Costa Rica estuvo en vilo una vez más. El mundo no se enteró. Pero en Costa Rica se vivió un proceso electoral histórico. Otra vez. Y ya van varios.
La democracia es un juego simple que sirve para que las cosas sigan igual. O bien, si se quiere, para que se presente quien quiera con un plan de gobierno para cambiar las instituciones de un país. La democracia está crisis. Apenas se percibe la punta del iceberg. Pero el problema es general. El sistema está a punto del colapso. Nos hemos dado cuenta en Costa Rica en estas elecciones. Quizás el mundo está centrado en otra cosa, como los muertos en Palestina en la mirilla de francotiradores del otro lado de la frontera, o los muertos en el mediterráneo, ahora que no tienen a nadie que los rescate, o los políticos catalanes fugados de la justicia y detenidos en Alemania, Escocia, Suiza y Bélgica, o la venida de la nueva Venuezuela, casi en cualqueir parte del mundo en el que haya unas elecciones, o la vuelta de Hitler en el cuerpo de otro populista, da igual si de izquierdas o de derechas, que tras desvelar lo que dice, lo que oculta, ya se ha emitido el juicio social más común: los nazis llegaron bailando el cha cha cha. Mientras tanto los neonazis de verdad, la ultra derecha europea, crece sin tapujos ante la atenta mirada de un mundo que ya no sabe qué creer. Los rusos vuelven a ser los malos. Sus pócimas han llegado hasta los organismos de sus detractores, mientras Crimea, que coqueteaba con Europa, es abducida por el oligarca ruso que ejerce el poder. Trump por su cuenta se ensalza con China en una guerra comercial que tiene toda la pinta de jugar en desventaja. Los gigantes se mueve, mientras los espectadores ya no saben si observan un show o si se escucha primera llamada de uno de los jinetes del apocalipsis.
Los estados juegan sus partidos. Cada quien en su liga. Y todos estamos conectados a diferetnes postverdades. Sabemos qué deberíamos creer. Creemos saberlo. Pero en realidad la cuestión es totalmente inabarcable. No podemos estar en sintonía perpetua a todo el ruido que nos aturde. No sabemos si debemos dejarlo todo y buscar una alternativa en la que la sociedad se vuelque en otra dirección. Todo parece coordinadamente inestable para seguir igual. El capital y sus caminos a los mercados. Las oportunidades de los votantes para ahora sí elegir bien quién se hará cargo del vehículo del siglo XX en la carretera inexistente del siglo XXI.
Y en cambio sabemos que el sistema se adaptará. Lo ha hecho antes. Muchas veces. Somos un sistema complejo social que se mueve con sus dinámicas aparentemente benévolas. El bien común es la común demominador entre todos los dirigentes de todos los estados del planeta. ¿Cuántos hay? ¿Cuántos estados miembros en la ONU? ¿Cuántos estados miembros de FIFA? ¿Cuántos estados libres? ¿Cuántas democracias? ¿Cuántos modelos sociales? ¿Cuántos recursos? ¿Cuántos ejercitos?
Quizás en Costa Rica se nos fue la cabeza hace algunos años. Tenemos la sensación de vivir por encima de nuestras posibilidades. Y también la sensación de que el sistema se deterioró hace mucho tiempo. Y que los corruptos se hicieron con el poder, no de ahora, desde hace tiempo, pero que han forzado la máquina de una manera tal que ahora todos pagamos los platos rotos. Y más unos que otros. Estas elecciones nos han enseñado que nuestro país está divido en realidades dispares entre los que viven de una manera y los que apenas tienen para vivir. Y creemos que somos lo mismo. Simplemente porque ignoramos la problemática de los invisibles. De pronto vimos con preocupación cómo una alternativa populista sin mucho proyecto pero con un momentum centrado sobre todo en la supuesta defensa de un modelo de familia que se planta en contra de las libertades y derechos de minorías que para ellos no existen, sino que son una invención, una enfermedad, porque son distintas a lo que hasta ahora nos habíamos planteado.
