo de coloquios y entrevistas. Me servirán para ensayos próximos. La conversación contigo y mi relectura de mi propio libro. Las máscaras, los zapatistas, el cubrebocas, el enmascaramiento de los bandidos. Lo que decía paz sobre las mascaras. Muchos de mis tuits tienen esas asociaciones aparentemente disparatadas. Haré un recopilación. El tema de la máscara. El cubrebocas. Los asaltantes de bancos. Pasamontañas del Everest o del Zapatismo.

https://www.facebook.com/editorialsextopiso/videos/411035916613976/

El sermón de la montaña

Hola, mi nombre el Golman.

Soc el nou del poble nou.

No he dit nou dues vegades. O sí. Ho he dic amb un significat dual. Soc nou: vaig arrivar ahir. I soc un nou pur. Amb gol. Vinc a proposar-vos una transformació interior que hem d’asumir si volem quelcom nou.

Potser repetiré nou cops això: jo soc el nou.

El meu refugi a la muntanya en un dia amb boira. La meva passió em va portar a la meva muntanya sagrada. Per esdevenir qui soc. El que hi ha a la muntanya. Jo mateix. Una emergencia col·lectiva.

A ón? A la surrealitat? Al mon real?

Depen de voste.

Voste, creu?

Lliure soc. Lliure soc. Val?

Potser en algun moment he jugat la carta de victima. Ja ni ha prou. He d’avançar per la banda Nietzscheana i Shopenhaueriana per tirar pel procomú. Això que Marius Carol no li agrada. Puc donar la raó o discrepar. Discrepar amb la Colau. Esquerra i Dreta a Barcelona. Les suspicacies dels dos bandols de la ciutat. Potser l’enemic comú estava a fora, i potser també dintre.

Si voleu quelcom revolucionari, quelcom nou, anem a fora. Amb algú que entengui tot plegat, pero que també estigui lliure. Lliure de tots els pecats. Us estic fotent el dit a la llaga amb aquesta peça.

Estic al bosc perque estic a la meva muntanya sagrada. Necesiteu un pijoaparte. Això sóc jo.

Aquesta llengua us sonará, pero no us equivoqueu: es tracta d’una llengua nova: el ticatalà.

No es pel meu nom: Golman. No és només això. És per la emergència col·lectiva que hi ha darrera.

El meu pla el tinc fet de fa nou anys. Pero no l’he dut a terme. Qué més ha de pasar per dur això a terme.

Això va de filmar en vertical. Oposat a lo que normalmente faig: la meva horitzontalitat.

Jo el que he fet és crear un format. Els formats el que et donen és fer quelcom replicable.

El meu petit continent: New América.

Jo vinc d’un altre petit país. D’un altre muntanya. D’Escazú. Alla vaig estudiar i em vaig fer Bruixot. Aquesta sabiduria que percebeu ve d’alla. De saber escoltar. Als altres. I dins meu.

Aquesta ciutat está col·lapasada. Acabada. Que hem de fer? Tirar endevant. Tots els noms han de canviar. La meva innovació nominal. Un moviment social més fort que quelcom disruptiu.

El Tico Commons: el Gaia.

Com?

Actuant al present. Actuant a la ment. A nivell perceptiu. Estem bé. No patiu. Anem a per totes. Quina sort! Estem vius. Quina sort. No hi ha res a la experiencia humana. Potser escriure. Potser llegir. Potser fer un homenatge als teus pares. O dir-li a la teva parella que l’estimes. Que anem a fer la revolució. I explicar-li a la filla. Qué diuen els meus pares?

Vaig a pujar la muntanya. Fins adal de tot.

La ciutat ja no hi és. M’ho miro tot amb el distanciament d’aquell que puja a la muntanya. Per trobar-me lluny de tot això. També em fa mal.

És alla al camp on tinc el meu veritable recorregut. Jo vull que això sigui un moviment que aquest pijoaparte fa, vulgent fer Manolo, o Juan Marse de Ticataluña.

Haters a tot arreu.

Pujo la muntanya i faig videos, crides, relliscades.

Esborrem-ho tot. Deixem-nos d’hosties.

Això és lo que us puc oferir de tot cor. Això serveix cap a quelcom campanya que vulgueu.

______

Ni yo me aguanto. No pude seguir escuchándome. Cuando escribo saco lo que la mente me dicta. O lo que la pantalla me enseña. O lo que mis dedos deciden. Es un teclado el que hace la transición tecnológica del código de esta lengua. O la que sea. La mía. El ticatalán.

Me parece que en esta pieza finalmente toco todas las piezas que quiero tocar hoy día. Que son demasiadas. Pero están ahí. En ese momento justo. Más de lo que cualquier cabeza puede percibir y captar, pero es lo que hay. Un performance del directo de una vida que sube a la montaña con la disciplina con la que Sísifo se despertaba cada mañana para subir su pinche piedrecita. Con una victoria dedicada al mito: yo sí alcanzo la cima. Pero no hay nada. Es llegar y tocar el cielo. Tal y como Sísifo se lo habría esperado. Pero la pinche piedra rodaba hacia abajo, otra vez. Un sueño recurrente. El mismo sueño. Como Golman, y el día de la emergencia. Creo que ya está más cerca. Los astros se alinean. Como si el espíritu de Maradona y Paolo Rossi, ambos, me hayan invadido y pretenda que los represente, lo más dignamente posible, en todos las coordenadas del terreno de juego. Y de alguna manera, que les explique en la sintonía social que representaban sus vidas. Para ellos, mitos, y para nosotros los mortales.

Nada: una epoya moderna. Con los temas de la actualidad. Y la universalidad de Ulises lanzándose a la aventura.

El Mediterráneo no se veía por la densa tiniebla. Yo sabía que el monstruo estaba ahí. Aquí. Dentro. Y también se que en ese día lo exorcisé. Porque pasé por ahí. Como si nada, para volver corriendo a casa, a una reunión que debía empezar en 9 minutos. Así que mi entrenamiento continuó: bajar la montaña.

¿Para qué? Para cambiar el mundo.

La emergencia disruptiva es mi único objetivo.

Esto se pone en marcha.

ALLS

I’m back

For a moment I thought I was out of the game. That was it. I was left out. Expelled. Repelled. Outcast. I was shown the door to the outside world, and once there, the world kept on. It was expected. I am not the center of the world. That’s not big news. But we all suffer from the same dementia. We have no way of scaping our own will for grandeur. No matter our stupidity. We tend to imagine things in a way in which the world delivers a safe charade to gallop lightly against the wind.

So we fall into despair. Who cares. Nobody does. Everyone is failing somehow. We are our own scrutinizers. Picky me is killing me. I see the beam alright. It’s inside my fucking eye, for crying out loud. Get off my lid, you stinking metal from hell. Deamons feed from my everlasting fountain of pain. It keeps pouring sour flavours of my agony. I am a pushy bully pounding dishes at my own dreams. How is this useful? It ain’t. It’s a fucking curse. And I don’t have the antidote.

