¿Ya cambió todo?
¿Acaso ha llegado el momento de la emergencia colectiva final?
¿Estamos listos?
¿Qué más tiene que pasar?
Quizás sea normal que no encontremos hacia dónde tirar el carro. Es más, la cuestión parece ser: ¿hacía qué barranco tirar el carro? Y pues en ese escenario, lo mejor, puede ser, es quedarnos quietos. Que las cosas sucedan hasta que el caos las ordene. Que no se equivoquen: se acabará ordenando. O (des)ordenando. No sabemos. Lo cierto es que mutamos piel. Como una serpiente, saldremos vivos de esta situación.
No todos. Morirá gente. Mucha. Mucha más que la murió el año pasado. Contaremos muertos por estado. Muertos globales. Muertos por quinquenio de edad. Nuestras tablas de mortalidad servirán para entender de qué manera afrontaremos, en un sistema global reintegrado, la próxima pandemia. Y serán las nuevas instituciones las que darán validez a lo que entonces deberemos haber normalizado con una serie de procedimientos que eviten el mal mayor. ¿Para quién? Para el colectivo. Pleno.
¿Quién es la totalidad del colectivo?
¿Quién está dentro y quién no cuenta?
¿Qué parte de esta ceguera nos viene dada por el sistema y qué parte incorporamos de nuestra naturaleza biológica?
¿Qué estamos haciendo por la adaptación de nuestra humanidad, en términos globales, por primera vez (o quizás por segunda vez, tras aquél momento crítico tras la segunda guerra mundial que dio paso a las Naciones Unidas, nuestro primer gran momento colectivo, más allá de las olimpiadas) en un nuevo espacio global de entendimiento?
¿Qué acaso esta pandemia no nos lleva a preguntarnos a todas si nos encontramos en el mismo barco? ¿Acaso estamos en la fiesta de gala del Titanic? ¿O ya tocan los músicos?
No nos viene de nuevo. Ya lo vivimos antes. En dos momentos cruciales. El 11-s y la crisis del 2008. Sea cuál sea su origen. Ahí ya se nos vino el mundo encima. Y se desplegó un nuevo orden social. Con el que muchos no estábamos satisfechos. En España el No a la Guerra fue un grito del pueblo ante una situación que se alejaba de nuestra realidad y de nuestra representación en el mundo. Parecía que Aznar y su cuadrilla querían pasar al bando de los que reescriben la historia. Estaban cuatro en la foto de las Azores: un anfitrión portugués, un cowboy español, un beisbolista texano y un cínico inglés. Cada uno representando la historia de su estirpe. Su causa contra un mal mayor global. Su cruzada actualizada. Para ninguna de sus biografías nacionales representaba una primera excursión al más allá. Más allá de nuestras fronteras nacionales. Más allá: en donde encontramos el porvenir. El pasado de nuestro legado expansionista. Una vez más. Seremos invencibles. No estaba mal. Teníamos ya las empresas haciendo fila para la reconstrucción del país que íbamos a deconstruir. Por la voluntad democrática de un sistema. Más allá de lo que opinen los demás. Más allá de lo que experimente un puebo confinado en medio de una sociedad desconectada y sin capacidad de conectar sus circuitos de suministros básicos para la vida. Política del bloqueo y del estallido de bombas. El shock como doctrina. ¿Lo conocen? Ya lo hemos escuchado en otros momentos de la historia. Historia B.
New América History B.
Hoy about this for an essay.