Una sesión de la Fundación Armando Gallo.

Estas tres letras, FAG, marcan el inicio de una sesión de creación. A partir de esta marca, un relato de documentalismo creativo se desvela. No se sabe qué habrá en esa sesión. Cualquier cosa puede ocurrir. El criterio es simple: la mente se transforma en acción

Aquí podría explicar que mi voz cambia cuando cambio. En ese gesto de posesión me dejo capturar por quien viene. Soy yo, alterado, sin miedo.

Soy un texto que no tiene sentido ni forma, quizás tampoco utilidad, pero sirve para calcular la estructura formal de un elemento narrativo futuro que se sirva de esta misma estética.

Uno tiene muchas veces una elección sencilla. Sólo una. Quizás necesitamos más opciones. Más alternativas. Como tantas nos da un historia, ya sea en un libro, en una película, en un comic, en un crónica.

A su madre, qué chingón poder escribir una cita aquí tan pipirisnais.

La cita en realidad va aquí

La unicidad está pasada de onda. No es lo de hoy. Tendemos a la multiversalidad. Y eso está bien. No debemos luchar contra los tiempos que nos arrastran a un torrente de flujos caóticos que se llevan todo lo que somos.

He aquí una lista de 99 opciones. El mismo formato, noventa y nueve veces. No es una única visión sesgada. Hay noventa y nueve para elegir. Son muchas opciones. Quizás demasiadas. Pero no es infinito. Ni mucho menos. Tampoco es poca cosa. Es el segundo nivel de la serie de Golman: 99.

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Nueve veces nueve. Suena bien, pero no son dos nueves. Noventa y nueve. Eso es once veces nueve. Entonces sí. 

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