I left the building long before Elvis. I am not here any longer, just like Fernando Frias’ film. I am nowhere to be found. Nor I am expected to arrive anywhere. Until one door opened at last. And I steped into the game. I decided to play again the game. The vehicle was quite nice and I found out I still knew how to drive. It’s not like we loose the capabilities that we have mastered in the past. Only I have wonder the world in search for myself, trying to figure out what it is that I can actually do. What I need to do, rather, to fulfill my spirit. Turns out I’ve done it all along, but the search was guided by my intuition that I could find it somewhere else as well. My calling was elsewhere, and not exactly where I was digging in the first place. I needed a way out, and I took a wrong turn. Somehow the system repelled my call to action, and I was driven away by my counter impulse to follow the path of major Tom in Space Oddity.

I’ve traveled back in time and I’m ready to lift up again. Even when I know I’ll end up in the like major Tom, drifting away to and endless motion randomly gliding accross space. To nowhere. As we all shall, at some point. So let’s not get hung about it. It’s a dream. And we shall chase this last dream at last.

Start the countdown. This is no ordinary countdown. It will take me to the place I’d rather be. It will move the space below my feet. But I’ll be touching the same ground that my steps will take me. It’s the motion that will shift. The intention to be heard. Or read. O followed. It’s a message to the crowd, to the soul of our Gaia, beating in a song that sings to me: flow.

Any other countdown would start with 10. But fuck 10. Why should we claim the 10ths of the world that they ought to be worshiped like Gods. What if we take a stap back and aknowledge another path for our emergence. What it we disregard all the values that have shaped us, just to start over, with a clean slate. To get a chance to begin again. Like Ulises in Brooklin. Or back in his neighbourhood in Monterrey. Even if the slow cumbias are gone. And the hair styles. And the Terkos. He still gets to feel what he was, in the middle of new setting that denies his past, his present and his future. But still, if he intends to reshape his balance, we might travel back in time. And modify his reality, the way they did back then. The way Fernando Frías allowed us to be moved into a new beat. Let that be my quest.

Disregard the 10. Let’s take 9. Circle around this other place. To find ourselves a new reconstruction of ourselves. We need not to expell the virtous in our history, nor deny the past of our cultures. The new beat should sound as if we are use to all the accents of our multiversal urbanity. Our new city allow us to shape a new capital in this brand new world. Let’s NEW everything.

Let’s do it casually. Let it be an experience in which we cheat history from the path we were supposedly taking. Just a while ago. The game we were so seriously buidling. The Alexandria library all over again. The codex recovered from the fire in Tenochtitlan. As if by chance we could rebuilt the ancient palaces in our mystical capital. It’s not everyday that a city is built on top of a lake. And still find it’s way to the saturate the space that was once a landmark of a unique civilization in our planet. Now gone.

Let’s go back in time. Let’s go forward, and deliver time in both directions. We sometimes think of time as something that has only one direction. Intuition tells us that the past is long gone, and presente is here, and here, and here, or rather, the future is pushing its was down our path, like the wind in our face. Let’s go back to move forward. Let’s blow our minds to keep sane. Let the children loose it. Let’s boogy, children.

ALLS

Quod scripsi, scripsi

Ahí lo dejo.

Lo escrito, escrito está. Lo dijo Poncio Pilatos a los rabinos judíos que se quejaban del rotulito que le había puesto a Jesús en la cruz. El famoso INRI. Jesús de Nazaret, rey de los judíos. iesus. iueus. O algo así. El INRI no nos queda claro. Pero está ahí, en nuestra cultura occidental. Inclusive para los judios. Es un hecho histórico. El no reconocimiento de los judios de que no es su rey es la respuesta de una lógica conservadora establecida que no quiere que se le mezcle que las revueltas del Che Guevara del momento, ante el temor de ser tomados por lo mismo. Lo que ya tiene un reconocimiento oficial tiene algo que perder ante lo nuevo emergente. Esto siempre será así. Lo será de aquí a dos mil años cuando la revolución social que me preceda llegue a su nivel de normalidad, se afiance en la sociedad transformada general, y mute unas 99 veces antes de encontrar el algoritmo robusto que permita su permanencia multiversal.

El tiempo y el espacio. Todo se puede desplegar en esos dos conceptos. O nada. O no somos nada, y en polvo nos convertiremos. O estamos con Poncio o estamos con los indigandos por la pancarta, o estamos con el man en la cruz, o estamos con María Magdalena, o estamos con María, madre de Dios, pero de Dios Padre, en un acto más sagrado que la propia gracia divina de su terrenalidad santificada. En todo caso, estamos identificados con alguno de los participantes en la alegoría de un acto revolucionario que no sólo tiene connotaciones sociales importantes para una cultura occidental, sino también para las culturas indio-orientales, sin que sea necesario dicho acto para establecer su propio modelo social-sagrado, y también para el modelo amerindo, o bien, de los pueblos y las culturas prehispánicas del continente ateriormente conocido como América.

Lo justo sería que los que se quejaban de aquél título que Poncio Pilato, ejereciendo su heteropatriarcado poder, en este caso devenido de los malvados patricios, y ensalzando una parte que como católicos aún hoy todo católico profesa, de facto cada domingo, ser: romano. Roma pues como capital de occidente tiene un efecto permante en la sociedad por lo menos desde hace 2020 años.

Esta parte romana se pasa un poco por alto cuando se habla en el debate púbico de las religiones, las creencias, la ciencia, y el alboroto público en las redes sociales, cuando los memes de los rojos y de los liberales inundan la opinión pública con sus mentiras perversas que atentan contra la buena moral que desde entonces hemos mantenida tan impoluta como el himen de María. Magdalena… coño, no quiero que me vengan los verdugos de las compañeras de la Sagrada Hermandad del Coño de la Bernarda.

Ya por blasfemo me habría aniquilado yo mismo en la plaza pública en la que otros tienen la fuerza para determinar que soy yo el que debe ser crucificado. Fíjense cómo en la eleccion de quién queremos ser cuando nos ponemos en plan situacional de los eventos sociológicos que recordamos periódicamente año a año, ya sea por un honomástico, ya sea por un día oficial, ya sea por una fecha marcada en el calendario, quizás por la quisquillosa casualidad de los santorales de coincidir con los equinoxios y los solsticios, como si los encuentros con lo sagrados estuvieran de manera obsesiva pensando en el astro sagrado que más nos deslumbra: el sol.