Costa Rica entera entró de golpe en un debate que no había existido en el pasado respecto a los derechos de las personas a amar a quien le de la gana, y también, a un derecho algo más complejo de entender para nuestra estructura binaria, hombre, mujer, que es la existencia de otros géneros distintos. Hombres atrapados en la biología de una mujer, o viceversa, mujeres atrapadas en el cuerpo de un hombre. Y lo que implica esta transformación. Tanto en su cabeza, como en sus cuerpos, como en su familia y en su entorno. Nos dimos cuenta de que no nos habían enseñado estas variantes, y no sólo eso, sino que debíamos plantar cara a según qué manifestaciones de individualidad, que según una moral conservador nacional, se encontraba fuera de la norma. Lo que es ahora normal hasta hace un tiempo no lo era. Y lo que antes nos parecía normal, ahora ya no le es tanto.
Este ir y venir de posiciones sociales que determinan nuestra manera de definirnos en público y en privado nos tiene un poco desquiciados. Quizás el sesgo pase aquí por un velo religioso que siempre ha sido conservador al catalogar aspectos de la vida que se alejan, o no, de las vidas idílicas que nos pintan los hombres de Dios desde su púlpito, pero sobre todo, desde la moral que se inculca en las escuelas religiosas.
Costa Rica tiene una anomalía interesante. No es un estado aconfesional. La religión oficial es la católica. La moral conservadora de la religión católica se mezcla con espíritu tropical de quien tiene al menos dos costas a los que acudir al encuentro con el mar. La música y el baile se interpretan con la misma tradición popular con la que se mueve todo un subcontinente delgado y estrecho, con siete países que juntos de la mano enlazan el norte y el sur, así como un conjunto de islas en el Caribe cuya historia nos enlaza el pasado esclavista de nuestras potencias coloniales con un concepto más moderno y rompedor del sistema: los paraísos fiscales que mueven el dinero invisible que se filtra de todos rincones del planeta, bien protegidas por un secreto bancario, casi más inviolable que el secreto de confesión que nos ha avocado a confiar ciegamente en los padrecitos que nos limpian la consciencia de todo pecado, tras expulsarlo de nuestro organismo, y tras la penitencia moral directamente saldada con Dios Padre, volvemos al camino del bien, que pronto encontrará su camino truncado para torcerse una vez más, tentados por los implacables tentáculos de un demonio mucho más ávido a explorar los límites profundos y oscuros de la existencia humana.
La corte interamericana se metió con una prohibición de Costa Rica del matrimonio de personas del mismo sexo. El matrimonio, dicen los conservadores, es una cosa de la iglesia. Los católicos, también en España, habrían preferido que se le diera otro nombre. Porque el matrimonio es una cosa, y eso, otra. Justamente nada tiene que ver con la iglesia. Sino con el derecho de una persona de casarse con quien quiera. Y tener los mismos derechos que otra pareja que hace lo mismo. Cosas prácticas como la pensión de viudedad o la transmisión de una herencia o los derechos de formar una familia. Y no es lo mismo para una pareja de dos hombres que para una pareja de dos mujeres. Las mujeres pueden tener hijos. Los hombres no. Esto es un ejemplo de como esa dualidad binaria de lo que considerábamos natural sigue teniendo un impacto práctico en lo que una de estas nuevas familias tienen por delante. El concepto disruptivo aquí también es el de la familia. Es un concepto que visto desde la perspectiva del amor no tienen ninguna fisura. Las personas se aman y quieren vivir juntas. Y tener decendencia. Y hay maneras para conseguirlo. Estas situaciones también se tienen que preveer en las estructuras sociales, asistenciales y legales que se plantea una sociedad moderna ante la nueva casuistica social. La suerte es que no somos los primeros. Es más bien un debate al que Costa Rica llega teniendo suficiente experiencia en países afines para saber cómo legislarlo y cómo introducir estos temas en la agenda política y social sin que ello tenga porqué ser un trauma para nadie.
España es un país en el que el conservadurismo religioso tiene una importante representación social y política, que sin embargo tuvo la capacidad hace más de 15 años de impulsar estos temas en la agenda social de un partido socialista que fue, ahí sí, pionero en el mundo en la articulación de los derechos igualitarios para permitir que las personas se pudieran casar con quien quisieran. Una igualdad ante la ley, que inclusive el Partido Popular, una vez de vuelta al poder, no derogó, al tener en sus propias filas, o sorpresa, personas que se habían beneficiado de dicha apertura social. Su queja, como mencioné anterioremente, es que le habrían puesto otro nombre distino, porque el matrimonio que ellos se imaginan, es el de la iglesia. La respuesta es la misma: es otra cosa. Son derechos civiles. La iglesia sigue sus propios caminos para adaptarse a una sociedad cada vez más abierta.
