Día uno: septiembre al procomún

Mi recorrido es retro. Feedbackloop. Voy y vuelvo. Siempre sobre una misma tradición circular. Quizás por la hipnosis del día que viene terco tras cada noche singular. Domir y vivir, como si dormido no se viviera en el paraiso. La vigilia is overrated.

El sueño, en cambio, demonizado. No se acuerde. Procure no soñar. Ni roncar. No está bien. Elimínelos. Lo vamos a revisar. El control es nuestro Dios, nada nos invadirá.

No puedo apartarme del surrealismo en una gesta como la total. Si se tratara de un último día, qué tendríamos que estar tramando para salvar al distopia futurista que lucha contra el mal en su día d… a no ser, que usted y los suyos, se levanten contra el máximo de los males. Como bichos gigates, hormigas, por ejemplo, con un talante nazi. Como si fuera una historia que no se podría repetir, pese a las señales claras de estar a la vuelta de la esquina. Te cruzar por la calle con una y la quieres aplastar. Te miras a los ojos. Ellas con su violencia extrema y sus afiladas fauces mordedoras. Malditas la odio. Acabo de matar una con una patada certera. Me estaba comiendo el pie mientras escribía aquí un poema en mi cuaderno de autor.

 

Mi oficio es feedbacklooper.

Me tengo que presentar ante la comunidad nueva que no está enterada de mi responsabilidad y deber para proteger las libertades del procomún que conseguimos ficcionar para establecer al menos un espacio liberado de las alargadas manos de los maestros capitalistas postmodernos. Alabados sean los cabrones. Los que subimos después vimos lo sublime de la plenitud y los excesos. La gente se proyectaba en ingresar en ese exclusivo club elitista. Lo mejor del capitalismo lo disfrutan los que llegan al estadio del vale verga no mames la lana que me entra por encima de los nueve nueves. Acotar el límite superior. Pero permitir la progresión temporal a los niveles más elevados de la multiplicidad. Admitir caminos alternativos que nos lleven a estirar los niveles de reiteración de una misma línea de afinidades. Como si un libro tuviera siempre que convertirse en una serie de nueve capítulos. Y por fin, un libro de los que siempre hablaba, ahí, publicado, listo para descargarse. El formato era el adecuado. Su tienda ya funcionaba. Alguien, seguro él mismo, la acabó de montar con la ayuda de los tutoriales de Internet.

 

No me gusta nombrar a la competencia. Ellos tampoco hablarán de mí. Ni les gustará que el pastel se divida. Pero se hace más grande, dicen. En esa expasión, en la parte de arriba existen sociedad elásticas inestables. Su solidez y su fragilidad se miden según lo diversificadas que sean las posiciones en todos los mercados en los que participamos como organismo de inversión participado limitado.

 

Los mercados respetaron a un artista que intentó pasar su obra primero y organizar su industria después. Lo manejó en dos tiempos. La gente pensó que acabaría en la segunda temporada. Pero la vaina siguió. Y se volvió a la tercera temporada, que ya se podía descargar. Y luego la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima, muy especial, lo cambió todo de una manera que sólo la octava, y la más grande de todas, la novena.

 

La serie completa no existe. Pero se puede crear. Se puede estirar todavía los límites de los dicho hasta el momento. En realidad es un juego de cómo reevaluamos el trabajo que ya realizamos en otro momento, con otro formato, todo junto, como si el tiempo y el espacio compitieran por desplegar la idea completa, en ese preciso momento, ante la tecnología a la mano para desvelar la narrativa, describir las esquinas literarías que se forman sobre el teclado de una manzana podrida que enveneda se apaga poco a poco con el tiempo con el que un suicida se espera a que no haya manera de reciclar ninguna de lor órganos que todavía no retoca con un robot que se asimila lo más tranquilo dentro de uno de nuestros cargadores virales de la nanotecnología que nuestra rama biotecnológica desarrolló en el último curso lean de experimentación con jóvenes científicos futbolartistas.

