Golman, papá.

Yo tan sólo escribo por hacer tributos a mi padre. Por lo que representa su figura. Para mí. Y para toda la humanidad. Al menos en nuestro pequeño rincón del mundo: Ticataluña.

De alguna manera nuestro trabajo es reconstruir las vías por las cuáles dirigimos nuestro camino. Una posibilidad de posicionar el caballo en posición de jaque mate.

Nuesto juego habla por nosotros.

El lema de nuestra nueva universidad multiversal.

El empuje de la emergencia.

La apertura del último nivel de la existencia: la novena dimensión.

Erre nueve.

Erre nou.

R9.

Nuestro escudo: Elizondo Horta.

La sagrada conexión entre estos valles.

Golman Elizondo llegó a Elizondo nueve días después del desconfinamiento tras caminar desde la capital de su última urbanidad: NEWCAR. Esa parte del pueblo que consiguió fundirse en un toquín de rockandroll en nuestra amada plaza de la Cosmos. Una épica canción en esukera que todos nos aprendimos. Aquello fue la ostia.

Ganar con un caballo. Nuestro escudo por bandera. El futbolarte todo lo puede. Hasta repensar el modelo social con nueve pares de cojones. Y nueve coños sagrados de la congregación sagrada de su divinidad el coño madre. Todas salimos por un coño, coño.

Hermanas feministas: llevadnos con vosotras. Somos todas nuestras. Digo: vuestras.

Esta desescalada armamentística.

Por entendernos en otros niveles.

Por dar un argumento de salud pública.

Un gesto de vuelta a la operatividad del nuevo sistema social emergente.

Es evidente que alguién saldrá beneficiado de esta nueva reinstauración de una alegoría del sistema social funcionante al que pertenecemos. Adheridos como moscas a la miel. Sin saber si nos gusta o no. Pero sin cojones suficientes para empezar uno nuevo.

Grow our balls.

Don’t click the button: it’s a deadly trap.

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