La religión y la política de pronto se mezclaron en estas elecciones presidenciales de Costa Rica. Lo interesante esta vez es que la bandera del conservadurismo en defensa de un modelo «tradicional» de la familia no vino de la mano de iglesia católica, sino de la iglesia protestante. Los protestantes en Costa Rica han tenido una penetración importante en los últimos veinte o treinta años, algunas veces con la financiación de capital extranjero para montar infraestructuras que vienen a articular el espacio comunitario de comunidades olvidadas por los gobiernos de todos los partidos. El ámbito rural ha seguido con la problemática de aislamiento y falta de infraestructuras básicas como el acceso a agua, la vivienda, carreteras, servicios médicos, escuelas, etc. Las políticas públicas en medios rurales tienen una importante barrera: la dispersión. Esto provoca que llevar los servicios públicos, luz, agua, gas, sea más complicado y costoso que llevarlo a centros urbanos en los que más personas se benefician de dichas inversiones. Sin embargo, son inversiones que se tienen que planificar de manera que se garantice una mejora paulatina y programada de la calidad de vida de dichas comunidades, al mismo tiempo que se introducen mecanismos que les permitan a dichas comunidades crear sus propios proyectos productivos para superar una economía de subsistencia, en la que muchos de ellos viven inmersos. Las economías de escala en estos casos es otra barrera importante, así como la introducción de proyectos que en otros contextos han tenido resultados, pero que no nacen de iniciativas propias de la comunidad. En dichas comunidades, son las mujeres las que resultan claves para garantizar la cohesión estructural de la comunidad y de los entornos familiares para gestionar las ayudas y subsidios. Comenzar primero por visualizar a dichas comunidades y plantear espacios comunales abiertos en espacios públicos o municipales para mejorar las condiciones de su población es una tarea que se debe desarrollar con el impulso de las autoridades locales, y con un programa respaldado por el gobierno central, delegando en las autoridades regionales las maneras más apropiadas para coordinar su lanzamiento y acompañar a las comunidades en procesos participativos de la acción política. El hecho de que dichas conversaciones se hayan dado en los cultos de las iglesias protestantes muestra un vacio del estado que es necesario corregir, no tanto para menoscabar el espacio social que dichas comunidades religiosas han generado con su empresa, sino para darle vías de participación a estos ciudadanos para generar un impacto en sus comunidades.
Viví bastante a la distancia todo el debate político de estas elecciones. Vivo en Barcelona y me resulta complicado seguir y hacerme responsable de lo que sucede en mi país. Y tampoco lo tengo fácil para participar en el proceso. Tengo derecho a voto, pero implica inscribirme y viajar a Madrid para ejercerlo. Y no lo hice. Ahora tengo que ir para renovar mi pasaporte. Además, llevo muchos años sin vivir en Costa Rica y me parece que me queda lejos de mi realidad actual. O más bien, que no tengo derecho a opinar sobre algo que después no va regir mis obligaciones y derechos. Pero esto es falso. En realidad Costa Rica es el único sitio en el que tengo el derecho a presentarme a unas elecciones, si tuviera la voluntad y los medios para inscribir un nuevo partido político. Es una empresa demasiado lejana.
Pero sigue siendo este pequeño estado centroamericano el único en el que soy un sujero político valido. Ni España, tras 17 años de vivir aquí, me ha dado este derecho. Ni México, en donde viví 16 años, y de donde son mis tres hermanas mayores, que ellas sí, recibieron la nacionalidad, tras algunos años más de seguir viviendo allá. La realidad es que mi participación en la política es irresoluble. No tengo voz ni voto. O voz sí. Pero no la ha puesto al servicio de ningún discurso, justamente por un sentimiento de exclusión que me acompaña hasta ahora. Y de ahí que dicha participación haya constituido igualmente un proceso muy personal de hacer algo con esta circunstacia que implicara vivirlo en positivo. Eso me llevó a utilizarlo como un eje vertebrador de mi obra como autor. O bien, me llevó a plantearme el contexto en el que dicha propuesta social se plasmara en un escenario creado para satisfacer las circunstacias excluyentes de mi persona. Necesitaba un estado nuevo que me permitiera ser el actor político completo que hasta ahora no había podido ser.