 

Si el ticatalán se hubiera centrado en mantener la coherencia de los tiempos verbales nunca habría avanzado en los otros ámbitos morales en los que rápidamente superó el conservadurismo inamobible de la Real Academia Española. Nunca fue un intento de insolencia voluntaria, pero se prestaba tan bien plantearlo en estos términos que rápidamente me invadió la idea de poder estar en lado del desertor de una regla que no le dio bola, a pesar de que siempre se intentó aportar algo sublime a la lengua a través de la obra literaria de un artista inclasificable, como casi todos los buenos, que se ven en la necesidad de explorarlo todo, por primera vez permitido, en un movimiento posibilista, que no contento con querlo todo, se dio inmediatamente como un derecho sagrado sacado de una ley nueva inventada para crear una utopía mejorada de los sueños más guajiros de la banda que se fusionada con las culturas de las nueve ciudades transformadas del tiempo real. Una revolución en caliente. Que marca las reglas de estas nueve ciudades, y su futuro inmediato, por siempre más:

  1. Barcelona –> New Barcino
  2. París –> Newpairs
  3. London –> Newlon
  4. Amsterdam –> Newam
  5. Tel Aviv –> Vivalatele
  6.  Atenas –> Sintagma
  7. Moscú –> Cosmos
  8. Berlin –> Linber
  9. Porto –> Newporto

Estas en realidad fueron las nueve primeras ciudades europeas en caer entre las redes de un nuevo modelo de revolución televisada que ahora sí se consuma en una paradoja sagrada. En cada idioma. Con la viralidad de nuestros tiempos. Como si ya no hubiera mañana. Hoy. Ahora. Este presente en el que estamos inmersos. Leyendo. En la nueva plataforma.

 

Si alguien me quisiera rastrear, aquí estoy. Yo he escrito siempre lo que soy. Lo que pienso. Lo que ficciono. No se bien qué parte va en donde. Ni qué tan bien se me da escribir. O contar historias. O atraer al lector común. Quizás soy un tipo sin audiencia.

 

La autoestima de un autor siempre lo lleva al mismo sitio: el siguiente flagelo en carne propia, con sarna, porque lo valgo. El primordial dolor viene de mi persona. Yo me lo inflinjo. Y me doy cuenta. Y a veces no lo quiero ver. No lo admito. Y me revelo. Y eso me hace escribir los versos más libres. Y me lleva a los sitios más oscuros. Y el dolor se trasnforma, a mi con él. Lo quema todo. Y yo no evito su luz, sino que me dejo rostizar. Mi fin está marcado. Tras esa montaña. Pero yo sigo subiendo y bajando. Como el sol según los neocoopernicanos. Hoy día no descarte nada. Todo vuelve.

 

Los número de Trump lo van a encumbrar en la corriente macroeconómica de los mercados en su evolución natural, o bien la respuesta del procomún le come el mercado y la iniciativa en la revolución continua de un mundo nuevo, emergente, que se centra en una escala diferente de medición de bienestar, y sobre esas reglas se llega al final colectivo primero, de entrada, como un espacio que se construyó hace años, cuando las reglas sociales no importaban, y las leyes de ciencia ya mandaban, y la sabiduría de los dioses, quizás todavía no se habían desvelado todas a sí mismas, dejando lagunas de misterios, y vida por delante, en un creencia posible que se mejoraba a partir de la gran versión unificadora de una humanidad sagradamente alternativa a todas las demás creencias, o la unión de las nueve más sólidas, o la propia. Siempre se debe prestar atención a modelos alternativos de creencias que autoorganicen la sociedad en un sistema alternativo funcionante, que se prueba y triunfa, si puede, y se mantienen hasta que lo desvancan, como casi todos, como casi siempre, demasiado rápido para sentir nada. Excepto la vez aquella en la que el sistema que se asentó de entrada era tan completo que ningún contendiente podía bajar los niveles de bienestar colectivo que había emergido tras la acción colectiva de la última nación en el esquema multiversal: Ticataluña.

 

99 historias fundacionales distintas no eran suficientes para algunos que vieron en esta nueva propuesta un cortina de humo para hundir el procés en un estado penoso de autodenigración pública irrisoria. Mi labor es ser el gringo de Monty Pyton en una especie de movimiento que se supo reir de la Nueva España.