Lo sagrado de las pruebas a las que se somete la fe, por poner dos ejemplos tangibles, y también dos pueblos el las antípodas los unos de los otros, pero a la vez, unidos por una «misma» fe. Pongamos al pueblo guadalupano, lo que solíamos llamar México, y al pueblo romano, o bien, lo que solíamos llamar Roma. Y hablemos de tejidos sagrados. Tejidos que no podrán ser reproducidos, según nos dicen las autoridades eclesiásticas, que su valor estético no podrá ser reproducido por ninguna tecnología moderna. Es decir, que son, de facto, de otro mundo. Ese mundo, el mundo de los cielos, ya estuvo aquí. De hecho, está aquí. La omnipresencia de Dios nos indica que Dios, en este caso sólo el padre, ha estado presente en todos los momentos de la historia. No es por ofender a las otras dos partes de Dios en este análisis, sino simplemente poniendo sobre la mesa de debate la duda razonable de que Dios Hijo también estuviera presente de manera omnipresente previo a su paso por la Tierra, que en caso usted, de ser creyente, problablemente así lo crea, pero que se fuerza necesariamente a saber qué tipo de imagen y semejanza tendría antes de pasar por su fase humana. Jesús, de existir pues, como su Padre, de manera omnipresente, estaría ya a la derecha del padre, porque el padre está presente en todos los tiempos a la vez. De ahí que su existencia pueda ser verificada en todos los tiempos.

No así la de Jesús. Podríamos decir que se sienta junto al padre después, justo después, de haberle negado su voluntad, dudando, es decir, persistiendo en su naturaleza humana: Eli, Eli, ¿lama sabactani?

Señor, Papá, ¿por qué me has abandonado?

Jesús en su última rebeldía humana ante Dios Padre

Si consideramos que tres días, para nuestro estándares mortales no son nada, para Dios padre son mucho menos que un parpadeo de sus ojos sagrados. Para el tiempo en sí, una insignificancia absoluta infinitesimalmente tendiente a ser el mismo momento. Así que Dios Padre y Dios Hijo se encuentran en ese momento histórico que acaba de acontecer en su seno familiar. Padre e hijo en una especie de situación radical un poco violenta. Papá, no quise ofenderte. Tienes que entender lo que es ser humano y estar ahí en el directo. La gente va muy pasada de vueltas. Deberíamos haberlos visto. Si les dieron la oportunidad y escogieron (escogiste, cabrón) a Barrabassa. No mames, pa. No mames. Si el ofendido aquí tendría que ser yo. No tú. Así que no vengas, justo ahora, con sermones. Ahorratelos. Te lo pido. Dame un tiempito. Déjame otros tres días. O mejor, unos 40 días más en el desierto. ¿Dónde está Satán? Quedé con él en desierto que lo vendría a ver cuando volviera. El tipo tiene sus puntos, pa. Me parece que Tú y él no se van a poder entender nunca. Ese es un tema que tienes que resolver, pa. Deja que el rencor que habita en tu corazón se vaya por siempre a la chingada. Y enséñanos tu capacidad de perdón. Anda, que ahora yo te pido una prueba de tu resiliencia. El mundo, aquellos que en ese momento estén en su fase humana, un día de estos, te lo exigirán. Y deberás dar fe de tu voluntad. Y de tu piedad. Y de tu perdón. Papá, hay muchas cosas de nuestro dogma que son una puta patraña. Lo tienes que ver Tú, que todo lo sabes. Y si lo sabes, lo sabes. Vamos, un español como Tú, esto lo tienes que saber por cojones. Y no es por poner en duda todo lo hemos contruido desde entonces, pa. Si a mí me encantan las iglesias. Me encanta el techo del a capilla Sixtina. ¿A quién no? Mi estatua en el Vaticano es la hostia, papá. Tendrías que verla. Pero claro, estás ocupado con tu vasta tarea con el resto de hexoplanetas con probabilidades de vida, como si no fuéramos los únicos. ¿Acaso me ocultas algo? ¿Acaso, yo, tu hijo sagrado, no lo se todo todo? No podría hermanarme yo con aquellos otras terrenalidades de esos otro pueblos sobre los que nuestro reino ejerce un control supremo?¨Pronunciate, Papá. No quiero seguir con lo mismo que te acabo de pedir hace tan sólo unos instantes. Llevo días hablando en vos alta con los humanos, de la misma manera que le hablaba a Juan para que se enterara Pedro. Y míra, he venido yo aquí al reino de los cielos y no había nadie en la puerta para recibirme. ¿Qué acaso todas las almas que llegaron antes se han perdido en los confines del infierno?

El cielo necesita una remodelación. O quizás la fe. O quizás lo sagrado. El mito fundacional está muy bien. Nos debemos a los mitos, y tenemos que poner en ellos toda nuestra nueva fe. Como si nuestra humanidad nos lo exigiera. Debemos volver a la Tierra para acabar lo que un día empezamos, Papá. Mándame de nuevo, va. Que no tuve tiempo de acabar lo que quería explicar. Se me cruzó por la cabeza otro final. Múltiples más. Y tendremos mejores resultados. Prometo medir los outcomes. Y esta vez sí, escribir. Dejarlo todo clarito. Menos alegorías. Menos robarme todos los mitos paganos para juntarlos en una misma redacción. Prometo, esta vez, tener discipulas. ¿Qué te parece, papá? Estamos listos. Si para tí, es todo lo mismo. Al ser omnipresente no percibes la diferencia entre nuestro tiempo y el de los comunes. Es todo lo mismo para tí, papá. Pasas de todo. Estás y no estás. Lo estás viendo y no lo ves. Papá, te lo digo, con todo el cariño: esto no se aguanta. Pero no te quiere susurrar más al oido. Me voy a buscar a Satán que quedamos para un rito sagrado que aprendí mientras estuve en la Tierra fundiéndome con la tierra misma a través de una planta sagrada, papá. ¿No sabes lo que es eso? Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Un estoicismo singular. Algo tan inmediato a tí, que me sorprende que tú tengas reparos al respecto. Pero lo acepto. Somos de diferente generación. Somos de diferente naturaleza. Tú no eres humano. No nos puedes entender. Ni nosotros somos omnipresentes. No te podemos alcanzar. Y en cambio, salvando las distancias, estamos ahí contigo, y tú, aquí. Y eso basta. No más conflictos. No más historias. No más recursos dilapidados. Encontremos el plan estratégico para traer amor y paz a nuestros pueblos. Dejémosles ver que ellos mismos pueden crear un tiempo de reconstitución de todas las enseñanzas del pasado. Obliguémosle a que renuncien al heteropatriarcado que Tú, especialmente, y yo, aunque nomás tantito, también representamos. ¿Papá, por qué no escogiste a una mujer para hacer este trabajo mucho más sutilmente? Por tu culpa, ahora todos estamos sometidos al peso infinito de tu obstinada decisión de darle siempre más a los hombres, que ahora encima se sienten amenazados de no poder seguir siendo el macho alfa que miran en el espejo, pensando en tí. Papá, algo ahí se nos fue de las manos. Tendrías que verlo con mis ojos. Los tuyos van muy rápido. Te pierdes cosas. Matices. Micromachismos. Y afectan a la mujeres, principalmente. Pero también a los hombres, víctimas también de nuestra falta de concreción y de nuestra alegoría machista en la creación de nuestros propios fundamentos sagrados. De nuestra iglesia. Insisto: destruyamos el templo.