La ficción fue mi elección. La literatura permite articular todos los discursos. Utilicé la palabra porque sabía que la retórica más creible saldría el día en el que tuviera que repetir los bucles que ya había diseñado mil veces antes que ahora, en el momento de presentarme como ese agente político arrojado al centro del escenario, sabría improvisar como una visión adaptable de un mismo discurso vertebrador de una revolución social completa. Al no tener viabilidad práctica en los juegos políticos de los estados naciones con los que coqueteo, la opción más razonable era pensar en la búsqueda más radical de una solución general para el sistema en su conjunto. Si las reglas de la política que me excluyen de la fiesta política ¿porqué iba a tener que seguir las mismas reglas del resto de los jugadores?
Esta libertad ha sido una gratificación absoluta, tanto como una penitencia monstruosa. El límite superior es un sitio al que hay que conseguir tener el nervio y el temple suficientes para llegar con holgura. Sin temores. Y es ahí en donde se pone la mira cuando uno supera el cuerpo a cuerpo que nos lleva a las penosas situaciones de los debates políticos polarizados como la elección de Trump en Estados Unidos, la dualidad irresoluble de los dos bandos encontrados, replicados en su versión iberoamericana entre la confrontación entre el centralismo de Madrid defendiendo la unidad de España ante el enemigo en casa de la secesión de Cataluña o el País Vasco. La unión europea observando la evolución de las cosas en el sur del continente, como ya hizo en su momento cuando evaluó la acción de Franco y Mussolini contra el gobierno electo en las urnas. Mientras Europa y sus medios critican el tono populista de la propuesta de Trump de construir un muro con México, Europa construye más kilómetros que nunca en su historia de vayas con las puas más modernas y lacerantes de un mercado en boom, pactando con los estados del sur del mediterráneo y con Turquía para que hagan ellos el trabajo de frenar los migrantes que pretenden llegar allá a donde creen que está el futuro. La libertad de los países que en su día fueron colonialistas (¿ya no?) para ir a explorar y ver qué minerales hay por ahí, y luego general un mercado lo suficientemente opaco para distribuir las armas en los mercados secundarios en los que estos negocios se cierran, mientras se protege el coltran en las minas en las que explotamos a los niños que se juegan la vida en condiciones de trabajo esclavo, por llamarlo de alguna manera que nos resulte familiar, para poder disfrutar de nuestro teléfono de última generación, para vivir el sueño de un mundo feliz interconectado con la red, en el que si quieres, lo puedes conseguir.
Cuando te das cuenta de que tu mismo generas el mundo que criticas entras en un estado de inacción complejo. Si sigues por ahí serás tú el que se convertirá en una contracción. Pero ya lo eres. Y de ahí no se sale por voluntado propia. O comulgas o el cuerpo de Dios no habita en tí. Es así el dogma. Si no crees el dogma es mejor que no estés con nosotros. Esta exclusión no me la impuso nadie. Yo mismo la percibí frente al espejo. Y me dejó mudo. Callé. Me bajé del bagón. Huí.
De pronto el tren iba demasiado rápido para subirme otra vez. Por más que intentaba no conseguía subir al vagón en marcha. Lo que se me ofrecía eran las migajas que tienen los que pepenan por las calles de las capitales mundiales. El ser digno que se tira a la calle una vez que toca fondo. Y que se juega la vida como el americano que sabe que su jubilación depende de su carrera, sus inversiones, sus fondos, su familia o su pobreza. El juego del capitalismo está viciado hasta para los propios defensores de su hegemonía. El estado de bienestar es otro modelo que se tambalea con su incapacidad de asumir realidades demográficas como una población que envejece y devoluciones en caliente en las fronteras del sur a la gente que huye de la violencia más sangrienta del planeta.
