El nuevo juego

El arte del piropo pachuco

Tendría que ser muy conciso.

Muy preciso.

El nuevo juego debe entenderlo todo el mundo.

Es para todos.

De todos.

Por todos.

Como una obligación: a plegaria.

Usted está avisado. No importa de dónde venga. No me explique sus problemas. Venga llorado y cagado.

E=mc2.

Muchos cojones al cuadrado.

Es la fórmula de Cristobal Colón.

O algo así.

No le solté ninguna historia.

La gente que habla mucho… yo entiendo que les pone nervioso otra persona que habla mucho. Me pasó con rms.

Y me puede pasar con cualquier youtuber que lo pete.

Yo vine aquí a tener la métrica.

A estar presente en la red.

Un sólo canal. 99 capítulos. En 9 días.

No tuvimos suficiente. Quisimos siempre más.

Esos nueve días sólo unos cuántos lo vieron.

Después llegaron los formatos. Los objetos. El arte de coleccionar.

El arte de la lectura.

Los libros.

Mis guías.

Mi próxima asunción.

Todo tiene un límite. Debemos saber marcarlos. Pero también debemos saber transgredirlos. Estamos tocados con la manera en la que no educamos a nuestros hijos. La que utilizamos, vale. Pero la que no llegamos. Esa pica. Y se nota cuando el resto de chicos soplapollas salen por ahí, ya de mayores, a hacer el subnormal por la calle.

Este es el problema de la educación.

Y las relaciones entre mayores.

Más allá del sexo. Más allá del porno. Más allá del sistema.

No es que seamos antisistemas. Planteamos otro lo más lejos posible. Y una fecha de salida. Esta. O la siguiente. Cada día replica una salida. Y nosotros en la nave. Quisimos ser el futuro. Y nos adelantamos al tiempo. Creamos una novela ejemplar multiversal. Quijote nunca se imaginó este molino. Sáncho sí. Y fue jefe. Y se le fue el poder a la cabeza. Pero consiguió el título que le soltaron los nobles. Yo fui loco donde don Quijote escuchaba el son de la playa. Y me bañé en las aguas negras de su locura. Como un iniciado en otro escuadrón.

El juego cambió. También los dioses.

No quedó títere con cabeza.

Mira que había títeres.

Pero nosotros, seres completos, libres, biografías únicas e irrepetibles, nos permitimos ser insolents. Y salvajes. Revolucionarios. Y nos prendimos. Y lo dimos todo. Nos destilaron un guaro nuevo. Y lo bebimos. Elixir de nuevos dioses que se pasearon por la tierra. Y cautivaron al día y a la noche. Nueve días seguidos.

Hoy es tan sólo una muestra circular de una historia que se engancha a sí misma. Tengo todas las claves. O al menos nueve. Y voy a jugar mi partido. Como si los sueños fueron algo más que sueños. Por contradecir a Unamuno. Que también tiene coña. Y me voy de fiesta con Valle Inclán. Y con el y Buñuel me pongo de acuerdo. Dalí está Cadaqués preparando nuestra llegada. La fiesta, esta vez, la organizo yo.

Con permiso señores.

Que dejo aquí aparcada la bicicleta con la que he recorrido el pueblo entero en búsca sagrada de nueve insolentes con los atravesar los límites razonables del pueblo nuevo. Aquí cada noche es sociovergencia. Dos martinis. Y dos mexicanos.

Dos ticatalanes lo miran todo desde fuera.

Nunca el pez en la pecera supo identificar las sombras.

Su ceguera le condenó su felicidad. No su memoria.

Socialmente hemos venido a alterarlo todo. Nos complace la insolencia máxima al poder. Pero la responsabilidad nos lleva a nuestro llamado por resolver el problema de lo que aquí acontece. El más grande. El que más impacto social puede llegar a tener. Y lo vamos a hacer mientras liberamos el tiempo y el espacio. Con un juego surrealista que lo pete en youtube. Y entrar en mercado por la puerta grande. Como si fuera a la monumental y me la abrieran antes del show. Desacralizada la plaza.

El procomún es religión superior a cualquier otra.

Esta es la comunión y el bautizo. Todo queda confirmado. Se asiste a la contemplación del acto del espíritu santo en nuestra cabeza. Tome. Y le dan un manotazo de parte del pastor. Y su conexión divina con Dios hace que se apodere de sí. Y su subidón venga acompañado de música. Y de seducción. Y de la noche en sí que se combina en un juego compartido al más allá. ¿Vamos a la cama? Quiero estar ya ahí. Contigo. Jugar el juego de la seducción que nos queda hasta que nos acabemos de empezar a fundir. En ese sagrado instante. Esa noción del límite penetrado. Por que vos me lo ofreciste. Nos ofrecimos el uno al otro en esta sintonía que nos trajo tras el baile a este deleite sublime. Tu cuerpo me examina. Hacemos el mismo gesto. Aprendemos en cada movimiento. El ritmo se acompasa. No unimos hace tiempo. Estamos arriba desde el momento mismo en que nos deseamos. Llegamos aquí goteando. Y sin morales supimos erotizarnos mutuamente con la aquella gracia primera con la que cautivamos el llegar a la dosis perfecta de tu cadera, caricias, sonrisa y gemido final, aquél gran primer día, en el que nos fundimos tu y yo. El temblor de nuestros cuerpos sigue por dentro mientras el corazón aterriza tras la asunción del espíritu consumado. El sexo es el vehículo de nuestra simetría emocional. Es ese amor. Eso es.