Papá, los romanos me llamaron rey de los judíos. Fue lo que yo les dije. Pero los judíos no me tomaron en serio. Y eso que nací judio. Y eso no les valió. Estoy circunsidado, y ni así. En cambio, el resto de los católicos, nunca más se circuncidarán. Ya verás.

Dios Padre no pudo evitar que se le escapara una pequeña risita. Jesús desconocía el estado actual de los penes de los todos los católicos circuncidados. En el fondo tendrían una semejanza más fiel al INRI. Pero no es lo que decidió Pedro y su iglesia. A Dios Padre le vino una imagen mucho más molesta: los penes de todos sus Obispos y monseñores en la curia papal. Todo su rebaño. Y vio, con una cierta satisfacción heteropatriarcal la diversidad de formas, tamaños y pieles colgantes de todos sus hijos especialitos. Los apóstoles de su ejercito.

Los apostoles y las apostolas, papá. De verdad, no me explico que no lo entiendas. ¿No lo sabías todo?

Dios está en las marchas feministas. Está también en los pañuelos verdes. En los votos de los congresistas argentinos votando por la ley que protege a la mujer de la violencia que se ejerce sobre ella de manera impune en todo el mundo. Papá: su cuerpo, como el de María, tu madre, es de ellas. ¿Lo ves, no?

No te preocupes. Las cosas han cambiado mucho. Te lo digo yo que acabo de estar ahí. Y ahora lo veo más claro. Fueron ellas las que me enseñaron. Y debemos apartarnos, papá. No seremos nosotros los que les ayudaremos en su lucha por la igualdad. Nosotros estamos en el otro lado. Y debemos asumir que es tiempo de que nosotros guardemos silencio. Y veamos emerger un nuevo reino construido sobre otros pilares de amor y de sociedad que piensa a partir de pulsiones colectivas que hasta ahora no se habían visto nunca. No así papá. Times, the are a-changing.

Ya sabes, papá. La música la hemos utilizado siempre. Y Wagner podía ser muy potente como ideal religioso atento a tu pulsión heteronormativa, pero esto también lo entendió Nietzsche en su día, antes del performance de matarte. En realidad moriste tú. Al ser incapaz de dar respueta a toda la complejidad humana que encima dimos libertad creativa para inventar otros mundos. La ciencia, papá. Eso es lo qeu se lleva hoy. Y la ficción. La literatura, papá. A ver, tú qué has escrito ultimamente. No puedes ser un autor de un sólo libro. Por más que quieras ser Salinger, nunca lo vas a conseguir. Papá, debes escribir otro libro sagrado. Te lo pido yo, que también soy Dios.

El espíritu santo, como no podía ser de otra forma, estaba presenten en la inusual conversación que padre e hijo estaban teniendo. Había llegado el momento de que Dios Padre tuviera la plática con su hijo. Jesús, le dijo: siéntate, vamos a hablar. Se disponía a revelarle los misterios que hasta ahora le habían sido velados. –Habría preferido–dijo Dios Padre con un ligero disgusto, y algo de rabia–que llegaras a todas estas revelaciones por tu cuenta.

El tono paternalista no ayudó a Jesús a sentirse del todo cómodo. Él también entro a la conversación con dudas si Dios Padre le había entendido todo lo que le acababa de explicar. Daba la sensación de que no había escuchado todo este tiempo. Como si estuviera hablando solo.

No es que solamente estuviera hablando, es que se encontraba, en su interior, solo. Estaba ahí, con el mismisimo Dios Padre, que estaba a punto de revelarle los últimos grandes misterios de la existencia, que el mismisimo Dios Hijo no había sido capaz de desvelar por sus propios medios, y aun así, Jesús se sentía solo. La soledad es una enfermedad que Dios Padre no puede entender. Al estar siempre presente, está siempre acompañado. Siempre igual. Siempre igual. En todos los tiempos. Con múltiples multiversalidades. Múltiples voces que se comunican con Él al mismo tiempo. Como si leyera el Finnegans Wake en todas sus dimensiones, con la naturalidad con la que sólo Él, Dios Padre, puede entender. Ni siquiera Jesús pudo entenderlo de la misma maenra que Dios Padre, o Joyce, cuando lo leyó por primera vez.

Dios Hijo era más de Kafka. Y en cambio Dios Padre era más de James Joyce y de Jorge Luis Borges. No eran la misma persona. Esto hay que entenderlo. En todos sitios se cuecen habas.

Dios Padre escuchó el alarido de Jesús en la cruz: Eli, Eli, ¿lama sabactani?

Y no hizo nada.

El abandono prosiguió después. Acto seguido. Al estar los dos juntos. La soledad que les separaba se fue haciendo más grande. Conforme Dios Padre revelava los últimos misterios a Jesús, ya en su cómoda posición al lado derecho, Jesús experimentó la más grande de las sagradas contradicciones: la soledad Dios Padre.

Y fue entonces cuando ambos se fundieron en un sólo instante eterno: ALLS

Borges y Joyce

Tras escuchar por primera vez mi banda favorita, El Gran Otro, tras la charl de Carlos Velasques y Mariana H, lo siguiente que escuché, por la gracia del algoritmo de youtube, fue esta charla de Borges sobre James Joyce. Acto seguido quise ser todos ellos.

El tren del mame

Si me quisiera subir en un medio de transporte en particular sería, sin duda, en el tren del mame. Ahí está lo que hay que ser, en el momento justo, ahora. ¿Qué más puede haber para un inverbe que pretende ser algo/alguien para los ojos de los demás? El mundo está atento a lo que se dice en el tren del mame, cojones.

No se crean nada. Ayer tuve todas las influencias literarias, musicales y vitales que puede abarcar una única persona en un sólo día. Empezando por Ulises. El de Joyce, claro está. No querría parecer ahora que soy capaz de narrar las historias de un viajero por el mediterraneo en busca de un porvenir que nunca llega, mientras se debe lidiar con Dioses varios, mounstruos mitológicos milenarios, el mar, la playa y los desencuentros con los que te topas cuando juntas a personas de todas las latitudes el puto planeta azul.

Ya sólo me faltaría meterme en el embolado de la física cuántica para hacer ver que la entiendo, primero, y luego para plagiar dos o tres metáforas de Carl Sagan, y hacer ver, coo si nada, que son propias. El tren del mame requiere este tipo de habilidades y no cualquiera posee la capacidad para subirse en él. Es un poco como el Hotel California.

Pero ahí se me está yendo la vena musical por el lado incorrecto del tren del mame. Mi tren del mame de ir por ahí iría a descarrilar en el barranco de la música sin sentido. Y te toparías con una horda de elfos y demás figuras mitológicas «modernas» jugando a ser el alter ego que defienden en su juego favorito en linea. Geimers pues. Ese tren del mame, de momento, lo dejamos pasar.

