Los tiempos alterados de sí mismo
En realidad camine sólo todo el tiempo.
Vine aquí siendo egoista.
Supe agradecer a mi madre.
La creadora.
Entiendo la vida en femenino.
Mi ruptura es haber sido enfermo.
Este machismo me tiene frito.
Yo también soy víctima de su dolor.
Y de su efecto.
Soy una muestra viva de su existencia.
De la prevalencia de mi obsenidad.
Ante la circunstancias en los que uno mismo se percibe como el acto que distorciona el ser-estar de un ser amado.
Las antípodas de cómo estamos.
La rebelión de nuestra medida de bienestar.
Los controles de contrapeseos en equilibrio.
El equilibro inestable de nuestro ser desatado.
La bestia que vive aquí y que genera esta contradictoria dualidad.
Amar/lastimar.
Lastimo con mi acción. Con mi falta de omisión. Mi ser me delata. Me activa me tumba.
Yo vine aquí a estar así.
Yo soy así.
No estoy alterando el tiempo.
Sino la dimensión que habito.
Y pertenezco a este otro sitio.
Desde donde vengo aquí.
Yo soy de otro sitio.
Y desde esa otra dimensión vuelvo aquí.
Por encontrar la vía de recuperarnos.
Por sabernos necios y obstinados.
Per ser pésimos consejeros.
Por no saber nunca dónde estás.
Por no entender con profundidad dónde estamos el tensa cuerda sobre la que vamos desplegando nuestro acto.
La fe y el amor son casi lo mismo.
Nos vemos envueltos en nimiedades.
Por creer en nuestras verdades sin fisuras.
Yo tengo en nadie más que tí.
Y en nuestro compromiso con vivir.
Con elevarnos mutuamente.
Por la gracia aladas de los dioses de mis lares: Quetzalcoatls de los montes sagrados de donde proviene mi santificada existencia como ser una espacie y comunidad distinta a la que se comulga aquí. Y esto que te digo no tiene que ver con una cosa que me invento yo. Al revés. Es una cosa que viaja a través de mi palabra. La dicción de un Ser Supremo, que me dicta lo que escribo, como co-creando en mi cabeza, lo que ÉLLA y yo reconsideramos. Al darle vuelta a nuestro género. Y tirar para el otro lado. Ahora me falta ser ella. Y volverme yo. Yo ya fui todo lo Él que podría haber sido. Necesito experimentar más allá de lo que mis propias fronteras me repaldan. Messi puede jugar así porque hay leyes que limitan sus jugar. Gracias a esa parte de convención. A los árbitros. Messi sin instituciones no es partido. Ni mundial es lo que es sin los amos que la inventan. Y los que obedientes responden como audiencia. De un simulatro en directo que no creemos. Y que en un momento dado damos alas. Y dejamos volar nuestro hombre alfa etero. Normativamente consciente de las elecciones de closet de su masculinidad incompleta. ¿Dónde están esos hombres?
¿Qué mensajes nos tienen que decir?
Aceptamos de una vez que somos culpables.
Retrocedemos.
Damos un paso atrás.
No es posible revertir el tiempo.
Pero si cambiarle el sentido.
Si todo lo futuro no tiene momento. Vamos hacia atrás para encontrar el complemento.
Mi propuesta está en dirección contraria a lo esperado. Es la vuelta de tuerca de un tema de formato. Es la dirección la que condicciona mi dicción. Y mi dicción, mi literatura, la cabal propuesta de los textos que liberen la humanidad que yo mismo pueda desplegar en el canto alegre de un personaje final de mi novela. Yo mismo ante la presencia eterna en las 9 bibliotecas en las que presenté mi último libro: «Ser entre dos abismos».
Y la siguiente presentación: «Ser nou al Carmel».
Mel i Carmel en el Carmel.
Yo soy un poeta maldito de otra selección.
Nunca fui alguien en quién creer.
Me perdí en la ausencia.
Equivoqué la dosis.
Me fue de bruces.
Recuperé la máscara.
La ilusión perdida de un tiempo perdido.
La clave única de una juventud sin porvenir.
El escrito discreto de un actor mediocre.
Alguien que no aguanta el papel.
La noción de la manipulación de la verdad.
Estar en el sitio en el que ya no hay nada a remendar.
La verdad no importa.
Es la caída del ángel.
Lo que queremos ver es la aflicción.
De la cual yo mismo soy testigo.
Yo fue el que la provocó.
