Ayer viernes 11 de enero murió el marqués de Comillas. Un grande de España se reconoce facilmente por su título nobiliario. A ver si nos enteramos. Usted no es un grande de España. Grandes de España hay más bien pocos. Pero representan la historia de este país. Todas las historias de España en un solo grande de España. Y además con una capitalidad barcelonesa, dispuesta a cambiar a partir de hoy, que nunca más seremos lo mismo.
Ya nunca más.
La muerte es así.
Nos llega a todos.
Muchas personas piensan hoy en la muerte por él.
Por la suya.
No estoy excento de tal efecto.
Hoy también yo siento su muerte.
Sin haberlo conocido más que de pasada. Por vivir en su misma ciudad. Ojo a lo que se dice del man. Y eso sólo lo que yo conozco. Y voy a ser muy honesto. Yo soy el último en llegar, y nunca, nunca, en la vida, se me ocurriría faltarle al respeto a un grande de España. Me parecia además de insensato, inmoral. De una bajeza tal que nunca perdonaría aquél estúpido momento en el que se me ocurrió ir contracorriente y hacerlo.
Hacer lo contrario.
Como un ejercicio despreciable, pero honesto.
Y uno se queda con esa convicción en la piel apasionada por una región particular de su mente. Esa mente que se afirma ante el resto de las regiones, porque son regiones, del cerebro, nuestro órgano superior, el que comanda a nuestro cuerpo sagrado, lejos de la asimilación de las reglas, las afiliaciones a ideas preconcebidas, todas, en femenino, por primera vez, sólo por qué sí, ¿por qué no?
Ese párrafo es el discurso de mi feminismo. Miento. Es mucho más largo y complejo. Pero no quiero aburrir a ningún macho ibérico de pura cepa. Ojo, esa raza no es la pura. El toro de lidia indultado. He ahí un español con dos pares de cojones. El resto: maricones.
Ahí en ese párrafo me entiendo con el colectivo LGTIVEWQIDPO. Compañeros, la O pese a ser la última en llegar tengo algo que deciros: ni una puta sigla más al nombre. Último cambio. Esa es nuestra propuesta a votar.
Y votamos. En otro plano. Liberador. Ya resuelto. Desde hace años que lo pensé. Cuando un día coincidí con toda esta parte de la observación que había que hacer en esta pinche capital de este puto paraiso caótico de la cueva del némesis de la Santa Inquisición, aquí, hoy de vuelta.
¡Acción!
El partido popular sí defiende la familia. El matrimonio homosexual es un triunfo de la izquierda, si pero la cámara lo refrendó. El PP, en mi opinión, de forma equivocada impuso un problema a la ley de derechos igualitarios para los homosexuales y trans. Las mujeres son de derechas. Es cierto que el partido popular abolió el servicio militar. Me salvé por los pelos. Dice el vasco.
Yo soy Elizondo. Al lado de la iglesia me encontrarán. Ese es mi sitio. Yo ya estuve dentro. Denfedí la caza. Y defendí que el que quiera ir a los toros que vaya, y el que no quiera ir que no vaya. Yo fui a los toros en Villanueva de la Fuente, en fiestas. Vino el hermano de Jesulín de Ubrije. Que dio una corrida bastante aceptable, no tan notable como las faenas de Avellán, que sin duda se llevó . Vocat a ciudadanos tiene todos los niveles de incertidumbre. Si eres de derechas no saber si tu voto va ir a acabar en la izquierda porque a estos pedorros se les dió irse con los mariquitas rojillos hijos de la gran puta. Vaespaña.
Ese párrafo es un poema para los toros y los grandes de España, por la gracia de Dios Nuestro Señor, que mandó primero a un hijo que no sabía escribir, o que se negó a mencionar el trópico que su padre veía todos los días, como el lado oscuro de la luna.
Ese párrafo al final es para los que abren los archivos de la NASA con las últimas fotos en la alta definición de los espacios públicos de ocupación del espacio junto al tiempo y la divina comedia de un grupo de seguidores lacanianos de Armando Gallo Pacheco en una comunión por el espacio público pensado desde la visión fresca de los que durante siglos ignoramos que hayan existido: La Nueva España.
El nuevo modelo de edudación sólo estudiaba la Nueva España. La vieja: que os den por el puto culo.
