Un día en el Mextizo la cosa se puso chida. Yo les había replanteado la existencia. Los números tenía que cuadrar. Y show debía comenzar. Lo primero era tomar la responsabilidad de hacer de esta pinche madre un pinche sitio de leyenda. Vamos a romper la noción de lo insolente. Vamos a ser la capital de lo que se transforma aquí en esta ciudad. Una especie de escupitajo a la cámara. Como un sentimiento mod de rebeldía que intenta ocultar la furia que llevas dentro por la incompetencia de los gilipollas.
Por qué no vienes bailas en el lomo de la verga.
Nunca antes había escuchado cosa más irreverente y surrealista hasta que el más ilustre NEWDeFiano: Jordi.
Nunca la loma de la verga va a sonar tan gracioso como cuando sale de su voz. Que no sus labios. No te pases.
El homoerotismo completó el viaje de todo chilango incompleto: la explosión del chicharito.
El Chiringito lo tomó como una ofesna a Chicharito. Chicharito, en Sevilla, se enteró. Se cagó de la risa. Otros mexicanos de la ciudad le acompañaron la broma. Y quedaron para tomar unos rebujitos y unas cañas por los respectivos barrios de una ciudad dual en la que los mexicanos que se mueven como pez en el agua. Como en toda España. México conoce todas las Españas. Todas ellas están el él. Y ella está en todas ellas. Como si las naciones pudieran mutar. Y los pueblos hablar de pronto con sus ancestros herederos del culto por los montes, los valles y los ríos tropicales. Como si fuéramos un oso perezoso de Costa Rica. En medio de una vorágine urbana, que algunos querían hacer ver que era el espíritu de Jobs fusionado con los Güell.
Gran parte del catalanismo es sumamente soso.
Por eso el oso peresozo entró bien como mascota.
Los lentorros se indignaron.
Pensaron que era un burla demasiado fuerte. Muy fuerte, como decía Bustamante. Lo era.
La gente quiere Pop y no hay votantes que nacieran tras OT.
Menos mal. Pero a nosotros ya nos cargó la verga con la cultura con la que nos quedamos de estos últimos años. Somos los afectados por el modelo español moderno. Y hemos levantado nuestras manos: es un asalto. Ya cuando no hubo más pan para tanto chorizo la gente salíó a la calle. El debate se abrió. Y nos medimos en el consenso de lo que aquí se dirimía. El modelo de sociedad. A todos los niveles. Había grupos en todos los idiomas. Como mínimo nueve que aprendí, y luego fusioné en uno propio: el ticatalán. La fusión que me representa. Porque los otros no nos representan. Ni siquiera el último radical que presuma de ser el más nuevo de una conjura de más y más necios. Pero nos falta un Ignatius que nos lleve al límite de la razón. Y nos desvele que la insolencia es el camino. Y nos seguirá toda la resisentencia. El voto foro coches. Nichos vírgenes a quienes la insolencia nunca les ha sido llamada a votar tal o cual opción. Hasta hoy. Hasta Golman.
Soy todas las campañas de una única obsesión. Revertir el tiempo y empezar un curso nuevo. Ortogonal al presente.
Lo sabrás cuando aprendas todos los 99 niveles matemáticos de preparación.
Mi amigos actuarios podrían ayudarme a crear una trayectoria de 99 pasos para aprender a las matemáticas artísticamente. Como un juego de saturación. Elementos tradicionales separados en píldoras que puedan recibir todas las subcategorías de un sistema de etiquetas. I am a labeling architect. And I am here to wonder.
I am also here to acto like teathrical figure. Like someone who could buy a theather and run it with a single man show. To make it available. As an art expression in Paral·lel. As I’ve been called.