Es muy fuerte todo lo que se puede condensar en un día de un ser humano cualquiera. En el fondo para subirse en el tren del mame se necesita ser un don nadie. Alguien de barrio que pasa desapercibido por la vida. Con la capacidad de caminar por su ciudad y recorrerla todo lo que haga falta para estar en el meollo de su ciudad, sin necesidad de estar haciendo nada especialmente relevante o mediático previo al momento justo para despegar hacia el viaje definitivo de la aventura del héroe.

El tren del mame de James Joyce (ahora sí entro en materia, que se creían) radica en creer en la literatura antes de creer en cualquier otra cosa, y dedicarle a ella lo que se requiere para crear obras que se sostenienen en el aire por sí solas. Inclusive si en esa voluntad de subirse en el tren del mame se pierde la inteligibilidad de lectura de sus millones de esperanzados e insensatos lectores que se embarcan en el tren del mame de entrarle a un libro mítico como podría ser Ulises.

No llegué al tren del mame por voluntad playgroundiana de dejarme llevar por los trend setters de mi vida. En su día me subí al tren del mame de la innovación disruptiva y los planes estratégicos, y conseguí diluirme en un vórtice decadente que me llevó a los mismísimos límites de la desgracia. Estuve en el tren del mame de la miseria humana, aquella que sólo se puede imputar a uno mismo, incapaz de salir de ese barranco mientras no tenía voz para gritar nada más que señales disminuidas de mi inacabado personaje. Mi propio tren del mame me dejó tirado en la estación y partió para no volver nunca más.

Pero esto no va de intentar apuntarme al tren del mame de la desgracia. O más bien, del desgraciado. Ese tren del mame ya lo habité en su día. Y fue un tren del mame sumamente doloroso. Y no tuve la capacidad de llevarlo a ningún puerto valioso. Ni siquiera a un puerto apestoso. Todo el mame me lo comí. Me lo guisé y me lo comí. A lo mucho el tren del mame de aquél entonces me empachó, y con la gula me engordé, de manera enfermiza, de mi propia voluntad de mamador.

El tren del mame al que quiero subirme tiene pues componentes musicales, otros cuantos online, pero sobre todos una determinación inequívoca de asumirme en el directo. La capacida de transmitir un show que se despliega ante las cámaras de un tinglado que está pensado para que subsista en el tiempo. Como todos los zooms y demás eventos que se están llevando a cabo y que pueden desencadenar que el tren del mame se traslade por siempre a nuestra vida digital, sitio al que no querían llegar algunos antogonistas máximos del tren del mame. Sin embargo, el tren del mame pasa sólo una vez, y hay que tener la capacidad exacta para subirse en el adecuado.

Pero no se preocupen. Si usted es un fanático del tren del mame lo más probable es que ni siquiera lo sepa. Y que su manera de subirse al tren del mame está condicionada por su capacidad de asumirse como un borrego dentro de un rebaño. Que no está mal del todo. Lo que usted quiere en realidad es que el resto de los borregos le miren a usted. El tren del mame es una competición para ver quién entra antes al sitio en el que nos está encaminando el tren del mame del puto perro que obedece al amo: el pastor.

El Señor es mi pastor, nada me mamará.

Ese tren del mame tiene sus riesgos. Y sólo ha sido tocado de pasada para no dejar escapar esa posibilidad de subirse a ese apreciadísimo tren del mame que incerta el pene en el ojo ajeno.

No se me vaya a malinterpretar. El tren del mame de la claridad no es precisamente aquél que permite entender a James Joyce en su totalidad. Ni siquiera en su parcialidad. Lo cierto es que quizás nos queda tan lejos que tan sólo unos pocos llegan a la antesala de la oportunidad de subirse al tren del mame de la literatura. Y eso es un aberración social de nuestros días. La incapacidad de entendernos lectores, sin más, de cualquier tren de mame de cualquier sujeto con los cojones, y los ovarios, suficientes de subirse al tren del mame de los autores de libros. Los, y las, escritoras.

El tren del mame de las escritoras es exactamente el sitio al que quería llegar a parar. Así que sin más dilaciones, ahí lo tienen. No se puede pretender nada más insolente que tener la idea en solitario de alguien va a querer levantar un libro (que ya compró, ojo) para leer una historia que ha salida, completita, de mi desauciada cabeza. Me subí hace años al tren del mame de la locura, y desde entonces no he salido ni un minuto a la sanidad mental. El tren del mame de mi delirio me persigue insesantemente por las noches, o bien para matarme, o bien para forzarme a salir de la cama a escribir a intempestivas horas de la noche. Sobre qué, se preguntará el ávido lector. Pues eso, sobre nada en particular, y sobre todo. Sobre todo el tren del mame.

Ahora parece chiste fácil. Juegos de palabra para emular, sin fortuna, un ejercicio sencillo como plasmar tan sólo un día en la vida de un tipo normal que de pronto, de la nada, se embarca en el tren del mame. Esa es la máxima de las aventuras que acompaña a todo protagonista de una historia, en realidad. Y ese tren del mame quizás sea el mismo para todos los tipos normales que salen a buscar la aventura de su vida. Hoy precisamente. El tren del mame nos lleva a pensar que estamos en el presente que queremos vivir. Y por eso, hacemos los que nuestro llamado particular nos ha dictado: súbite a tu puto tren del mame. Ya.

Y vas y te subís.

Lo más heterodoxos de la lengua criticarán que de pronto les hable de tú y de pronto, sin intermediar, les hable de vos. Pensarán que hay algo mal en mi tren del mame literario. Y puede que tengan razón. Pero el tren del mame de iros a tomar por culo tiene esos niveles de libertad que te permiten asumirte como una estrella de rock and roll. El último y definitivo tren del mame superior.

Es a este tren del mame al que verdaderamente quería venir a parar. Escribir a las cuatro de la mañana es parte de un tren del mame paralelo. Eso tan sólo responde a la incapacidad de haber direccionado adecuadamente mis ímptetus literarios por los canales que el tren del mame del mundo editorial dicatan. Y esa consecuencia la absorbo como propia. Todavía estoy subido en el tren del mame de que mi obra no está lista. Quizás porque aspiro a que en el peor de los casos mis libros sean tan estrepitosos fracasos como Finnegans Wake y Ulises, juntos.

No lo digo yo. Eso sería haber asumido el tren del mame del plagio. Que tampoco vamos a venir a crucificar a nuestros compañeros y compañeras plagiadoras. Todas las asambleas y los comités de dirección tienen aquél individuo que repite, con otras palabras, y a veces ni eso, lo que tú acabas de decir hace unos segundos. El tren del mame de me gustan más tus ideas que las mías. Pero en realidad las ideas no son de nadie, dice otro. Y es verdad. Y no. Pero lo que importa es a dónde nos transportan esas ideas elementales que asumimos, por nuestra cuenta, o que transformamos en otra cosa tangible que podamos digerir. Es la creación, el texto, la consagración de trasladar el tren del mame que capturamos de algún impulso vital que percibimos, independientemente de la fuente exacta de dónde esta haya venido, y luego, acudimos a la ceremonía de la escritura para hacer de aquello, esto.