Este último párrafo se vendió como libro de arte firmado en persona el día de Sant Jordi convertido en una transformación del tiempo y el espacio, los autores y los lectores, la prensa que nos explica cómo va el día más lindo de cualquier patrón de la ciudad: esa figura mitológica que nos explican año con año según la tradicción que manda sobre nuestro cirtierio de autómatas que se creen con la convicción de tener opinión, de leer, de pensar por sí mismo, de escribir mínimamente, pero si puede escribir historias que resurgieran de una transfiguración del último gran Grande de España: el hombre con mayúsculas de esta última operación de familia. Los círculos sociales en los altos barrios de la ciudad, las industrias nobles, los nobles con título, los CEO de las 99 familias de la gran capital, dual, mediterránea, con esta enorme relación de las familias, todas pues, en el sentido literal de la lengua, como a mi editor le gustaría que estuviera ya escrito, y si fallo, que sea la excepción por estar hasta el pito creando lo que sale directamente de la experiencia de ser, como soy, un fraude en todo lo demás, menos en esto: literatura.
Yo me entrego a sus pies, señor Marqués de Villanueva de la Reina. No era más marqués. No sabes nada. Ni cómo se comen los escargots ni las esferificaciones. Un latinoaméricano más que se acerca a un grande de España para conocerte. Y encima: ficharte. Por decirlo de una manera vulgar. Para pillar milenials. Por desprecio a los viejos. Edadismo afiliador. Repugnantes contradicciones que conflictúan al personaje perfecto.
Claudio no sería nadie sin sus aspectos completos en ambas direcciones. Lo leído de una persona de buena familia lo lleva a enteder la problemática social de los temas más cabrones de la existencia hoy y siempre, a través del pensamiento y la escritura de los autores que lo reflejaron en su obra más personal. En esa especie de desnudez a la que asistes desde la intmidad de un libro que te regalan en Sant Jordi. Un panfleto de futbolarte. Por el marqués. Por su recuerdo. Por el humilde tributo que un vecino de la ciudad le dirige con todo el respeto con el que suelo dirigirme a la gente en general, y mucho más, por la buena educación que me dieron mis papás, a partir del ejemplo de su saber estar ante todas las expresiones de los invitados a la casa a hablar de libros, beber bien, comer bien, y reir. El marqués se había aficionado al pensamiento detrás de los libros. Leer. El libro como industria y hechura. La sofisticación del negocio de saber llegar a las lecturas que cambiarán la manera de pensar de los que compramos libros. Esa parte de la población. Esa sociedad. El año del Sant Jordi 9. Cada nueve años resolvemos el problema acumulado y reseteamos. Con una narrativa colectiva en erre nueve. Pero explicado por nueve newbarcinoenses super libres de pensamiento que se inventaron un sistema social de autogobierno de
Analistas políticos me vieron como un buen candidato para mi ciudad. Mi compromiso era de caracter multiversal. El procomún. Los que tengan respeto por la acción pública. Lo más bonito que se puede ser en la política es ser alcade de tu ciudad. Javier Maroto en Vitoria. El respeto de tu ciudad. Vamos a esta novena transformación. Porque la transformación a la que finalmente hemos llegado en Ticataluña: la última república tras la revolución del luto del marqués de Comillas. Finalmente me acordé del título del marqués. En realidad él siempre estaba por la exploración de la locura del personaje que viene con la insolencia pura que todavía existe en el pensamiento urbano de la Nueva España.
Fascistas en la televisión. No hay que darles espacio dice Carlos Bardem.Vox, nunca les hemos aislado. Intereconomía saca pecho. Los medios nos van a escuchar. En todas las ondas radiofónicas. Vamos a comentar lo que queremos hacer en cada barrio. Vamos a ir a cada sitio a ocupar el espacio y el tiempo con la conversación de un política pública de la ciudad dinamitada. Ojo. No escriba eso, parce. Como si uno por ser latinoaméricano debe ser considerado potencialmente ligado al narcotráfico. Cada vez más será así. Las buenas familias seguirán enviando a los que han venido. Y los que triunfan aquí. Por sus familias y su empeño en trinfar. En cualquier mercado. En todos. Mexicanos en la cumbre. El ser lider de México. Hoy. Siempre lo han sido. Yo he conocido al menos 99 líderes muy cabrones de México. Algunos en Baja California Norte, otros en Coahuila, otros en Veracrúz, otros en Michoacán, otros en Jalisco, otros en Puebla, otros en Colima, otros en Morelos, otros en el Estado de México. Y hasta ahí dió. No alcanzó para la pinche cedeeme. Ese no lo tiene el pinche Mancera reservado con sus derechos de autor. Pinche cabrón, se la mama. ¿Sí se saben lo de las siglas de la ciudad, de nuestra capirucha sagrada, la según él CdM. ¿O es acaso CdMx?
El DF se queda fuera. Es como morir. No hay más.
Se acabó el veinte.
¿Qué vamos a hacer? Hoy tampoco somos mortales. Que no nos vayamos hoy ya es una cosa más a festejar. Esta es la gracia sagrada. Ese momento de la lectura. Llegar a una esturctura que funciona. Porque siempre me lleva ahí. Al límite superior. Al límite completo. Uno ahí con Claudio. La conexión sagrada. Esas historias que repetiremos en su ausencias. No me hagas llorar.
Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí. Claudio está aquí.
Monegal e Iñaki analizan la tele desde la tele. Este tipo de loops me llevaron a pensar en un feedbackloop que involucrara la ida y venida del día y la noche de la gran ciudad que se abre como Barcelona al llegar. Esa fuerza es su atributo sagrado. Llegás y lo sentís.
Un argentino te lo atrapa al aire.
Una argentina también; groso.
Por separar y aclarlo todo primero me relacionaría con todas las argentinas, mientras los argentinos esperaban en fila. Aislados. Sin saber por qué. Por darles por el culo a los hombres. Generalizando. Por faltarles. Que lo pueden aguantar. Que están acostumbrados a que sea una mujer la que se le falte ante sus ojos.
Homocidios por cien miel habitantes
Brazil 30
México 19
España 0,6
¿Quién mata en mi país?
Aquí va la primera pregunta
Violencia de género por extranjero. Agresores españoles: 62% Agresores extranjeros: 38%. Apunte quién lo hace. Haga sus inferencias. Sale a la calle: ¿qué ve? ¿Asesinos?
Muertes.
La violencia de los que matan.
Las pistolas por la mañana.
La violencia con armas cargadas.
La violencia de la palabra.
La violencia de la brutalidad del macho descarriado.
Oye Pablo es verdad que tu madre llevaba la foto de su hijo a la escuela y la maestra le dijo traiganos otra que no parezca con síndrome de Down. Que al niño no se lnote que es mongólico. Porque, verá usted, nos estropea la foto. Violencia a la española de algunas mujeres perfectas, por todo lo demás.
Mota se ha atrevido con el rey actuando en su discurso. Anuncios del rey. Pero no toca a los jeques. Las relaciones del rey. Si estás cerca de él no lo puedes parodiar. Los borbones en Cataluña. La libertad de Polonia para tratar los temas relacionados con el rey. La historia de la corona desde los tempos modernos.
TV3 al Rey Felipe. Franco le regala a Juan Carlos la corona. Juan Carlos se la da Felipe. Tesoros que están atados y bien atados en esta navidad.
Aquí el marques de Comillas no les puede seguir la gracia cuando se trata de hacer chascarrillos de otros grandes de España. Él, justo Él, no puede entrar en estos bajos mundos del cotilleo real.
Pablo Casado hablando de chiringuitos de feministas. El presidente del PP hablando de chiringuitos. Y ni medio asomo de risa. Es un gag perfecto. Sólo un observador con huevos podría tirarle la mierda a los malos de este país. Y tener claro que hay un comisario Villarejo cerca de usted. Olvídese del micrófono. Ya la estamos escuchando. Sólo tenemos que tener interés en vox. Y entonces verás. Ax.
Ese es el guiño para la extrema derecha. Su voluntad. La violencia libre a todo Dios. Menos a Dios Padre. Porque creemos en la unicidad. La tozuda unicidad con la que creemos en la supremacía de los hombres blancos. La derecha se levanta y elevan su brazo rectísimo al sol. Y ven a Franco en el reflejo del sol en sus ojos sin filtro alguno. Dios Padre Sol (DPS) y mi dualidad: OjOs.
Cada párrafo a un público distinto. El mismo público que aprecia un lector al leer. POr la contempación del saber ajeno. De la apertura de un multiverso inédito. Un autor se dedica a eso. Un editor le dice en qué sitio el texto falla. Por su intuición. Porque lo ha leído todo. Y lo ha entendido. Está con el discurso actual de los nueve grandes temas:
- El texto. Manuscrito. O a máquina. O en PDF.
- El momento.
- El tema.
- La originalidad.
- La transformación.
- La línea editorial.
- La trascendencia.
- El entretenimiento.
