Roma

Justo antes de Cristo es una genialidad.

Cuando estás más al fondo, peor metes la pata.

Tu discurso cuela.

Lo escribes.

Lo recita otro.

Y triunfas.

Que has hundido la conferencia de paz.

La lías otra vez: estamos en guerra.

El discuros no cumplió las expectativas para la paz.

Tú eres idiota.

Dice la mujer con poder con la que te topas.

Y te va a hundir.

Porque así se ha conjurado.

A ÉL.

A ÉL Elizondo.

Yo he sido esclavo 20 años.

Otros 2.

A mi no me gusta hablar mal de los muertos, pero Espartaco… menudo…

Ese chiste me hizo LOL.

¿Quién va explicar lo que Laughing OUT LOUD means?

La mezcla de dos lenguas no está bien vista; ni por la una, ni por la otra.

La otra.

El general ha dado un bajón ultimamente.

Los esclavos tenemos nuestras quejas, pero hay uno cauces. Pero Espartaco…

¿En Roma qué seríamos?

Futbolartista.

El gordo de la época romana comían más de lo que debía ser para todos.

Parte de esta cultura que aprendemos algunos entre las nueve experiencias sagradas guiadas por Quetzalcoatl ligándose a Huitziloptchtli.

Roger me mandó un whatssap el domingo para que saliera justo en ese momento.

¿Te he contado como acabó espartaco? Menudo exclavo tienes. Un amigo del futuro Cesar cuando es joven. Ah, no. Su amigo de infancia. Triunfando entre los chicos del pelotón. The plattoon kids.

Take that, Vietnam.

We might choose to feel compeled by history left behind every war.

I have understood the nine important ones we learn about in our brand new social system. We can game the game. If we all go to the same direction: ALLS.

I was supposed to show up long ago.

Alguien te sigue al infierno.

De ahí no sales solo.

Tienes duende.

Y lo habitas.

Y los payos entran y se forma la comunidad hermanada en la gloria del espacio público nuestro.

La Mina.

Yo he sido esclavo 20 años, dice Arturo Valls. Su papel odia a Espartaco. ¿Has oido hablar de Espartco?

La cúpula militar de los romanos. La orientación de los romanos que sabíamos orientarnos en las montañas y los valles. Este general no sirve y lo seguis. Los subordinados se subleban contra el jefe máximo. El general manda sobre toda la tropa. Ejerce el poder. El orden funciona por las reglas que regulan los soldados con completa lealtad. Las reglas por las que cada individuo de la legión y parroquia opinan sobre la cosa común. Presentarse a unas elecciones con una idea en particular que se viste sobre el total del sistema resuelto por nuestro anhelo de superar el Cesar Augusto. Menudo esclavo.

Un americano.

Tres manipuras. No se qué decirle a los tribunos. No se cómo hablarle a los hombres en la batalla. Las posiciones de los equipos de defensa. Pontamos nueve contra nueve. La relación entre dos esclavos. Uno quiere participa en la decisión. El otro esclavo se alía con los amos: romanos.

El abuelo tiene el poder. Pero ya está mayor. Tocaría asumir la responsabilidad de acompañarlo. Pa, ¿cómo te ayudo en tu misión de servir a nuestro país?

El amo y el esclavo. El amo se cela con el protagonismo del esclavo que es un hacha para todo. En lo común hay una sola lucha. En eso la ficción nos transporta a otro mundo para que nos entendamos como los dioses y los guerreros que luchan por el resto, en nuestra gran ciudad capital: New Barcino. Si tu y yo más o menos estamos ahí, ahí. Roma justo antes de Cristo.

A esto le llamo yo el mal de Espartaco.

LOL. Pero debo disimularlo; casi ahogarlo. Mi afirmativa compañera y nuestra hermosa hija.

Yo nunca quise ser soldado. Quería ser campesino. Arar el campo. Sembrar. Cosechar. Los melocotones. Los aguacates. Los huauzontles.

En Roma, el que vale vale. La urbanidad. Los que estuvieron cerca de Cesar en su regreso. Los que salimos al balcón. Una historia de patricio. El corredor de valles.

