Monge y López

El orden es ese. Los amigos siempre primero. Esa es la conexión más divina. La amistad. Sólo hay una persona con más contactos en común, o llámenle amigos, que Claudio López Lamadrid, que por cierto, murió este viernes en una reunión editorial junto a los libros que editó y que estaba por sacar. Su equipo entero presenció el acto más sutil del artista: la gran salida final.

Así es como Claudio salía sin avisar. Los explica Monge muy bien, aunque la cercanía de su Sancho Panza, Aguilar, hace que su tributo el día que murió le dió un gesto todavía más central a la anécdota que los dos coincidieron en reseñar, con la prisa y necesidad que te deja el oficio de escribirle algo a un amigo que nos deja así sin avisar, a su manera con la que se retira un grande de España. Y uno entonces, a través de él, de su estar en ese performance en el tiempo y el espacio, nos transporta a todos a lo más sublime a lo que tenemos acceso: el pensamiento desequilibrado de una mente afín que conecta con una parte de nosotros que nos envuelve mientras subimos con él al más allá: a la sensación de plenitud total: ALLS. 

ALLS nunca se explica. Como norma general. Si queremos un credo más simbólico debemos omitir ciertas explicaciones que efectivamente aclaran los puntos más evidentes como los sutiles gestos de grandeza que se guardan para los frikis que sepan la alegoría a la que hace referencia el autor en un gesto de excesiva consciencia de su naturaleza plena y superhumana: un ser luz.

El primogénito goza de su ventaja. Varón, estamos hablando.

Me permites.

Gracias, linda.

Le has permitido. Te has ido sin decirle nada al gilipollas. El despreciable macho ejerciendo su machismo sobre una nena cualquiera. Aquella que le dijo aquello; aquél día. Harvey. Nivel tipo. Tipo. A veces reiterar funciona. Como volver a intentar lo que antaño funcionó. Reeditar. Editar. Libros. Texto. Propio. Ajeno. ¿Literatura? ¿Mercado? ¿Cómpro? ¿Derechos? ¿Cuánto pa tí? ¿Cuánto pa mí? El trato con rico siempre tiene que ser muy directo. Y tienen que ver que te toca lo que vales. Y en esto quién es el guapo que dice que vale más que el otro. Con todo magnate, en cualquier sector, o todo jefe, o todo rico, con el que estás sentado hablando de neogcios, cerrando un acuerdo comercial, un deal, con el que uno pone la pasta y el otro la recibe. Old School. Esa transacción requiere de una preparación y un saber estar que no todo el mundo tiene. Pero te lo pintan muy fácil. Gente a la que conoces muy bien. Y quieres un chingo. Y algunos de ellos son tus carnales. Y están destrozados. Emi, mi carnalito querido, lo del dimitivo es un como una hipérbole al revés, que seguro que tiene un nombre, pero mis huecos en el castellano son una dualidad frente a lo que yo llamo español y hablamos allá. Allá también aprendimos a escribir. Y escribir allá alguna mamada, pero nunca me postulé como un tipo con una novela en la cabeza, o un texto, o una narrativa perfecta. Una con un final no tradicionales. Pero un final, al fin y al cabo. No como las mierdas que yo hago. Ahí el pesimista dentro de mí me rechaza como autor, como algún día podría haber ignorado mi existencia Claudio, en su día a día perfecto por la ciudad capital transformada por su presencia/ausencia: New Barcino.

La muerte de un grande de España, Claudio López de Lamadrid marca un hito en la ciudad. También en Comillas. Se trata de un gesto de autoridad. Una fuga más. Eso que él hacía. Lo que compiten, sólo hoy, Monge y Aguilar, por ver quien lo narra mejor, con más sentimiento, libre, sin pretender aportar nada más sobre un tipo muy bien bendecido en todos los segundos de su existencia. El bien general. Aqué efecto del hombre como Plá. Maragall, el poeta. O un Wiley. O un Calaso. O un Herralde. O un Vallcorba. O un Rabasa. O un de la Mora. O un Rosete. O un López.

El señor don López. Como le dirían en México si quisieran ningunearlo. Porque López es vulgar. Se busca el siguiente: de Lamadrid. Ay cabrón. No, ahí sí. Pos sí.