La violencia es el primer eje que debería estructurar nuestra responsabilidad colectiva en todo el planeta. Siempre queremos llegar a la gente con la volutad de salvar el planeta del calentamiento global y el cuidado de los ecosistemas. Ahí también los costarricenses hemos dado un paso adelante hace muchos años con un modelo propio, cuyo discurso ya se ha gastado, y que de alguna manera, debe permitir una segunda fase que permita renovar el discurso y la visión que nos proponemos ahora a abanderar para que podamos asumir frente al problema general que percibimos comos sociedad. No sólo en nuestro pequeño estado tropical, sino en el conjunto del planeta. Esta es la conclusión de mi posicionamiento político: vivo en un sistema complejo social que interactua de manera itinerante con todo el planeta, en una conversación que nos coloca a nosotros, individuos, frente a retos colectivos que implican a toda la humanidad. Los 7000 millones de habitantes. Pero no todos partimos de la misma base. No todos hemos llegado al mismo nivel de bienestar. No todos tenemos la misma responsabilidad sobre la huella ambiental que dejamos en el planeta. Hay un frente común en la política internacional. Estos temas se debaten y se llegan a acuerdos que marcan las líneas estratégicas de una reconversión energética y social. Pero somos nosotros los que debemos provocar también un cambio social en las estructuras globales de governanza respecto a nuestro estilo de vida, nuestras expectativas de desarrollo y nuestra capacidad real para combatir al dragón.
Costa Rica tiene valores que sirven como base para definir un planteamiento en el que me motivaría participar colectivamente para establecer nuestra visión en el ámbito general de un estado supranacional. Este estado global es parte del debate dentro de los círculos de futurólogos en el que hay personas de todo el mundo atando cabos para ponernos en marcha. En ese plano general, la unidad de nuestra especie encuentra un sano punto de encuentro: el planeta en el que viajamos todos a una velocidad vertiginosa por el espacio en extrarradio de un universo, que según nuestro física cuántica, es tan sólo uno, el observable, de tantos multiversos como deseemos imaginar. La ciencia nos da la posibilidad de soñar con sistemas múltiples, en vez de tener que obsesionarnos con la idea más complicada de una solución única. El modelo de los estados nación plantea, para cada nación, la competencia de sus estructuras frente a otros estados. Casos como la Unión Europea promueven la capacidad de los distintos pueblos de formar parte de una comunidad más grande en la que todas la culturas coexistan y trabajen por el bien común más allá de las fronteras de los estados. No obstante, el proyecto inacabado da síntomas de cansacio cuando cada estado juega al proteccionismo de sus intereses particulares y a la hegemonía del poder entre los estados más potentes, mientras se ven retratados ante el juicio de la voluntad de un pueblo, o una parte considerable al menos, ante la voluntad de decidir sobre su propio futuro como nación dentro de esta misma comunidad, en el caso de Cataluña. Es evidente que la disrupción genera inestabilidad. Pero los sistemas complejos no le tienen miedo a la emergencia. Una alteración en la parte micro puede generar un cambio en las estructuras macro de la totalidad del sistema. La resistencia del sistema también es un comportamiento esperable del propio sistema complejo. Debemos procurar que el resultado nos lleve a un máximo relativo mejor que la situación actual. Este mapa no ha sido bien dibujado en ninguno de los dos bandos en el conflicto, ni tampoco ha sido propiciado por el juez político del conflicto: una UE muda.
El riesgo de Costa Rica es que siendo un estado y una democracia consolidada, pacífica y funcionante no asuma que el cambio que necesitan las instituciones de cara a los retos globales, la desafección social de las actuaciones corruptas de los partidos tradicionalmente en el poder o las prácticas obstructivas de la acción política por las vías de contrapesos entre los tres poderes del estado. Costa Rica consiguió en las elecciones pasadas romper con el bipartidismo de los dos partidos tradicionales en el poder. Un hecho que denota una evolución política social avanzada, que fracciona la sociedad en diversas alternativas que tienen la representación de una sociedad diversa y plural. Sin embargo, tras la victoria de un partido de centro izquiera que en sus siglas invoca a la participación ciudadana, el gobierno fue incapaz de aglutinar este cambio político necesario que pasa por corresponsabilizar a la ciudadanaía en la acción política más participativa, transparente y transversal, que asuma que la cultura social se ha transformado de manera irrevocable. Este cambio social ni siquiera se percibió en el discurso político del partido en el poder, quizás incapacitado por el bloqueo institucional que el resto de los partidos consiguió instaurar, una vez más, para desgastar a un gobierno para dejarlo en evidencia mediante un objetivo electoralista de demostrar el fracaso del oponente. Mientras este sea el horizonte de miras de la acción política de nuestro país, poco vamos a avanzar.