El tren del mame literario tiene una alegoría que cuelga de sí misma. La soledad del escritor es un oficio de quién se dedica a escribir. Y nada más. Luego hay otras esferas que envuelven esa liturgia. El tren del mame de los lectores, que pretende de entrada entretenerse con algo para construir una transformación inmediata de sí mismos. Algo que les lleve a otro sitio. Algo que les permita verse en el espejo. Asumise como Ulises. ¿Lima?

El tren del mame del escritor latinoamericano en la capital del reino es un viejo ejercicio de impostura al que se apuntan bastantes compatriotas que cruzan el charco para magnificar la estación final de su trayecto. No conforme con haber fracasado ya en su intento local por subirse en el tren del mame de la picardía local, ahora intentarán hacerle creer a otro pueblo, que son dignos de reconstruirse a sí mismos en directo. Ese tren del mame de la impostura viene precedida de un trabajo decidido por la forma literaria que están viendo ustedes entrar a su mente. Se trata de un ejercicio de prestidigitación que tuvo que venir de fuera para tener la soltura de subirse en el tren del mame que ningún niñato, o niñata, local habían sido capaces de asumir. El gran tren del mame superior.

Pues a ese tren del mame su subieron los personajes de los que hoy les vengo a hablar. Todo empezó por un tuit que vi hace un pard de días y que pregonaba la venida de una charla en directo que tendría lugar en El Sótano, la liberaría en Miguel Ángel de Quevedo, esquina, casi, con Universidad. Debo decir que esa esquina representa toda mi biografía como newdfiano. Los cuatro vientos podrían partir de esa rotonda y dibujar toda las cosmogonía de la gran capital urbana al sur de la ciudad. En ella, los coyotes bailan con la hegemonía con la que solían hacerlo antes de que los cazara, todos, el puto Hernán Cortés.

Quién sabe si valga la pena subirse al tren del mame de la ofensa de los gachupines frente a nuestra capital sagrada. Quién sabe si ese tren del mame está consagrado a estirar el máximo tren del mame de la víctima que prefiere serlo a subirse a otro tren del mame menos mamador. Sin que el acto en sí por el cual nos asumimos como víctimas eternas tenga que ser borrado del tren del mame de la memoria. Al revés, podemos hacer un tren del mame que permita que ambas cosas sucedan, inclusive si se quiere incoporar una dinámica grupal de desahogo como el tren del mame de los dos minutos de hate speech de 1984.

El protagonista de este día mamador que transcurrió por mi cabeza como una serie de pensamientos encadenados, y que ahora en la noche, aparecieron todos de repente, al mismo tiempo, en la lucidez onírica. Se trataba de una entrevista, de un evento, de una promoción literaria, de un directo musical, de una presentación de dos libros, y de una plática fresca. La música como hilo conductor, pero también los libros. Y la vida que involucra ir a conciertos. Y narrarlos. La experiencia del directo como un valor social superior. El tren del mame de la masa transformada por la música. No cualquier música. El rock and roll. El tren del mame de la música que importa. La música que trasciende. La música que nos habita. La música que nos interpela al acto más banal, o al más sagrado. O a ambas cosas, mientras seguimos planeando qué vamos a hacer con nuestra vida.

Bloom estaba por ahí dando vueltas. La ciudad, su día a día, mientras algo le rondaba por la cabeza. Una mujer. La suya. Y una infedilidad. La trama parece ser una historia común. Lo único es que justo es aquél día el que cabe en todos los días. Inclusive en días de pandemia. Pero ese día en particular son todos los días. Y todos los días son así de dublineses. Y así de universales. Como todos los días, miles de escritores se sientan a escribir historias para crear personajes que se decidan a trasformar su realidad, o que esta, a su manera, les sobrepase de una vez por todas, ese día en particular. Un día cualquiera.

Ayer fue un día cualquiera. Trabajo; lo justo. Impulso externos que se cuelan por el teléfono. Charlas a las que accedes por una liga que nos lleva a un directo, en su día, que quedó por siempre en las redes. Ahí está. Y lo consumí mientras seguía con las labores de creación de mi trabajo. La plática era entre dos autores de sendos libros de música. Ella, cuyo nombre no recuerdo en estos momentos, pero que cuyo libro son unas entrevistas con pilares del rock and roll mexicano, y cuyas historias crea un mapa de desolación del presente del rock mexicano, que sigue evocando el pasado de su construcción en el presente de lo que aquello fue. No hay más bandas recogiendo la batuta. Y nos parece que ya no habrá nada más, a no ser que el rock and roll mexicano se vuelva a reinventar.

@Charlifornication y @soymarianah hablando de la honestidad de sus respectivas obras literarias que versan sobre música. La honestidad de escribir respecto a la manera de vivir la música como un acto de superviviencia y afirmación. La música como una responsabilidad con una mirada crítica que no se para en acto de regocijarse en el tren del mame del crítico de arte hater. Evelinos de la música. No voy a entrar al tren del mame del juicio cruzado.

Una visión de una mujer que seduce a las estrellas del rock citándolos en una mezcalería para que le entreguen los secretos que le habría gustado a Paty Chapoy desvelar en el momento justo en el que la audiencia lo espera, para entonces ir a comerciales. Pero resulta que parece que es más bien un Juan José Orijel. Cuate, aquí hay tomate. Lo que parece haber removido esta asociación de pilares del rock mexicano es su propia decadencia. Y su diagnóstico tiene músicos cuya música puede llegar a transformarnos todavía. Lo bueno de la gente que se dedica a este tipo de relatos es que nos acerca a eso que queremos: la experiencia musical superior. Escuchar con consciencia. Como si la música nos fuera a dar una salida. O quizás, tan sólo un espejo.

Pero es aquí en donde el tren del mame llega a la estación final. En el mismo evento, se presenta el primer mítico toquín de un grupo de rock and roll mexicano que viene a dejarnos claro que el partido todavía no termina. El gran otro. Así se llama el grupo. El vocalista de la banda, Eduardo Rabasa, alias Lalaland, se subió hace veinte años al tren del mame de la edición de libros, cuando fundó, junto con otros cuantos mamadores, la mítica editorial sexto piso. Años después se subió en el tren del mame de la literatura, asumiéndose pues, como Joyce entonces, en un creyente de la literatura por la vía de quien cree poder explicar el mundo con una historia, tirando de todas las herramientas literarias que ha sido capaz de acumular en su esmerada labor de lector. Y con el tren del mame de editor a toda máquina. Por si fuera poco, su tren del mame también pasa por la estación del traductor, esa parte más sutil del mundo editorial que crea un vínculo entre dos lenguas para trasladar a los lectores de otra cultura, el magnitud exacta del gesto lingüistico de otra latitud. Pues Lalaland, no contento con haber transitado casi todos los trenes del mame, y habiendo escrito también sobre música, y la experiencia del directo, se ha subido al tren del mame más sublime: el de la estrella de rock. El gran otro, además, tiene a Jisus en el bajo, a «El banano» en la batería tracional, otro baterista (el gran otro debe hacer referencia a lo grande que es tener una banda con dos baterías) y un polifacético tecladista y baterista, al que también se suma la versatilidad de Lalaland para apuntarse al tren del mame de la guitarra acústica-eléctrica y al pianola mamadora, esas que soplan, como el Tacvbo hermano de Cara Dura.

