– Em sembla un troç d’adaptació en calent la que estem tenint tots plegats per repensar-ho tot. Felicitats pel que ens heu donat perque ens ha permet establir prou clarament unes pautes per a continuar el procés educatiu de les nostre filles i alhora gestionar el directe d’una pandemia. Ole, ole, ole: educació per projectes. Mai no hi tindrem una metafora millor de l’hecatombe. Ho estem patint i com ho projected devant els nostres fills potser ens permet arrivar cadascun des del seu llar, el mateix procés educatiu, com ara com gestionem la por. Fins i tot a morir. Tot just. D’aqui a pocs dies. La mort com a concepte. Un altre tema que dona per a fer un projecte. Perque de fet és lo que estem vivint. La mort d’uns i toquem fusta, no de la propia. Ni de ningú proper. Pero per a totes, cada dia, aixó és un fet cotidià. La mort d’algú més per una variant de raons de sortida. El final de la nostra vida és un element natural de lo que sóm: essers humáns imperfectes en un conflicte continu per trobar el sentit de tot plegat. I ens aixequem cada dia a esbrinar-lo. I cada dia patim. I cada sóm prou concients, i més ara, de lo que correspón respirar bé, rentar-se bé les mans, aixecar-se a una hora prudent per afrontar el dia amb il·lusió, tot i que no podem sortir de la nostra llar. On visquem prou bé; estándar UE. Cero noble blanco. Un hecho peninsular compartido. Como el machismo rampante todavía en las nueve pilares sagrados del bienestar europeo sabor vainilla. Ahí igual he perdido a unos cuantos padres, y no pocas madres. Pero lo cierto es que estoy intentando ejercer la posibilidad de expresar en voz alta lo que sufro en estos momentos de pánico colectivo. Tranquilidad. Es una pequeña pieza de ficción. Perdonarme. No lo puedo evitar. Escribir para mí siempre ha significado una posibilidad de aportar una solución general al problema más macro que por su propia naturaleza todas, y ahí meto a todos, sin que nadie se tenga que ofender o sentir menospreciado por género, gustos sexuales, o cualquier otra manera en la que prefiramos etiquetarnos, como algoritmo autocensurador. Como firmar tu propia peor pesadilla. Que ahora se ve reflejado en la posibilidad de que nos toque estar en la lista de los que caemos frente al virus. Virus que vamos a sobrevivir poblacionalmente hablando. La mortalidad tiene sus dimensiones. Pero que vivamos todas la experiencia de una situación tan extrema como general nos ubica a todos en lo que podría ser un ejemplo de autoorganización de nuestra especie que quizás nos dignifica ante esas otras especies a las que habíamos expulsado de su hábitat natural. Los virus como el agente que nos ataca. Y cómo pensamos militarmente cómo A-N_I_Q_U_I-L-4-r-L_O. Esa es una victoria colectiva conseguida. Como los chinos lo hicieron con su pueblo. Celebrar cada momento en el que la curva ya no sólo se comenzó a aplanar, sino que ya vamos viendo la luz. Y llegaremos. Pero los acercamos a la parte más alta de la ola. Y lo vamos a resistir como podamos. Estamos ante un ola potente y el tiempo se giró. Tranquilidad. Nuestra vida depende de nuestra acción. El escenario es inestable, fluido y cambiante. Algo parecido a lo que nos han querido explicar que el individualismo genera para el beneficio agregado de la sociedad. Como sentirse orgulloso de un sistema que pocos habíamos llegado a entender, pero en el que todos juegan. Una vida aspiracionista hacia la tendencia de la vida de los que no sufren. Garantizar el futuro de nuestras familias. Que el mundo sea bueno. Más allá de los némesis. Que haberlos, haílos. Pero no hay que desdeñarlos. Al revés. Vamos a adorarlos. Por la complementariedad que nos ofrece estar en las antípodas de estas personas. En muchos niveles. Lo múltivariable llegó para quedarse. La unicidad es tan sólo una alternativa de lo que nos ofrece el menú: los estados de la naturaleza. Lo que realmente importa en sistemas que asumen la existencia de la incertidumbre, que el impacto esperado se puede calcular a partir de escenarios sobre los cuáles diseñamos políticas públicas de autocuidad, diseñadas para protegernos de un ataque biológico provocado por un virus nuevo. Algo que viene, en la más diminuta de las maneras de ser un organismo en este multivariado paraiso. ¿Quién