Pero Costa Rica se encuentra ahora mismo frente a una oportunidad trascendental. Nuestro posicionamiento es lo suficientemente relevante como para permitirnos hacer una reflexión política colectiva que nazca a partir de esta catarsis vivida en esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Nuestra fiesta política ya no es la de dos colores políticos que marcaban nuestra afiliación familiar según la herencia de nuestros antepasados en la participación de una guerra civil de la cual nace parte de nuestro discurso político compartido. La alternancia funciona para poner en marcha un modelo de desarrollo que se permite en un principio afianzar el campo, sobre todo a partir de las cosechas de café y banano, y después, con la estructuración de un modelo productivo en el que el turismo juega una parte imporante con un modelo de ecoturismo que sienta las bases de una sociedad educada en la conservación y en la biodiversidad. Nuestro sistema educativo y la atracción de empresas como Intel consiguen que en un momento dado seamos una opción interesante para atraer empresas multinacionales que busquen una capacitación media alta de profesionales universitarios. Las nuevas tecnologías abren una serie de oportunidades para la innovación que no se si se han acabado de impulsar, y la influencia de Frankling Chang en la posibilidad de contar un programa científico y espacial de primer nivel nos debería motivar a emprender un eje estratégico de máximo nivel. La competencia en infraestructuras de nuestros países vecinos nos lleva a la necesidad de llevar a cabo cuanto antes el canal de transporte de mercancías entre los puertos de Moín y Caldera, a partir del desarrollo de un tránsito de contenedores por vías exclusivas ferroviarias que permitan ofrecer una alternativa interesantes a los proyectos de ampliación del canal en Panamá, y al proyecto de apertura de un canal en Nicaragua. Dicha infraestructura podría servir para establecer uan alianza estratégica con dichos países y mejorar los mecanismos de colaboración que las tres infraestructuras en su conjunto podrían beneficiar a la región.
Los resultados en salud de nuestro sistema universal de cobertura sanitaria debe actualizarse con inversiones en infraestructuras, equipamiento, investigación y profesionales. Nuestro sistema de salud es muy potente porque consigue buenos resutlados con una cobertura universal y con costo medio bajo. La actualiación de las infraestructuras y equipamiento pueden encarecer estos costos, pero tambien deben garantizar que el futuro de nuestros servicios consigan renovar y actualizar los recursos instalados. Un sistema como el nuestro puede hacer mucho énfansis en la calidad de vida de las personas, en la alimetnación, la promoción de estilos de vida saludables y la corresponsabilización de los cuidados de salud de la población en su conjunto.
El sistema educativo del país también requiere de una revisión global. Lo que aprendemos ahora es que nuestra sociedad cambió entre que salimos de la escuela, entramos a la universidad y el día de hoy. Sabemos que el acceso al trabajo y la volatilidad del mercado laboral nos lleva a pensar que la educación básica y profesional debe adaptarse a nuevos paradigmas. De todas formas la disparidad que puede existir entre la escuela pública y las escuelas privadas forman un brecha que bien puede describir perfectamente la situación de polarización vivida en las presentes elecciones. La escolarización de zonas rurales del país podría impulsar un proceso de renovación de los nuevos modelos de aprendizaje en los diferentes niveles de desarrollo de los niños, desde la educación preescolar, la primaria, secundaria y bachillerato. La actualización de los nuevos modelos de aprendizaje debería servir para poner en contacto estas dos Costa Rica que se han mirado con recelo durante estos días de campaña. Quizás la escuela privada, y todos sus egresados, podrían hacer un ejercicio de integración en la realidad de las zonas rurales que probablemente podrían aprovechar un debate que les llevara a mejorar infraestruras, plan de estudios, modelos de aprendizaje, claustro, formación de profesorado, equipamiento, etc. De hacer esto, la solución pasa por intentar aplicar de manera estructurada los cambios de los entornos sociales más necesitados en zonas urbanas y rurales, de mecanismos de participación que conviertan a la escuela en un eje vertebrador de la comunidad, que atienda las necesidades sociales de las familias de manera integral y coordinada con los diferentes actores involucrados.
