Escribir en la montaña, o nomás hablar de ella, como un sitio en el que se asciende por la voluntad propia de llegar a una cima, es en realidad un ejercicio de afirmación de nuestra especie ante el resto, que simplemente no les interesa hacerlo. No es que seamos superiores al pájaro que canta. Somos los mismo que el pájaro que silva por la alegría de ver el sol. Hay algo más primario en la montaña que nos acomoda a su grandiosa elocuencia natural. Y en ese contexto tampoco somos extraños.
Nuestra simbiosis dentro de ecosistemas urbanos que se han transformado con el paso del tiempo, y de nuestros migrantes, nos lleva a una urbanidad interconectada en todo momento con todos los miedos universales. Incluidos el miedo a perderlo todo. Y eso nos inmobiliza.
No queremos saber más. Nos encerramos en nosotros mismos. O en casa. O en nuestra rutina imperfecta.
Salimos de casa cada día. Victoria uno.
En la calle, buscamos nuestro camino a nuestro destino. En medio del despertar social, se escucha nuestro barullo matutino, como esos pájaros que cantan, para acudir al sitio en el que desempeñamos nuestro rol social. Y ahí interactuamos con la sociedad. Ese es el pacto social. Estamos programados para esa liturgia. Y convenimos que podemos realizar esa tarea a cambio de una remuneración con la que podamos costearnos vivir. Algo así, más o menos, es la economía. A nivel micro.
Un economista pone el grito en cielo, ceteris paribus.
No se asusten. Los modelos son nuestra manera de establecer el orden dentro de caos. Así la llevamos. Pretendemos alcanzar objetivos más altos. Resolver los probelmas que nos acosan. Restituir el sentido de nuestra simbiosis biológica. Acercarnos científicamente a una versión de Gaia que nos comprometa con la vía transformadora de nuestro Estado de Bienestar.
De ahí que busque un trabajo estable. De vuelta al sistema. Para aportar lo que se dentro de un equipo que tiene un objetivo determinado. Y esto listo para ello.
«Este es el candidato que buscamos»
Para. Avisa a la jefatura: lo hemos encontrado.
O mejor, ponte una medalla: lo encontré.
No busquen más. Estoy aquí para contruir.