quiere esperar a morirse para saber qué pasa? ¿Qué hay? ¿Qué coño importa? Mirar ahora. Estamos todas juntas. Qué mejor momento para mandar a tomar por culo a los subnormales del status quo que no había arrastrado todo este tiempo detrás de la correa del neoliberalismo por el que acudimos a ese mercado de trabajo de aquella ilusa sociedad. En 99 versiones locales. Con las que la amplitud de nuestras hermanas de aquellas latitudes, como si nos importara el otro, justo antes de llegar aquí a tocar sobre cada una de nuestras puertas. El pánico de un enemigo invisible. Tan letal que el ejército salió a ayudarnos. Un país con la cultura militar de España no se puede permitir un discurso antimilitarista porque estaría destinado a zocabar uno de los pilares estratégicos sobre los que se ha construido la marca Reino de España en valor presente neto. Somos un activo cojonudo. Con nuestros más y nuestro menos. Y no nos aguantamos. Por no asumir nuestra dualidad. En múltiples planos; o todos. Comencemos por uno. El que sea. La educación de nuestros hijos. ¿Cómo ha cambiado eso dos semanas de escuela en las que el futuro del mes que viene no tiene la forma de lo que habíamos pensado que era normal. Crecer. Trabajar. Volver a casa. Fines de semana. Mascota. Basket. Amigas. Feminismo activista revolucionario. Todo eso va en el paquete nuevo. Lo que saldremos modificados una vez que utilicemos esta oportunidad para hacer un proyecto común que nos sea útil mientras estamos todos en el mismo canal. Desconectemos la televisión. Olvidemos la actualidad. Levitemos en el aire. Asumamos la ligereza. El casi no estar. El no ser. La acción que anula. Y siéntase atados hasta el máximo de los niveles en los que usted, y todas, cedemos nuestras libertades al gobierno. Y es más: al ejecutivo. A su jefe. ¿Pedro o Felipe VI?
Camilo Sesto vs Felipe VI
Mi set de la noche.
Mi próximo libro para Sant Jordi: PANDEMIA Thompson.
Si cualquier de estas cosas no atienden a la pregunta, dispensen la intromisión. Quitarle el tiempo a los demás es un pecado de Dios Padre. La pandemia permite hablar de Dios en varios niveles. Toda la humanidad creyente, y parte de la no creyente, en estos momentos tiene una relación muy relevante con el ser supremo que nos ayuda a salir adelante. El sentido superior de nuestra existencia. ¿Por qué renunciar a ese sentido superior?
No vale la pena ser ateo. Es como ser del PSOE. Podrías ser hasta el mero mero y no tenerle envidia. Pero lo fácil es criticar a quien tiene el poder en medio de el reto más grande de todos los sistemas sociales, juzgando sobre todo la nobleza y autoorganización de la salud pública. En un plano más concreto y técnico, que sólo interesa a un 9% de la población, encontramos a los ciéntificos profesionales de la salud. Todos ellos miembros de una misma fuerza de respuesta: la sanidad pública. El modelo de lo que nos debe servir para formar bien a nuestros profesionales que dan respuesta a los retos de nuestra población. Los que estudian para saber cómo salir de esta bien parados. El respeto máximo social a los que estudian nuestro cuerpo para entender cúales son los mecanismos por los que sufre nuestro órgano vital a, b, d, c, e, f, x, y, z. Nueve variables aleatorias. Máquinas perfectas que se usan para bien de uno mismo. Cada uno con sus propias taras. Con inseguridades suficientes para cubrir todo el curso lectivo vital hasta el último suspiro. Y paz. Pau, santa.
El personaje de Bardem en los Lunes al sol… ¿no se llama Santa? Yo podría ser Santa. O lo he sido. Muchos martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingos, soleados muchos, nublados místicos otros. Bendito cada uno de esos días. Había entendido en alguno de esos días que lo que verdaderamente nos llena es una plenitud personal que persigamos con la sensación de que estamos dándolo todo. ¿Para qué? Para cambiar el mundo. Reconfigurarlo. Para asumir lo cambiante que podría ser cualquier configuración futura nueva que nos planteemos en el plano más general. En uno en el que asumimos la posibilidad de satisfacer un bienestar colectivo general, para toda equis. En lo más global sólo se necesita un concepto pleno de gloria. Como lo que antes se le atribuía a Dios. O al profeta que nos habló de ELLA.