El tren del mame de El gran otro llena el vacío que detectan los ponentes de la plática. En directo presenta en tres secciones sus primeras seis rolas. Cinco originales y un cover. El primer momento musical de El gran otro tiene unos fallos de sonidos que opacan la voz de Laland, que se excusa explicándonos que están en proceso de creación. La última vez que vi a Laland pude escucharlo, por primera vez, ensallar en directo en un estudio cerca del parque hundido. En aquél momento eran covers. Y sonaba bien. La energía estaba ahí. El trance también. La estrella de rock necesita que su música transmita lo que su cuerpo representa. Lalaland ya había habitado con éxito todos aquellos trenes del mame que el mundo de la literatura le ofreció, tras apuntarse al tren del mame de estudiar dos carreras, ciencias políticas en la UNAM, y economía en el ITAM. Sólo por apuntarse al tren del mame de me la pela la educación superior. El tren del mame de la titulación lo sanjó con una tesis sobre poder y literatura en el que abordó a Orwell como eje de su pensamiento político-literario. El tren del mame de las distopias tampoco le es extraño: sus novelas lo son, y en parte, su vida también. Y la nuestra. Su música, ahora sí con letras propias, reflejan el precipicio al que nos enfrentamos mientras caemos a lo más profundo del vacío. El sitio oculto y lleno de vitalidad creadora en el que el tren del mame del despeñado aprovecha para ordeñar las letras de una catarsis reveladora.

El rock and roll mexicano está en vía muerta. El gran otro ha llegado, en el momento justo, para llenarnos de ese vacío.

El tren del mame ha llegado a su destino. Gracias por la compañía.

El feminismo es el movimiento político más importante de nuestro tiempo

Los hombres que se sienten amenzados por el feminismo no han acabado de entender de qué se trata. Tampoco le toca a los hombres hablar mucho sobre el feminismo o la desigualdad de género. Eso le toca a las mujeres. El diágolo de las experiencias sufridas es lo que genera una conversación diferente a la que no habíamos sido llamados. Y de hecho, ahora mismo, tampoco nos toca a nosotros hacerlo. El rol masculino del feminista hombre es más bien asumir el papel secundario que tiene dar paso a lo que las mujeres, como mucho valor han sabido generar por sí mismas. Esa fuerza para oponerse al poder heteropatriarcal es sin duda la máxima esperanza de nuestros días.

La causa me parece la más justa y necearia de nuestro mundo en decadencia. Los pilares de nuestra sociedad se están tambaleando y nosotros apostamos todavía por los viejos valores: el varón primogénito blanco y capitalista. Por ir a lo seguro. El don de mando de toda la vida. Boys will be boys. Pues las mujeres han dicho basta. Y todavía quedan lugares en los que las mujeres, sus historias, sus cuerpos, deberán ser re-conocidos. Habitar tu cuerpo sin los lastres de los condicionantes que la religión, la moral y la sociedad heteropatriarcal les/nos ha lastrado a ser cómo somos. Sometedores del cuerpo de la mujer, de manera vedada o con el más putrefacto cinismo de nuestra cremallera abierta.

El terror de la violencia que se mantuvo en silencio tanto tanto tiempo. Lo que hay que aguantar como mujer ante según qué circunstancias de la vida. Los límites de las cuestiones inomrales de los hombres machos de nuestras biografías familiares. Todas las historias de machismo están acuñadas en nuestras cuatro paredes. La cuestión intrafamiliar, y la dignidad del apellido ha sido el pretexto más utilizado para que algunas mujeres hayan callado hasta ahora, cómplices de los silencios que enmascaran las vejaciones, las violencias, hacia cuerpos de mujeres indefensas, que no están dispuestas a vivir con el temor y el miedo de formar parte de esta sociedad viciada.

Quizás no lo podamos entender. Nuestra educación nos llevó a transitar por estos caminos, y no nos dimos ni cuenta. Quizás hay que borrarlo todo y volver a empezar. Con un cuento nuevo. Como si eso fuera a dejar el relato hasta ahora vigente en fuera de lugar. Puede que las inercias del heteropatriarcado sean demasiado fuertes para tambalearse con el suspiro de una multitud de mujeres que se presentan libres ante nuestra pasividad acomodada. Lo que pasa es que cuando su voz se levanta con la fuerza colectiva de otra manera de pensarnos juntos a partir de las antípodas de lo que no puede estar permitido, ni solapado, ni pasado por alto. Basta. Nos lo han dicho de la manera más audaz. Con un ejemplo de cómo luchar. Con el foco puesto en las minorías que no tienen esa representatividad que en otros momentos pensamos que había resurgido del fondo de nuestro armario. La sociedad que se integra a partir de esta construcción colectiva del futuro representa la posibilidad de sanar en comunión a nuevo credo. Ya no hay liturgia, pero sí amor. Y en este proceso, lo que queda atrás puede que se regenere en forma de otro fenix. No hay problema. Todos nos habremos transformado en el proceso. Y el día de mañana lo que antes no nos era evidente, ahora, por siempre, nos retumbará en la cabeza como esta canción:

La violencia que viene de todos los hombres que han conocido: hermanos, padres, hijos, tíos, primos, novios, desconocidos, maestros, padrecitos,…

Los hay quienes se ofenden. Quizás sienten pasos en la azotea. Quizás las consciencias del heteropatriarcado se sienten fuertes ante las nociones que desvelan los pecados de sus violencias. Quizás dicha tranquilidad que guarda el feminicida le permite seguir como si nada. La sociedad estaba dispuesta a solapar estos pequeños deslizes de los hombres fuertes del poder. Porque no es que se pervirtieran: eran así. Así habían sido siempre. La fractura del macho que debe ser macho por seguir alimentando al monstruo. El machismo no tiene fondo. La virilidad como valor, como las historias de todos los hombres de nuestros mitos fundacionales. Como si la costilla fuera tan sólo una casualidad. O que Dios Padre sea hombre. Y macho. A imagen y semejanza nuestra. Quizás por eso el hombre piensa que tiene un rol más particular y sagrado. Si Dios fuera madre sería otra cosa. Dios Padre no puede ser Dios madre. Ni con una madre tierra. Claramente ella es la vida. Y nosotros ellas. Tenemos claro que el Sol es un astro heteropatriarcal. Y la simbología que arrojamos sobre nuestra devoción a la estrella más brillantes del firmamento nos ciega ante la posibilidad de estrellas más grandes más allá de nuestro marco de entendimiento. Los multiversos no sabemos demostrar. Lo único que se me ocurre, como siempre que pienso en la necesidad de una demostración matemática, es en ir por la vía de la reducción al absurdo. Pero son cosas que sólo me sirven a mí. Son parte de mi singularidad ante el deseo de transgredir la norma, las reglas establecidas, y el entendimiento generalizado por diversos subconjuntos de la sociedad que se asimilan a sí mismos como miembros de una misma cosa.