Estar aquí era una inutil búsqueda de un estado compartido de gracia.
No de todo lo contario.
El desface de la voluntad.
Lo contrario al deseo.
El acto del que provoca la contradicción.
Su cruz ensangrentada.
Los lapsos de un final anunciado.
La confirmación de las escrituras.
No poder acabar bien es un augurio.
Algo malo pasará.
El viento denso de nuestra relación.
Las asperezas que nos consumen.
Al loro, que estamso solos.
Yo me siento así seguido.
Y a veces tú también.
Está bien compartir estas penas.
Con pan son menos.
Y con la compañía, porvenir.
El tiempo se acabó.
Ya no hay manera de volverse.
No hay camino más allá para otra elección.
Fui víctima de un tropiezo más que me inflingido.
Tarjeta roja y lesionado.
Mi parte indica la inconveniencia de mi ser.
Estar y ser circunstancia ajena.
No creer que bien o mal.
Es.
No soy Eurasia siendo sólo Europa.
Lo dejar el ego apargado explíquese a un hombre blanco alemán que proviende de unas montañas de Elizondo con sello etereo de las escrituras y la profecía del fuego eterno de un loop infitino que reconvierte en fe en otra dimensión.
No es tan sólo un juego de palabras.
Es un ser; contradecir.
Ser eso otro.
Y volver.
Pero ser aquello.
Y provocar el gesto que se opone al que uno espera.
Y ver qué habita en esa sensación.
Esa pulsión que no es la buscada.
Pero de las antípodas predecir la existencia por contraste.
De un sentido fuera de lo estable.
Por buscar en otro sitio.
En otra ilusión.
Una perversión.
Un pecado aumado.
Como el pescado de Dios que existe en todo el mundo.
Tan rico con limón.
En su sano punto.
Pescadores de hombres.
Pescadoras de mujeres.
Pescando una ilusión.
Una ilusión eterna.
Una nueva fe.
Una construcción y comunión.
Un sentido existencial prematuro.
Un sentido profundo de la cultura familiar.
Una daga en el sentido esperado del desenlace.
Una duda ranable sobre la construcción de los personajes presentes.
Un fin errado.
Una ilusión tapada.
Un coexistir contradictorio.
Un bicho superpoderoso en el sistema.
Un sistema inteligente de respuesta.
Una reacción a nuestra inteción de resolver.
Prescribir un salto.
Y darlo sin premonición.
Lo calculé mal.
Se me fue el elixir a la mierda.
La ilusión de estar en compañía.
Estar atentos a la conexión.
Nunca nada es lo que parece.
Tan sólo contruimos a partir de la sintonía mutua.
Lo que creamos es lo presente.
También este vacio nos reformula.
Y el mal de nuestro concepto.
El mal que me haces.
Lo que entiendo que se genera.
Y la produnda herida que nos deja.
Soy la acción más ineficiente de una sanación.
Un criterio escondido de lo que creíamos representar.
Y un acto mudo de dolor.
Soy un grito que exclama ayuda y no recibe la falacia sobre la que ilumina su caer.
Es un giro de cámaras posibilitado por la infraestrutura creativa de la preproducción exhaustiva del momento. Suficientes indicaciones para todos los ángulos. La capacidad aumentada que cada vez más personas tienen a su disposición. Y qué hacer con la histsoria que ponemos a disponsición de un ejercito de equipos que trabajan por el sentido propio de una ilusión. La tensión de una caída. La apariencia del actor. La verdad mejor contada. La ilusión de una razón. La reflexión ante nosotros mismos. La noción de estar ahí. Las dimensioes paralelas a nuestros mundos demacrados. La constante inestabilidad de nuestra asociación plena a un bienestar que elude nuestra condición. Estar presentes. Sin ser fantasmas. Estar presentes con una ilusión ad-hoc al supuesto momento. Estar atentos al entender. Ser capaces de contruir conjuntamente una obligación a estar. Venir aquí y decirlo así. Con esa parte de ser de otra galaxia. Con la tortura apenas empezando. La confirmación de ausencia de sentido. Percepción en bucle y para atrás.
Yo ayer me fui temprano a dormir. La cosa no tenía sentido aquí.
Estamos todos en hilos pelados en los que alcanzamos mantener el equilibrio inestables.
Somos pájaros de cuidado.
No tenemos perdón de Dios.
Estamos condenados.
Somos escoria.
No hay salvación.
Adios.
Dios.