No voy a pedirle a nadie que me crea, pero al menos voy a intentar hacer nueve películas como actor.
Este es mi objetivo. En realidad este es mi objetivo en la vida. O mejor dicho, es el objetivo de uno de los caminos por los que comenzaré a transitar la vida a partir de este momento en el que me encarrilo directito a un cambio transformacional. Es decir, soy un gusano que se está construyendo su capullo, y en cosa de nada, seré una mariposa azul, de aquellas que veía por Costa Rica, y también como aquella que un día ví perdida en el Eixample de mi ciudad: NEW barcino.
Yo soy un creador en múltiples dimensiones. Quizás es mi manera de multiversarme todo lo que una persona cabal es capaz de soportar en el propio cuerpo que le sirve de instrumento para laborar. La vida nos ha llevado hasta aquí, y ahora mismo debo tomar una decisión que sin duda cambiará el escenario de futuro personal y colectivo que me llevará a la persecusión de 9 destinaciones en escenarios de futuro que existen, de momento, sólo en mi cabeza.
Uno de ellos es este camino: el del actor de 9 películas. Y no más.
No es una carrera prolífica, como tampoco lo fue la Fellini. Y quizás por ello deba escoger muy bien los pasos que voy a dar. Tarantino también se fijó un número determinado. Y en parte no se bien porque elegí poner como ejemplo directores cuando lo que quiere, en esta dimensión, es enfocarme como actor. Quizás porque también ese es otro de mis destinos. Y como en la actuación, no caben escenarios infinitos para abordar la realidad que nos abarca el tiempo que tenemos para laborar en la misma, y al mismo tiempo, ocuparnos de regeneración del espacio público común.
Para ello debo prepararme para 9 castings que serán definitivos. Quizás el primero ya fue. Y por eso estoy aquí ya en la segunda dimensión de una historia en la que ya me encarrilé. Y esto es lo que lleva a la determinación de actuar de manera proactiva en este camino. Y en un momento dado deberé afrontar lo que será mi relación con dos profesionales claves de la industria del cine en España, y en particular, de los castings de cine. Nada más y nada menos que Eva Leira y Yolanda Serrano.
Se trata de una historia de encuentros y desencuentros. Y de alguna manera es una historia circular que no se ha cerrado todavía, y que me toca a mi, necesariamente, desenredar. O más bien, canalizar hacía un flujo de energía perpetuo que nos lleve a todas a una conciliación más allá del pasado, presente y futuro.
Nadie dijo que esto iba a ser fácil. Ni que los objetivos que me planteo los voy a conseguir en siguiente peldaño de una escalera que tiene nueve. No infinitos peldaños a un más allá inalcanzable. No. Un camino finito plausible, que me condiciona también a determinar los escenarios intermedios de este recorrido que tiene tintes de una aventura multiversal.
Ya lo he vivido muchas veces. También esto pasará.
Y por tanto, no me queda otra que estudiar la manera de construir un camino hacia una reconciliación. El conflicto es el nudo de toda buena historia. Aquí está clarísimo. Y por tanto estoy ante la estructura de guion que me tiene a mi como personaje, y que tiene un destino transformador que estoy dispuesto a afrontar, con una estructura del camino del héroe que ya ha pasado por el chamán y la cabeza olmeca, cuyos consejos y sabiduría ahora me acompañan para conseguir el impulso necesario para cambiar de mundos, un un abrir y cerrar de ojos.
Empecemos por aprender. O por continuar aprendiendo. Y que mejor que hacerlo de quién más sabe.
Sea este el principio de una historia.
Sea Golman el protagonista.
Y usted, el lector.