La divinidad sagrada podría ser justo lo opuesto a lo que entendemos actualmente. Vale para lo que creemos que existe más allá de lo que la ciencia nos pueda explicar. Creer siempre es una opción válida. Y no es del todo un ejercicio bastante sólido de integración de un modelo social con características extraordinarias y divinas. Como el alumbramiento de Franco por Dios Padre y a veces incluso acompañado de su hijo primogénito: Jesús. Como Rey Emérito y el Rey. El de verdad. Como el papa alemán y el papa argentino. Todo el mundo lo lleva a la final de México 86. Cuando Diego aparece. Y se viene Alemania y empata. Con la tenacidad alemana en la cancha. Como si fueran capaces de aprenderle a Guardiola a jugar todavía mejor. Como concepto futbolístico aplicado a la selección nacional. Y a cada uno de los clubes que se lo pueden permitir. Jugar todos así. Lo que se ha convertido el futbolarte hoy en día.
Como muchos ya habrías identificado en alguna ocasión: yo no me escondo. Soy el hermitaño de la montaña que baja de vez en cuando a la ciudad. Pero que se guarda mejor entre la vegetación y las vistas del mar desde los montes sagrados de nuestra urbanidad. En esta ciudad tenemos la capacidad de reinventarnos cada dos por tres, no vamos a poder reinventarnos a un son de una música que nos recuerde el poder hipnótico de Carlinhos Brown aquél día que le seguimos por el circuito de Montjuic. Judios teníamos que ser.
En esta ciudad lo hemos sido todo. Con permiso del patrón. ¿Qué tanto importa el patrón? Qué tantos hilos se mueven lejos del control de las 9 familias de la ciudad. Las grandes nueve nuevas capitales del sistema reconstituido por la gracia a la que tiende el boom del procomún como sistema complejo social autoconfigurable y tecnológicamente apto y libre para controlar los hilos de la dimensión superior del juego que genera el salto cámbrico de nuestras especies en reconstitución biológica al margen de lo político. A pesar de. En esa otra dirección, me parece, a título muy personal, como Padre de familia que sufrió la lápida del heteropatriarcado en la herencia familiar de nuestras múltiples historias de cada una de las dos raíces de mi vida: la familia de mi mamá, y la familia de mi papá. Una experiencia dual a la que nos enfrentamos todas como personas, individuos o ciudadanos. ¿A qué le están poniendo atención? ¿Qué cambio sustancial debe suceder para que reconfigure el sistema en otra dirección ortogonal a todas estas miserias de las que nos hacemos plenamente responsables. Como si pudiéramos hacer política en pijama. Y cambiar el mundo.
¿Qué le decimos a nuestros hijos?
Cambiar el mundo.
Ir: volar.
Toma estos valores, estas herramientas y estas nueve máximas para lidiar con subnormales profundos.
Come bien. Tu cuerpo es tu tempo y debes ser su guardian. Ahora que pensamos en cómo vamos a vencer a este virus, lo que queremos reflejar es una historia que conozcamos el resultado positivo de una situación tensa de conflicto, como una guerra. La metáfora de guerra ha sido sustituida por la metáfora de la excelencia de los equipos profesionales deportivos. Las competiciones mundiales de talento. Lo que vemos que se mueve en las altas esferas de lo que nosotros mismos movemos con nuestras preferencias. Eso que los corbatosos llaman mercados, con la superioridad moral de quién tiene pasta para gastarse en la discoteca a la que le dejan entrar mientras que a uno le niegan la entrada. El capitalismo que refleja los valores por los que vive esta sociedad están asociados a un cierto tipo de éxito masculino. Sin embargo, el liderazgo femenino en el nivel más alto del desempeño social de la atención al impacto en la salud de todas las perosonas que tienen el virus.
Se trata de un tema estadístico. O de poblaciones. Los comportamientos que tenemos ante la letalidad de un virus que conecta con nuestro cebo de una manera determinante en unos casos en los que la situación se va al carajo. Y el cuerpo se deteriora hasta no poder más respirar. Se para nuestra respiración. Siempre tenemos la noción de que el motor que nos mantiene es la sangre. Que es lo que hace que el circuito que riega nuestro sistema atienda a la necesidad de esa transfusión natural que tiene el diseño de nuestro organismo. El cuerpo humano. La máquina perfecta. La biotecnología de cada uno de nuestros sistemas organizativos moleculares. La transmutación del individuo al ser colectivo pleno: ALLS.
