Vos sabés qué acabo de regresar de un sueño y ya estoy pensando en el siguiente.
En este último sueño tenía una relación armónica con mi director. Demasiada confianza quizás. Nos conocemos muy bien. Demasiado. Tanto así que me esconde cosas. De alguna manera lo hace para protegerme. No quiere que saque el duende. Si sale, ya no hay vuelta atrás. Y me puedo desbocar. Es un riesgo. Y está ahí. Latente.
Nos han invitado a una premiere. Es otra peli, pero está toda la farándula del sector. Y el engranaje político. La gente de las dos escuelas de la ciudad. A las que se les permite creer. A las que se les permite crear. Y hay que estar a la altura. Ser parte del ecosistema. Sin que parezcamos unos notas. Ahí viene la censura.
—Tenemos un evento al rato ¿te vienes?
—Obvio. Dale.
—…
—Me estás invitando, o me estás cargando. Vos me acabás de preguntar. Y sí, dale. ¿Qué es el eventito este?
—Es una premiere de una pelí. Estará todo el mundo. Tienes que comportarte.
—Yo siempre me comporto, boludo. Pará de joder.
—No podés ir así. Prohibido hablar como argentino.
—Qué tenés contra mi argentinidad, pelotudo. No me cortés las piernas vos también, che.
—Así no…
—Dejame de cargar, dejá vos de hablar como mexicano.
—Y yo soy mexicano.
—Y yo pelotudo.
—No mames, cabrón. No se te puede sacar a la calle.
—Andá a cagar: vos, tu eventito de mierda, y la madre que te parió. ¿Vos pensás que yo necesito ir a ese sitio? ¿Sabés qué? Metételo por el orto. Ya ta. Andá pallá.
—No porque estires los estereotipos de un argentino salame vas a conseguir ser uno más. Déjalo ya. Nunca, escuchame, nunca serás un canchero argento como te pensás que sos. A lo mucho, si me apurás, lo más argentino que sos… eso… eso sí, mirá: vos lo que sos… ¿sabés lo que sos?… un chanta.
—Ya tá. No sigás. Crees que eso me ofende, pelotudo. No necesito ser nada más. Vos sos tan canchero como yo, con tu mexicanidad prestada, tus taquitos de pastor, tu suadero sin verdura, y chingo de salsa roja, pero no engañás a nadie. Vos sos tan chanta como yo argentino. O mexicano. Si se trata de ser orto, mirá por dónde, yo soy tanto como vos. Y no, no me equivó. Orto. Así con sus letras. Sabés lo que te digo, Mati,… córtalas.
—…
—…
—¿Qué tenés… seis años?
—Ves pendejo. Tú lo que eres es un pinche argenmex.
—¿Y qué pasa?
—Y, nada.
—Vamo.
—Y dale.