Nuestro liderazgo estrategio no va bien. Eres una vergüenza, le dice un oficial que no está de acuerdo con cómo se está resolviendo el problema general. Mercaderes crasos. Que vienen los bárbaros. Tracios. Que los bárbaros. Aquí nacimos tú y yo. ¿Cómo sería mi país? Desde que tu padre me tomó como esclavo que no volvía a mi tierra. Siempre había querido volver. El esclavo contento por estar en la tierra que nació y revisarla. Entender el privilegio del que vengo. De vuelta al pueblo. Como una solución del barrio.

Busco barrio.

Soy del Gótico de Barcelona y me quiero ir de mi barrio.

No me jusgues.

Hijueputa.

Si quiere, venga usted.

Consiga aquí su plan.

Lo que necesita el pueblo de Venezuela.

Necesitamos un gobierno que gobierne.

No es justo lo que vive Venezuela.

Nosotros estamos cansados de ver esto así.

Ja basta de miedo. La Venezuela de Maduro. ¿Quién nos cuenta la historia?

Una madre que le mataron al hijo los soldados con un leñazo de un gas lacrimógeno que le fue proyectado a la cara un día que su hijo salió a reclamarle al poder su inoperancia. Un pueblo que vive sus horas bajas sobre la violencia que nos fue vertida en el espacio público. Cuando salimos a marchar. O votar. O expresar nuestro descontento. Nuestros hijos contra los granaderos y los paramilitares armados que balean en sus motocicletas de motocross. Esa realidad de un viejo oeste que se desplaza a la realidad de nuestras calles, ya sea pueblo, ciudad o capital. 120 muertes en 120 días de protestas. ¿Pero cuántos muertos hay en total en Venezuela al día? La violencia de qué tamaño es para subsistir por sí sola. La lucha del pueblo legítimamente hasta el huevo. Como los mexicanos con su tragedia. La política es esa expresión popular que ahora junta a otros jugadores de la pirámide poblacional. Disculpen mis referencias a la demografía, mañas de actuario más seducido por las pirámides de población y la medición de unas cuantas variables que se mueven en el tiempo pero que tienen un impacto en la globalidad de nuestra cultura que no necesita más que unos pocos demógrafos haciendo sus informes para el poder público. De pronto supongamos que pasa la generación de Casado y Sánchez y Rivera y Santi. Ah, sí, e Iglesias. El fundador.

Los sinco sin otro catalán que no sea Rivera.

La representació de l’Albert al mon.

Tinc, com a mínim, dos Alberts més valids que n’Albert Rivera.

Albert número 1: Roset.

Albert número 2: Cañís.

Albert número 3: Mariño.

Se despide un romano de su esclavo. En las relaciones siempre hay uno que quiere más que otro. Le dice un colega de la cúpula del poder al romano.

Mi antiguo pueblo me recibe con una canción popular. Me da una copa y pan. Y ropa. Y honor. Un sentido.

No tuve paciencia con los antiguos generales.

Yo ciego, casi monto un motín.

No se cómo me puedo equivocar tanto con la gente.

Hurra al general.

El poli que lo hechan del trabajo por temerario. Por salirse de las reglas. De la ley. De montro el rollo de la gente mi pueblo se está poniendo muy machín. Demasiado machín. Y de pronto te vas a la verga. Verga. Más, más, más, más, más, más, más, más, más. Los machos. Poniéndose hasta el pito. Por el rito. Eso romano seguimos siendo. Nuestra ebriedad ha sido reeducada varias veces por los y las sagaces insolentes. Es pertinente desdoblar. Necesitamos a los mujeres insolentes más que a los hombres insolentes. Esos los ponemos nosotros. La banda.

Estoy cogiendo una reputación.

Conspiración.

Servir a Roma. Lejos de nuestra casa. Sin familia. Sin el calor del amor. Cualquier crimen desatado por el amor tiene mil perdones. Las relaciones homosexuales en Roma. De hombres, claro. Las lésbicas ya estaban afirmativamente concebidas en el mismo concepto que liberaba a los hombres para vivir en sus carnes las relaciones homosexuales.