 

El chiste sólo lo entendieron los que leyeron nuestra historia.

 

No eran muchos los que leían.

 

Quizás yo tampoco era el mejor de los lectores.

 

Pero a mí me importaba poco todo. Sobre todo la opinión de los demás. Aunque sabía, en el fondo, que dependía de generar un vínculo personal con cada uno de ellos. Ellas. Primero ellas, moradas, como un monstrito de la s, con fuego en la nariz y futbol en la sangre, y como novedad, di el arte. El futbolarte no es cualquier vaina. En tiquicia se vivió un poco por fases. Primero con pereza. ¿Quién iba leer tanta vaina? Siatonto. Qué pereza. Y di, se excluyó. El que no lee, di, que no se queje.

Leé. ¿Cómo le dicen? ¿Estrella de cine? Di sí: Bruce.

 

Mae, querer ser el mae más pichudo. Hoy. Por el bien común. Como si en una misión pudiéramos influir en la narrativa general. Arriba de todo. Y pudiéramos interactuar. Y conectar. Sin más. Con nuestra pura presencia.

 

Nueve días.

Nueve días en septiembre.

Nueve días seguidos.

Nueve vueltas frente al sol.

Nueve vueltas de baile.

Nueve pases a gol.

Nueve palomitas.

Nueve jupazos.

Nueve emergencias inesperadas.

 

Vea, aquí la gente lee. Y compra libros. Y escucha podcasts. Y compra online. Y colecciona arte. Y compra camisetillas. Y compra barato. Y compra caro. Y compra bien. Y compra local. Y compra sin pensar. Y compra con lupa. Y compra hoy. Y compra más. Y compra de vuelta. Y compra leal. Y compra calidad. Y compra talento. Y compra arte. Y compra estatus. Y compra por moda. Y compra convencido. Y compra para quejarse. Y compra confundido. Y compra sin saber. Y compra sin ver. Y compra sin querer. Y compra sin pena. Y compra muerto. Y compra doble. Y compra nueve.

 

Y vende. Y gana.

 

Un producto. Valor subjetivo. Hoy vale esto. Pero mañana mi obra se cotizará en otro nivel. Esos niveles serán alcanzados por un mercado que me ayudará a marcar el camino de escalada al la cima del mundo del arte. Mis pasos son conciliadores. Yo estimo llegar a transformar el mundo entero, partiéndolo en 999999999 pedazos. Introduzco la multiversalidad acotada. El concepto más rico en la experimentación de saciar los límites superiores de nuestro bienestar social. El espacio fundamental para proclamar el estado pleno de virtud en el tiempo y el espacio: el nuevo pueblo reconciado y multiversal.

 

Los ticatalanes al poder.

 

Permítanos la multiversalidad.

 

Mi pecado es proponerlo con rezago. La redención es traer al debate público al procomún ante una elección inminente de las primeras elecciones populares al último estado emergente: Ticataluña.

 

Primeras elecciones democráticas del Tico Commons.

 

La postverdad multiversada.

 

Sale el cuaderno y se ven las páginas numeradas del formato de páginas en cuaderno de la sesión inicial de este despegue al 9/9.

 

Nueve días. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve.

 

Y se acabó.

 

Hasta ahí llega mi ímptetu. Aquí lo dejo todo. Lo que de aquí salga, bendito es. Es posible que no llegue a nada. El mes siguiente lo vuelvo a intentar. Y así hasta finalmente triunfar. Esa es la regla básica de la revolución continua en el horizonte. Pero hay que subir el nivel de asimilación de una propuesta común compartida. Un 75% sería increible. Pero imaginaros esto: 99%.

 

Esta ficción, la que aquí comienza, nos relata el camino de una amplia mayoría que se contrapone a ese uno por ciento, que nunca la va a compartir. Bienvenido a las antípodas del poder. El 1% hijueputa. Nostros, en este 99%, levantamos una visión alternativa revolucionaria lo más lejana posible al status quo de mierda con el que nos tropezamos a diario. Alerta. No digo que no pueda jugar el juego. Lo voy a jugar. No me limiten ustedes a nada. Aquí yo también tengo derecho a serlo todo. Déjeme sentir los dos polos. Y quemarme en ambos. Como las que se deleitan libres en sus márgenes sublimes.