Vamos a máximos. En el mejor de los casos podemos llegar a pensar en la consecución de otro máximo local. Otro “buen día”. Como si no fuéramos afortunados cada día. Por existir. Haciendo lo que ya hacemos. Sufriendo lo que ya sufrimos. Pero ahora, no queremos sufrir la muerte. La de uno de los nuestros. Lo aleatorio de las edades. Que el monstruo muerde. Podría venir y meterse en mi cuerpo. Uno. Mísero. A rastras. Al cuarto día en la superficie. En sus últimos instante de su vida, un roce casi imperceptible de un índice avanzadillo, de esos que saben palpar, ese gesto tan sutil y escurridizo para el mortal lazarillo de esta ciudad dual de dos grandes historias contrapuestas: ________ vs ___________ .
Elegid némesis.
Una propuesta de proyecto. La proyección libre de lo aborrecible.
Y soltamos la lengua. Nos vemos en la escala pública dispuesta a entrar en el cuerpo a cuerpo de cada uno de los debates trascendentales en los que te habías enganchado los últimos nueve años. Esa pasión por las hostias. Hostias. Hay manera de no querer hostiar a un subnormal al que considero mi némesis. La respuesta es fácil, chaval. La hay. La violencia no es un elección a la que tu vida no tiene un coste de oportunidad. Estamo en el momento del coste de oportunidad. Un concepto de microenomía 1: la segunda mejor opción. Una elección depende de lo que estoy evaluando contra la siguiente mejor opción. ¿Qué otra cosa mejor podría estar haciendo con mis recursos en vez de estar aquí? Cambiar el mundo. El objetivo que he perseguido durante los últimos 9 años como respuesta a un sistema que se había roto del todo, y ante el cual seguíamos en fase de reconfiguración en la que habíamos dejado de pensar en cómo asumir un cambio sustancial. Y eje de transfiguración. Lo que los independentistas como colectivo soño adquirir en ese halo de esperanza que le unió la voluntad de casi ser. Y luego nada. La máximo decepción de lo que se consideraba la revolución de nuestro tiempo. Y no se dio. No llegó a tener la base social necesaria para reconfigurar las fuerzas. Pero dio un ejemplo de rebeldía sobre el que sostiene su épica comunal. Fuenteovejuna. Aún hoy existe ese estímulo de revolución. Que no es un activo único del independentismo. Es un valor más universal previo y que se engloba en un transe para insolentes capaces de alterar las noches de las urbanidades capitales. ¿En qué sitios se plante y planea la revolución? ¿Quién ha pensado en eso? ¿Quién ha participado de foros colectivos de rediseño de la vida? Como ejercicio de una nueva colectividad. La posibilidad de reunirnos en un sitio en el que la fuerza de nuestra diversidad llenara todos los ámbitos de esa nueva vida transformada. Y esa escuela que se plantea cómo asumir propiciar un acto de reducación colectiva que la comunidad es capaz de compartir como parte de nuestro ejercicio de colectivización de la clausura. El estadio en el límite de nuestros nueve escenarios de máxima severidad.
Si se me permite expresarme libremente en este foro de participación escolar que nos hemos diseñado entre nosotros mismos. Por un lado la escuela proveyendo una propuesta de acción conjunta. La responsabilidad de padres y madres en la consecución de los objetivos de crecimiento personal de nuestras hijas.
Algún grupo de padres no nos sentimos representados en la utilización de hijas inclusivo para representar que los hijos también están ahí. Votamos, los cuatro, por regresar al uso desdoblado de la lengua hijos, primero, e hijas, después.
¿Son los hijos más relevantes para el núcleo familiar?
¿Es esa pregunta heteropatriarcal?
¿Acaso este es un sitio para contestar cualquier cosa?
Probablemente no. Se trata de un documento de cocreación en el que intentaremos recopilar diferentes comentarios de los padres y las madres de familia que decidan aportar algún comentario particular que quisieran compartir. Y eso se conjugaría, de no haber outliers surrealistas, en una contestación en la que se retroalimenta la participación de las personas para mejorar a lo antes dicho. Como un juego de suma infinita. Las aportaciónes conllevan siempre a la plenitud. Como una profecía autocumplida prevalente. Como un antivirus que sirviera de vacuna mental. Una predisposición a una alternativa posibilista.
