Control de las masas

Estamos en estado de alerta. Las personas en las casa y las fuerzas armadas en el espacio público. La situación del control absoluto está en marcha. Y nosotros hemos dado el sí. La esclavitud voluntaria nos la han puesto en bandeja y la hemos comido entera. Pero no se equivoque: no salga.

Yo durante mucho tiempo no he salido. Esa ha sido mi única carta. Esa ha sido mi gran cruz. Mi penitencia. Me lo dijo Dios directamente a mí. Me ahorré la institución. Me ahorré ir a misa. Me ahorré creer. O descreer. Simplemente fui a la fuente. Y la fuente me respondió: eres tú.

Bendita ayuda. Has lo que has venido a hacer. Prepara el camino para un cambio cámbrico. ¿Recuerdas? Aquél momento en el que las especies se multiplicaron en gaya de manera exponencial. Esos momentos de emergencia colectiva natural. Que parece que todo nos viene de nuevo.

Y no es así. No es verdad. La situación se pone tensa en el frente. Estamos en la primera guerra mundial. O la tercera. Quizás esperamos ver la novena. Como las cosas se aceleran. Puede ser que nos vayamos a dormir y ya hayan pasado dos más. Es como las transformaciones mexicanas. De pronto nos hemos dado cuenta y la socieda mexicana ya mutó tres dimensiones más allá. Y eso, de entrada, no se puede frenar.

México es la clave. De sus pensadores saldrá la voz más digna ante la situación en la que nos encontramos. No será el epicentro habitual. Ya le pareció a San Bartolomé de las casas que aquello que había ahí era de otra pasta. Nada que ver con Sevilla. Pero más alto. Así que lo nuevo pasa porque nos volvamos a reconstruir. Esta vez todas juntas. Como si el movimiento feminista nos hubiera dado alas. A TODAS. Nuevas. Sin redbull. Sin machos. Puro set de música para bailar.

Sounds of Earth. El sello de VAZIK. Puede que la contemplación al abismo nos parezca un escenario tétrico del juego de guerra que se desvela ante nuestro ojos. No se equivoquen. Quien guerra quiere, guerra quiere. Y los tiempos no están para infanterías. Ya se sabe que ahora el enemigo puede ser invisible. Puede no ser humano. Puede que necesitemos más recursos. O distintos. Pero ¿debemos comprar el discurso bélico para sentir que estamos a salvo?

Ni mucho menos. Con que exista un outlier tendremos suficiente. Pero no es sólo esto. Hay algo más. Algo nuevo. NEW, por decirlo en la lengua del otro. Quizás debamos mover ficha de una manera que hasta ahora no nos ha sido permitido. Quizás debemos reflejar las posiciones de nuestros vecinos. Y asumirlas como nuestras. Como si fueramos Portugal o Francia. Y ser críticos o vigilantes. O aplaudir con el patriotismo con que se utiliza la palabra henchido.

La gente aplaude a los sanitarios a las 8:00 en España porque lo que están realizando es una labor esencial para nuestra vida. No sólo hoy. Cada día. Lo han hecho durante todos los días de nuestra vida. Desde que existe seguridad social universal en este país. Quizás más allá de dónde ponemos la línea cuando definimos lo que somos.

La España de Franco, el constructor de hospitales y pantanos, ya tenía esta noción de salud pública. Quizás por la coyuntura. El caudillo debía gestionar tiempos pasados. Unir al país. Tras es desastre de los rojos quemaiglesias. Y la pacificación no fue fácil. Tanto así, que estando el enemigo dentro, se purgó a gran parte de la población. Que «voluntariamente» se fue. Emigró. Se exilió.

La España de los dos bandos. La España trinufal y el resto de España. Como si hubiera oposición al centralismo. La periferia no cuenta. Ni para independizarse del territorio. Ni para ser una isla en la montaña. Una isla del hombre. Ah, qué paraiso.

España ante el espejo no se aguanta la mirada 99 segundos. Intentarlo. Salen puñales de los ojos con la contundencia dalineana para entender las coordenadas surrealistas de la contienda. No nos queda más que machacar la imagen que de nosotros hemos creado. Como último intento por suplantar nuestras vidas con una que tenga algo más de sentido. Es la última oportunidad. Ya no tenemos más tiempo. Ni gas.

Algo pasó cuando ya no nos quedaron referentes surrealistas a los que seguir. Se perdieron en los libros que escriben para sus colegas que todavía se ven por el Bocaccio. No nos quedan insolentes de verdad dándolo todo en el espacio público para que nos desmelenemos ante la tribulación que se plantea cínicamente frente a nuestras narices. Esto es el sistema. Y punto.

Identificación.

Está usted al margen de la ley.

¿Qué vamos a hacer?

Levantar acta.

Queda usted fichado en el sistema.

Que sepa que a partir de ahora lo estaremos siguiendo.

El nuevo sistema es así.

Mandamos nosotros: los machos ibéricos.

¿Algún problema?

Ni pio.

O sí. Esto.

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