 

Cada página se recrea una dimensión co,mpleta de esta misma historia. Una y otra vez. Hasta que se junten 999. Y ahí damos paso a un resumen general. A un repunte en el recuento. A una cita con el destino. A un hito temporal indefinido. Es una variable aleatoria. El tiempo acotado, como ya nos condiciona el diámetro de nuestro planeta, y la velocidad a la que giramos sobre nuestro eje, y lo que tardamos en darle la vuelta al sol. Lo que para nosotros es un año para marte es otra cosa. Los ciclos que vivimos y a qué ritmo. Podríamos intentar asimilar las diferencias en un parque de diversiones en el que por ejemplo rotáramos como todos los planetas y lunas que habitan nuestro sistema solar. Ese concepto de casa. Y otros extraterrestre con vida. Ya demostrado. Ya  con el momento de comunicarnos nuestras penas. Pasado el punto de la paranoía militar si nos van a aniquilar, y si nos estramos tragando el cuento. Y los malpensados. Dichos. Más bien qué dicha que los tenemos. Como los feedbackloopers. Qué haríamos en este nuevo mundo sin contar con los narradores de los equilibrios básicos de un sistema emergente en equilibrio multiversal en erre nueve.

 

Mae, naimporta que no entienda. Usted quédese ahí. Siga leyendo. Siga viendo. Busque detalles. Aclaraciones. Paréntesis. Plantéese parte del juego. La vaina es salir a batear. Y uno sabe. Yo bateo bien. Y la gente me cree. Di si ve un triple comienzan a respetarlo. Aunque sea el noveno bateador. Por elección. Yo soy el nueve de todo. El nuevo. Y aún así la insolencia no la perdono. La incito. Y me meto en problemas. Me gusta. Me gusta la contestación a la autoridad. Y revelarme y pagar las consecuencias. Y luchar en la cancha. Y dejar la vida en la fiesta. Con los amigos. Sin dejar a nadie atrás. Sin perder el control. De mano de un maecillo pendenciero con noche por delante. En su día fui dj.

 

La gente aprendió a remezclar. Les voy a dar pedazos de discursos. Rimas. Estrofas. Mis canciones las montará el pueblo. Y la compartirán con la coautoría de una fechoría. Una cuestión española fuera de la ley. Aquí todos tienen cola que pisar. Así que me voy de aquí antes de que crezca una. Como Darwin. Y me vi en la necesidad de jugar este rol de revolucionario de barba entre la adoración de la montaña, la bajada al puerto, las mafias internacionales, los nacionalismos enroscados, los polos opuestos ofuscados, los actores internacionales atónitos a la jugada, la obsolecencia programda, la ecología esperando a la economía, la crisis crónica, la revolución retrasada, la ilusión de salir, la voluntad de poder.

 

Lo más sensato será fusionar la tradición de la antigüedad griega con la asimilación española de lo que significa ser la Unión Europea. Whatever that means.

 

En esta asimilación pueden participar también los portugueses, los franceces, los pueblos hermanos que tengan un conocido acá en la revolución que devolvió a la ciudad a la cima de la creación social de un nuevo tiempo posterior: la posturbanidad del procomún comprometido con la sostenibilidad de la humanidad encantada. Y los de abajo encantados. y los de arriba también. Alguien pierde. Pero se equilbra ante los dos tiempos por los que variamos nuestra postura: la de la vida en el plano condicoinado por el trabajo y el capitalimo, y el otro, en el que la colectivización de la polis nos lleva al sueño completo del bienestar de un sólo pueblo que se regenera a sí mismo ante la actuación continua de personas voluntarias autoorganizadas en los retoques del nuevo modelo completo de aproximación automática a la sociedad cultural de las personas esclavas, ratos, y libres, el resto del tiempo, sin poder renunciar nunca, salvo sanas excepciones, en el que los personajes claves disfrutan del peculiar beneficio de quién nunca más se mezcla. La posibilidad de excentar un examen. Cuando saber demasiado era un plus.

Come together.

 

ALLS

 

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