Un estado de naturaleza pleno.
Un sitio en el que ubicar siempre la gloria máxima accesible para cada ser humano: el ser y estar. Así elijas ser, o no ser. Eso qué más da. En uno de los dos estados alternantes estás. Cuál es lo de menos. Si esto es el fondo del abismo, estamos preparados para 1984 elevado a la 9. Subamos unas cuantas dimensiones. Escapémonos de las alternativas que nos plantea cualquier otro discurso previo. Señoras, señores, la revolución está aquí en nuestra puerta. Nos está diciendo: el riesgo colectivo es el siguiente. La histeria le vendrá más de cerca cuando vea la gente morir alrededor suyo. Las historias de cada una de las personas que va a morir sola. Sin que nadie pueda acompañarte. Pero no va ser así. No en Sant Pau. Aquí la parte humana entiende que la muerte se debe acompañar más allá del contagio que le suponga a su ser querido, a quién nunca más volverá a ver, y quién nunca más volverá a tener otra oportunidad para despedirse. El coste de oportunidad es este: despedirse de ser querido o no hacerlo y quizás evitar ser contagiada por el mismo virus que se lo llevó. El mismo no. Quizás un hermano. Un familiar. Ese sicario que viene a tu casa a aniquilarte. Como si eso fuera una realidad de nuestra violencia social global. Un sicario viral se presenta en la mano de una historia de los que se fueron con esta pandemia. Los nombres que se escribirán en la memoria que cada nación decida hacer de sus bajas ante este fenómeno mundial de muerte compartida. La muerte de los otros no es fundamental, si se trata de temas evitable según la capacidad de producción, de I+D+i, a pesar de la liquidez de los beneficiarios de dicha vacuna, dicha cura. Los sujetos no dignos del mercado. El no cruce de la demanda. Comportamientos disonantes de la demanda. Estudios sobre los modelos de demanda que establecen una base comapartida de bienestar gracias a los beneficios agrupados para el conjunto de la sociedad: como el futbolarte.
Alguna referencia entre el futbol y los profesionales de la salud. ¿Quiénes son los héroes? ¿Qué tipo de historias contamos sobre estos colectivos? ¿No es acaso esta la historia de mi familia? No representa este esfuerzo colectivo un renovado sistema de relaciones profesionales asumibles. La purga de ciertos patrones afincados en el funcionamiento tradicional de nuestras instituciones. El diseño de nuestros contrapesos de poder. Nuestras cláusulas de elasticidad. El procomún más allá de los británicos.
Lo cierto es que la tentación a ir contracorriente es lo que más me une a Díaz Ayuso. A mucha gente le podría llegar a sorprender nuestra relación por los pasillos del congreso.
En un mundo de fantasía cuántas de las surrealidades españolas de últimos dos ciclos de nueve años de vacas flacas y gordas.
Todo va salir bien.
El dibujo del arcoiris podría ser una obligación que deberíamos aportar todas. Como un cheque para crear una exposición. Una creación de narrativas reconstiuidas. Un llamado a la transformación del modelo social. Un model nou.
Y formar parte de este grupo de proactivos que escriben la constitución de un nuevo orden global. Subimos la apuesta. Vamos a la única salida que nos han dejado: ALL IN.
Tomamos partido. ALL IN es nuestra última apuesta. O esto cambia o volvemos plácidamente a nuestra jaulas. El sistema nos ha pedido que le ayudemos. El tren del capitalismo se frenó en seco. Y los estados están sacando su solvencia a relucir en el desánimo global de los mercados. ¿Cómo reactivamos la fe? ¿Cuándo dejará de palpitar el moribundo? ¿Qué querríamos transmitir a nuestros seres queridos si tuviéramos algo que decirles? La incertidumbre de morir un estado que nos activa de la manera más afirmativa que podemos asumir como mortales: asumiendo la trascendencia del aquí-ahora. Seguir vivo. Y lo que la autoconsciencia abona. El germen del bienestar total. La sensación de plenitud. Cómo comer hasta la saciedad. Afortunados los que pueden, porque de ellos es la tranquilidad.
Vivir como un señor.
Currar como un cabrón.
Correr como Eto’o.