Un ejemplo claro de cómo nos cuesta, no sólo a los ticos, ponernos en el lugar de los que más necesitan, es cómo nos relacionamos por ejemplo, con la realidad social de Nicaragua. Nuestro país tiene una relación simbiótica con nuestro país vecino del norte, y en cambio, no somos capaces de articular políticas que nos impliquen en mejoras en su entorno socioeconómico que permitan que mejoremos de la mano. Lo cierto es que el flujo de personas y de familias nicaragüenses y costarriceneses nos hermana de una manera en la que todavía hoy genera tensiones sociales. Es verdad que Costa Rica es pueblo que acoge bien al que viene de fuera. Pero las relaciones con los vecinos siempre suelen ser especiales. Y como tal, debemos intentar potenciar poner de manifiesto nuestra voluntad de ayuda, no sólo a nivel institucional, sino también en la corresponsabilización de programas en los que nosotros mismos podamos ser partícipes de una mejora social real. La revisión de nuestro sistema de educación pública para enfatizar cómo mejorar las condiciones de la escuela en las zonas urbanas y rurales más sumergidas perfectametne se podría extrapolar a esos entornos en nuestros países vecinos. Sin duda, a partir de un proyecto de estas características podríamos motivar que nuestros propios estudiantes se corresponsabilizaran de la interacción con estudiantes de diferentes zonas del país, y de diferentes países, en un plan conjunto para mejorar la puesta al día de nuestro modelo de aprendizaje, basado en la noción de aprender a aprender, y de la activación del pensamiento científico, el lenguaje matemático, lectoescritura, la literatura, la filosofía, el teatro, la música, el surf, el deporte, la montaña, la ciudad y el internet.
La corresponsabilización del desarrollo social es un tema que no puede preocuparnos sólamente en nuestro territorio. La manera de afectar positivamente el desarrollo social de otras zonas más deprimidas forma parte de nuestro rol social integrador en un sistema complejos social que se entiende parte de una misma colmena. También corresponsabiliza nuestra acción política y social no sólo con los nuestros, sino más importante, a partir de la experiencia del contacto con el otro. A partir de este ejercicio, nos podemos reflejar en realidades muy diversas a las que vivimos en nuestros entornos social y familiar, y nos ayuda también a convertirnos en una sociedad de acogida de personas que vengan a nuestro país a fortalecer esta cultura universal multicultural que bebe de las experiencias vitales de todas las culturas que traen consigo los nuevos ticos que también se alientan de nuestra visión colectiva. Es esta visión la que puede traer oportunidades de sinergias estratégicas con gobiernos e inversores que se interesen en formar parte de esta construcción de futuro que planteamos desde el pueblo de Costa Rica.
Por segunda vez tendremos un gobierno que nos interpela a la Acción ciudadana. No nos quedemos viendo el partido desde la tribuna. Saltemos a la cancha a jugar el partido que nos toca, ya no solo como país, sino como indiviudos que nos sabemos parte de una planeta en el que la interconección y las claves culturales compartidas nos hacen converger en una misma cultura común. Esta cultura es la que nosotros bautizamos: Tico Commons.
Ya nos fundimos con el vecino. Fundámonos ahora con el continente. Asumamos que esto que Costa Rica puede remover viene de una manera de entendernos todos a partir de un proyecto común. Que inclusive puede venir a modificarnos desde fuera. Como lo intento ahora, desde esta capital mediterránea, Barcelona, a la que estoy dispuesto inclusive a sacrificar, con un nuevo nombre, como quien viene de fuera, del otro lado, a alterar la historia de nuestra pequeña población local. De ahí que mi intención política también tenga un sentido local. Allá como acá. Y de ahí también que nosotros, los ticos, necesitemos apuntalar la cultura urbana que ha crecido sin urbanismo alguno, a partir de la interpretación de los espacios públicos y de la interacción de las personas entre extraños. De ahí que el modelo de ciudad en el que nos querramos reflear, a pesar de las diferencias, sea como el que actualmente tiene Barcelona. La posiblidad de recibir continuamente a turistas de todo el mundo, y también la posiblidad de ofrecer a los habitantes medios públicos de transporte y una cultura sostenible de la movilidad, nos lleva a repensar la manera en la que el valle central de Costa Rica, y sus cuatro grandes ciudades, se puede convertir en un nucleo urbano sostenible y regenerado. La vialidad y las comunicaciones colapsadas deben dar paso a una planificación global que centre el debate en si nos hemos excedido en nuestro culto al carro, dejando bastante rezagado la actualización de sistemas de transporte público más modernos y multimodales que mejoren la eficiencia de la movilidad. La necesidad de mejorar la movilidad para personas que tienen dificultades también es una prioridad que hasta ahora no se ha tenido mucho en cuenta.