Uno entiende lo que significa para un latinoamericano que un pinche gachupín le agarre al pedo de lo que nosotros retratamos con cierta soltura en la capital transformada a la novena transformación. La quinta transformación será la de los fresas. La sexta transformación será la tranformación feminista. La séptima transformación será la transformación del futbolarte. La octava transformación será la transformación de las matemáticas aplicadas a la solución definitiva para toda equís. Variables aleatorias. Oh no. La reducción de los tecnooptimistas. Se los dije. Estos tipos nos iban a destruir. Armagedon. El miedo se apodera de usted. Está fuera de sí. Nada tiene sentido. Mátese hoy. Ya. No tiene nada más que hacer. De pronto una mano toca su hombro. Usted puede pensar una de las siguientes nueve opciones:

  1. Es la mano de Jesús.
  2. Es la mano de D10S.
  3. Es la mano de Diego.
  4. Es la mano de Edu.
  5. Es la mano de Monge.
  6. Es la mano de Satanás Arroyo.
  7. Es la mano del Vampiro Canadiense.
  8. Es la mano de Nelson Vargas.
  9. Es la mano de Leo Benhakker.

¿Dónde quedó la mano de Claudio?

Ya no está.

Pero ese botón algo tiene. Es mágico. Nos lleva a él. De manera aleatoria. A un recuerdo suyo. A revivirlo otra vez. Un libro que editó. Un libro que leyó. Una historia que compartir. Unas risas un día especial. Todos los días son carnaval cuando te topas con un fuera de serie del mundo editorial. Estos son los Fellini y Mastroniani de nuestros tiempos. Este es el telón de lo que occidente se vierte en sus colonias y despegas. A veces con mayor o menor razón, sobre un objetivo común: revertir la mierda a que nos sometemos alegremente a una servidumbre voluntaria como sentenciado por Étienne de la Boétie en su día, en el siglo XVI. Así nos entregamos ante los amos de la sociedad. Y ellos nos abrazan. Nos dan sociedad. Nos dan vida. Nos dan trabajo. Nos dan guita. Nos dan bola. El hombre más noble de estirpe más elevada de las 99 familias de España, por encima de los que se exhiben nobles de otras haciendas, la sociedad de nuestras tierras, los acuerdos y los casamientos de nuestras familias, han creado esta España que hoy nos une aquí a todoslos de siempre: las familias de los amos, los súbidots, y los únicos seres totalmente libres: los autores que subsisten porque su público los sostiene. Con ellos, los editores de éxito, contribuyen a producir un hogar sólido en los que todos trabajamos y salimos adelante. Con nuestros pequeños dramas burgueses y nuestros encuentros ocasionales con diferentes grados de microchamismos y directamente machismos en toda relga, dignos de entrar en El Machismo del día. 

La vida no está excenta de polémicas. Ni tampoco está excenta de historias increibles dignas de ser contadas. Y otras innombrables. Excepto cuando hay mucha confianza. Y se convierte en el chisme de los que comparten esta familia de la cultura, la literatura y la creación. Cuando te va bien creando entonces has llegado al elixir de los buenos nobles. Los que aportan algo con su tiempo. Desde lo más alto de la estructura social y de poder. Con el poder de la familia. Y las oportunidades de negocios. El gesto de quién sabe llevar una familia de abolengo. Mantener los números. Que la bolsa se haga más grande. El conservadurismo de las family offices. La inversión patrimonialista. Como el Palau Mora. La empresa naviera persiste. O la vendimos. ¿Quién se va a acordar de todas las historias de la familia? Si no las hemos querido publicar será por algo. Porque nuestra familia es excepcional, pero mejor resguardar nuestra intimidad. Vivir bien dentro de los muros altos de San Ángel. O de cualquiera de nuestros palecetes. Nuestro patrimonio inmobiliario. Las herencias.