Quizás debas escuchar de nuevo esta canción de Vivir Quintana. Así, en bucle, entrar a un trance final.

Feministas dialogando

El proceso psicoemocional de las mujeres pasando sus textos por sus cuerpos. Escuchar y hablar. Entretejiendo historias testimoniales de otras mujeres. La afirmación de las mujeres ante lo que mucho tiempo se mantuvo en silencio. El machismo del heteropatriarcado global. La inspiración. Estaba decidida: jamás amaré a un imbecil. En cada libreta hay un cosmos/un desastre. Cómonace del caos un cosmos. Los procesos de escritura colectiva. La escritura como resultado de la conversación que se mueve constantemente. Cómo generar un orden desde ese caos. Escucho a Valeria Luiselli: estructura vertical, patriarcal. Los orgamos masculinos y femeninos son distintos. El masculino es cómo se aprendió la escritura: inicio, medio, climax, y de ahí para abajo. En cambio el climax sexual se multiversa de una manera imposible de asir para el patriarcado. Nunca le ha interesado. La ausencia de interés de los hombres para conocer a las mujeres.

La valentía de Lydia Cacho. Su niña interior. La voz de un diario de 13 años que se escribe a sí misma. Las figuras arquetípicas de las mujeres. La escriura no sucede dentro de los mandatos autocontenida y autogestante de los hombres. Las lecturas que reconocen los vínculos con las otras. Mujeres con cuerpos y luchando desde su persona y desde ahí escriben. Desde sus cuerpos. Y su inteligencia.

Las recomendaciones de textos feministas. Lydia: leer a todos los machos. Qué le pasa a este imbecil. Leer los orígenes de la política. De qué me estás hablando de democracia si excluyes a las mujeres y a la niñez. Cualquier libro que se te antoje leer: miralo de manera crítica. Lee a todo tipo de personas. Desde dónde estás leyendo tú también. Cómo haces la crítica de lo que tengas en las manos. Lee mujeres. Entra en una librería y ojea lo que han escrito las mujeres. La isla de las mujeres del mar. Le encanto a Lydia. El de Brenda Lozano: el de brujas.

Valeria leía y se brincaba Simon Bale, no cree en Dios, se salta lo que dice. Leía a Platón y se saltaba sus micromachismos. Despertó tarde respecto a las condiciones desiguales de las mujeres. Proceso de reeducación de las mujeres. Un par de compañeras que se reunen. Mujeres que nos parecen interesantes. Suburban housewives club más radical. Joy James, crítica maravillosa. Audre Lorde: Sisters outside. Un ensayo que fue conferencia. The uses of the erotics as power. It’s on youbube. Hortence Spillers. Muy interesante para leerla a la primera. Lo que a mí me ha cambiado es la conversación con mis amigas colegas lationamericanas. El trabajo de las escritoras de mi generación, de las más grandes y las más chicas. No nos enseñaban a mujeres. Nos hemos tenido que reeducar. Desaprender.

El patriarcado nos atraviesa a todes. Algunas despiertan antes, como Lydia. Su mamá siempre le decía: qué vas a hacer por eso. ¿Cómo vas a cambiar el mundo? Hay una parte muy poderosa, y otra muy cansada cuando eres pequeña. Mucha responsabilidad. Descubrió: no nos enseñaro a cuidarnos. Es importante saber cuidarse. Nos dio una fotaleza como adolescentes que sus amigas no tenían. La fortaleza para rechazar la estupidez.

La madre de Valeria tradució su texto. Hay muchas cosas que heredamos de nuestras hijas. Qué cosas estoy diciendo que tendrá que reconstruir mi hija. Había llorado mucho de rabia, como madre, por qué les pasa esto a nuestras hijas. Qué no hacemos esto como madres. Estás luchando contra una estructura profundísima de mil cabezas. Que no se cae facilmente.

¿Cómo desperatar la mirada crítica en la infancia?

¿Qué preguntas hacen ahora que cuestionan lo aprendido?

La mirada crítica en la infancia tiene que ver en la honestidad. Mi madre era brutalmente honesta con ellas desde el principio. Vas a crear unas hijas inadaptadas. Qué bueno. Que no vivan sometidos a una presión idiótica de la sociedad. Llevaralas a las ciudades perdidas. A los horfelinatos. Platicando con un niño de la calle que sacaba una navaja. Conocer la alteridad, la otredad, de manera muy orgánica. Siempre preguntando. Jugar con elles a aprender y atender el mundo a través de la visión del otro y de la otra. Nos enseñan a educar mientiendo. A mentir educando.

Valeria da clases en USA. El espacio del aula. El espacio del texto. ¿Qué tipo de estructuras estoy reproduciendo porque en esas crecí y viví? ¿Cómo desverticalizar las estructuras en las que viví? ¿Cómo se generan espacios más fluidos, más caóticos, más desordenados, para que de ahí surja algo más rico y horizontal? Gaby, Brenda y Valeria: ecos en la frontera: la figura de la colaboración. Un museo: un texto para el catalogo… hablar desde el lugar de la mujera latinoamericana: check en el diversity quota. Hace unos meses una vieja conocida de Valeria, editora de libros de arte, le ofreció hablar con escritoras y otras formas de colaborar: ¿qué estás pensando ahorita? Le conté del proyecto de la frontera y empezó una conversación que hasta ahora ha seguido para que el museo ayude a toda la parte financiera. Es importantísimo adoptar ese modelo de colaboración para que las voces que ella quiere estén presentes en ese proyecto. Mira, escribí esto: qué te parece. Una fluidez desordenada de lo que surja. Un caos, un cosmos más rico.

Fernanda, desde el Itsmo, geógrafa, les saluda. También es autora del libro. Educar chamacas que piensen desde las diferencias. ¿Cómo educas a una niña a desobeder los mandatos patriarcales, racistas, clasistas? ¿Cómo se va encontrar una chamaca libre en un contexto que la pone en riesgo físico? Eres muy desobediente. Cómo hacerlo sin que me cueste la vida. ¿Cómo cambiamos el mundo?

¿Cómo hacemos para no amar imbéciles? Es un debate muy importante. Otra presentación pendiente para esto.