A veces la distancia ayuda a ver más claras las cosas. De ahí que mi distancia política me lleve también a ser parte, ahora sí, del debate político actual en el que estoy inmerso, como expectador, en mi ciudad. Barcelona como capital es un concepto muy potente. Una ciudad con todas sus potencialidades de atracción, con su hermandad con Madrid, como ciudades que siempre estarán a la misma distancia la una de la otra. Y por lo tanto codependientes. Pero no deben ligar la una a la otra. Sino potenciarse. Esto es lo que el futuro depara a estas dos grandes capitales. Y Barcelona ya tiene su capitalidad en un ámbito más amplio: la Unión por el Mediterraneo. De momento ha servido para muy poco. Pero es título está ahí. Pendiente de asumir su rol. Y este puede ser un buen momento para que un tico venga y proponga entrometerse en espacio que encuentra vacio. Como un nueve que sabe ver los espacios que genera cuando jala una marca. Esta es una de mis mayores virtudes. Pero sólo la desempeño en el campo de juego. A donde debo ir para culminar esta propuesta.
Yo soy tan sólo un futbolartista. Soy un nueve puro. Y mi propuesta en el plano futbolartistico es posicionar a Costa Rica en la comunión completa. La noción de haber cubierto todo el espacio. Asumir el límite superior. La solución general. La plenitud del sistema. ¿Qué más podría pedir el pueblo de Costa Rica, además, de lo antes expuesto, si no es ser campeón del mundo en Rusia 2018 (quien dice Rusia dice Qatar 2022)?
Pues esa es mi propuesta. Ganar el mundial. Yo me propongo para dicha tarea. En la cancha. Como un nueve puro. El as bajo la manga. No dijo Einstein que era de locos pensar que íbamos a tener resultados distintos si hacíamos siempre lo mismo. Pues mi propuesta es hacer de Costa Rica una apuesta singular. En vez de llevar un tercer portero, llevamos un futbolartista: Golman. Servidor.
Es evidente que el profesor Óscar Ramírez (o Luis Fernando Suárez) tiene la última decisión. Pero, imáginemos que después de las elecciones que hemos vivido, pudiéramos ofrecer al mundo nuestra visión constructiva y colectiva de nuestra sociedad, el Tico Commons, y a la vez, lleváramos al portavoz de dicha visión en nuestro equipo, para acabar de difundir el futbolarte, en su vertiente dual, con el respaldo popular de un país volcado a la consecuión de este objetivo estratégico: ser campeón del mundo. Es la narrativa del éxito del caballo negro. Sabernos protagonistas desde el minuto uno. Y llevar al equipo concienciado en que vamos con esta mentalidad, partido a partido, sabiendo que vamos a ganar. ¿Cómo lo garantizamos? Con una ficción. Vamos a intentarlo. Yo me dispongo a jugar ese rol. Tanto de creador, con el guión de dicho discurso, pero también asumiendo el entrenamiento y la preparación física y mental, en mi propio cuerpo, para disputar los últimos nueve minutos de todos los partidos, romper a las defensas cansadas con la visión del más mítico futbolartista: Golman.
Es un acto performativo. Estoy preparado para ello. Es lo mejor que he hecho en mi vida. El gol nunca se pierde. Es la mente la que juega aquí a nuestro favor. ¿Con qué queremos competir contra Brasil si no llevamos un arma secreta? ¿Cómo vamos a vencer anímicamente a Messi sino lo ponemos ante un dilema que no pueda entender? ¿Cómo influimos en el estado de ánimo de España si nos encontramos por el camino? ¿Cómo afrontamos un partido contra Rusia sin haberle rendido tributo al César?
En definitiva. Este es mi proyecto. Esta es mi propuesta de país. No encuentro mejor oportunidad que asumir esta visión, sabiendo que el tiempo lo tenemos encima, pero con la disposición de meterle con todo para obtener el hito más importante de nuestro país, la fusión con la voluntad: ganar el mundial.
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