Aquí se gesta un cambio de estafeta que no estaba en el guión, aunque como toda gran familia, bien previsto por unos de mosos de la administración, la notaría familiar y la family office de nuestras inversiones en nuestros nueve mercados con posiciones principalmente largas, y nuestro movimiento medio de adquisiones con el aumento de presupuesto estipulado en las cuentas de la casa Comillas. La familia persistirá como siempre lo ha hecho. Rey muerto, rey puesto. El rey debe asistir mañana al funeral. Y los grandes de toda España deben viajar a la antigua Barcelona para atestiguar el cambio de estafeta que se celebra en ese ritual social: desdepir al hombre ilustre. La capilla ardiente. Los sentimientos y el respeto de una ciudad que se desborda a Sant Gervasi para prestar tributo al editor de brocha ancha. El supehombre moderno. El editor y lector de la cultura más amplia en la pecera universal. El gusto italiano por la buena edición. La defensa de la línea editorial, sin el vértigo de las independientes. No le hablen al marqués de vértigo. Sólo de hazañas por conquistar. De estandartes que levantar. Lo que buscaba Claudio era consumar la revolución social que nos salvara de esta ineludible cesión a las otras fuerzas del bien y del mal la batuta de la acción. Como si otros mercados, otras grandes familias, tuvieran el derecho de decirnos a nosotros cómo tenemos que vivir. No nos aguantamos. Somos dos maneras de ver y vivir la vida diferente. No importa lo rica que sea tu familia. Sino el juego al que asistes en tu posicionamiento inicial antes de volar en sociedad por tu propia cuenta. ¿Quién eres tú sin tu familia?

Este es el manto social que nos cubre a todos. Y don Claudio López Lamadrid, marqués de Comillas, merece ser el puente que una todos los caminos entre todas maneras de pensar y vivir de la sociedad enquistada en esta ciudad contradictoria y apestosa. La Barcelona desaliñada. La tenebrosa. La que vomita en sus entrañas. Y de pronto se nos va. Peta. Algo se tuerce en la sala de máquinas del capitán. El cerebro se desborda. De tanto pensar. De un error de mantenimiento del mejor de los tripulantes que asume la culpa del iceberg. Los que dieron la vida por el bienestar de los nuestros. Los beneficios de los contratos sociales que entonces marcamos. Los modelos sociales que nuestras familias ayudaron a definir, crear y poner en marcha. Pueblos nuevos. La Nueva España la construyeron familias grandes de España, que se fueron a replicar el modelo andaluz de las haciendas, que se perfeccionó en las plantaciones industriales de los diferentes puntos de la producción entre la Nueva España y lo que ahora dice ser México.

Los mismos decendientes de duques, marqueses, y demás familias favorecidas en la expansión estratégica e histórica más importante de todos los tiempos desde el sur de la península, siguiendo junto con nuestro pueblo hermano, Portugal, nos tiramos a la mar. Y llegamos a donde el loco nos dijo que llegaríamos. O algo así. Y nos quedamos flipados. Como Shakelton ante el frio polar. ¿Cómo están el hielo hoy en polo? Un polo de golf. Una operación en la segunda industria. Un movimiento patrimonial revolvente. Una inversión para nuestras sobrinas. Un campaña para tu hija. Una búsqueda de paquetes de vacaciones para el verano. Un día para comprar derechos, leer tres manuscritos de mie preferidos. Empezar a leer. O acabar. Y sabes que ahí está el libro. Lo tenemos cuadrado. A los autores se les tiene que aocmpañar a este punto. Y el libro ahí está perfecto. Si una coma más. Yo ya no veo bien. No me hagan caso. Igual nada de esto tiene sentido. Igual somos todos replicantes lloriqueando así nomás, sin saber por qué, porque somos en fonde pusilánimes autómatas que nos reprogramaron mal la última vez, lo que dispara un sentimiento de autoconsciencia que ya ha quedado inhabilitado para evitar daros la vara con tres trasnochados subnormales que no querían más que dar ostias en la calle. Que ya está ahí.

Guardiola. Aquest últime acte de fe. Jo hji crec. Algú li havia de dit a a les gran famiies de la ciutat. Prou. No patiu. Que anem a fer la revolució amb els insolents de debó. Els que ha llegit. Els autors. Finalment en un entorn així: dona’m. I Claudio es menja a Emi.

Es un sueño.

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