- La solución…
Con esos criterios evaluó cada texto que pasó por su mesa. Y levantó la familia, de la manera con la que un grande de España navega un barco de la familia, en Ciudadella, en Cadaqués, en Barcelona, en Madrid, en Frankfurt, en Guadalajara, en Bogotá, en el DF, en Buenos Aíres, en París. Él mismo es un activo de toda la familia. Por liderar un gran familia. Por buscar la independencia en el mercado laboral. Tras aprender con la familia todo lo que había que saberse del oficio y tras aprender del merjo mentor amigo en París. Con lo bien educado que está el muchacho. Por lo que ha leído. Por lo que ha vivido. Por lo que hemos podido enderezarle. Como si las grandes familias criaran a su primogénito con el cuidado con el que se cría al nuevo Dalai Lama. Pues Claudio estuvo ahí. En la cima siempre. Por responsabilidad. Por asumir el gesto más sutil de transitar por la existencia: siendo un editor. El trabajo del editor tiene referentes locales que tienen un ascendente del buen hacer del pensamiento y la edición de lo más afirmativo del pensamiento crítico y literario de los seres más locos de cualquier multiverso: los autores. La megalomanía de pensar siempre en escribir. Y leer. Y editar. Y cambiar el mundo con una coma. Y conseguir trasladar la idea de que ya lo hemos conseguido. Que es esto. Fundirse con Claudio. Intentando leer lo que ha leído. Lo que ha editado. Lo que ha leído este marqués. Con una biblioteca de libros de verdad. Pillando todos los libros que le apasionan. Para devorarlos y distribuirlos entre los mejores profesionales amigos. Lectores amigos. Escritores amigos. Amigos con los que quiero estar. La operación de una editorial nueva. Pequeña. Pocos libros. Lo que nadie publica. Lo mío, lo mío, lo mío… la chaqueta. Igual. No lo van a creer. No es plagio. Es tributo. En México aprendimos a hacer cine moderno cuando nos tomamos en serio la industria que tenemos, las historias que nos pasan, y las constradicciones existenciales que mantenmos ocultas, como la Roma de Cuarón, y nuestra dualidad de dos pueblos que difuminan entre dos polos. En esta naturaleza dual ya estamos. Y este es el momento. Nuestra identidad negada. El polo contrario al que le dábamos bola. Bolo. Chicle. Escupa. Agua. Fume. Puto. Tanque. Rol.
Esa es la dinámica del nueve. La novena dimensión. Una alternativa de sociedad en la que nos podamos sentir tranquilos. Bien representados. El poder lo tenemos acá nosotros. Los locales. En toda ciudad funciona así. Claudio está en la cima del control de la ciudad capital. Hablo de todas. De las nueve. de las operaciones de la familia que finalmente hicimos tierra en nueve ciudades de la Nueva España. Los grandes de España son también, casi todos, grandes de la Nueva España. Ya nos entendemos.
Las grandes familias están en todos lados. En todos lados las suyas. El pueblo. Al final todos nos conocemos. Y nos hemos leído. Nos hemos visto las caras. Sabemos lo que opinamos sobre el independentismo catalán, la unidad de España, la España abandonada en el limbo, los olvidados de Buñuel, los niños de Truffaut, los personajes de Proust. las mujeres de los discipulos, las artistas afirmativas en pleno proceso creador liberador pleno y los ilustres insolentes de una ciudad capital de multiversos ejemplares que transitan entre los libros editados por el último gran marqués de Comillas previo a la emergencia colectiva de esta urbanidad completa que alumbra a todo el universo editorial. El mundo entero, latinoamérica y España, le lloran. Con razón. Mañana lo velan. El lunes lo entierran. En Sant Gervasi. En donde su historia influenciará la ciudad, mientras acabamos de leer todas las grandes lecturas que sus libros nos darán. Pero hay que leerlos, eh.
No podría estar hablando del señor don Marqués de haberlo conocido un poco más. No tenía acceso a esa élite editorial. Mi lugar siempre estuvo más abajo. Yo llegué a Barcelona y sin duda fue el primer Marqués que tuve cerca. No fue el último. O sí. Los latinoamércianos no aspiramos más que a a subsistir en una ciudad tan dinámica como esta Barcelona que nos encanta mientras intentamos acabar de entenderla. Se requieren mínimo tres años. Aunque algunos la descubrimos en su esencia más surreal según el genio local que nos instruya en el plan para esta noche. Y quedamos para conocer a personas que nos transforman. Las cenas con autores latinoaméricanos con sus editores barceloneses. No hay evento social/profesional más demencial. Esto es lo que tipos tan sagaces como un marqués con voluntar de trascender socialmente a la lectura que nos libera, por la atención a la insolencia que emana de los humanots lationoamericanos que mejor escriban, según los descubrimos al salir. Cuando uno de nuestros lectores nos chiva: ¿has leído a Golman?
El marqués nunca tuvo un manuscrito de Golman en su escritorio. Aunque lo que habría sentido al verlo tras recibir uno nuevo, igual o mejor que el del mes anterior, la décimo día de cada mes. Se trataba de una colección de confección particular. El autor lo había diseñado así como un ejercicio exagerado de metaestructuras ejemplares. Hablar siempre alejándote del punto. Por puro vicio. Como una cosa así; buscada. No llegar a nada. No tener aparentemente sentido. Pese a estar muy cerca. Ir al grano está sobrevalorado.
Son giros de este tipo los que únicamente un editor con olfato exquicito habría aceptado. No es verdad. Tengo más recursos en el sector editorial. Puedo enviar a otros ocho los manuscritos que digo tener. Las historias que están ahí. Contadas. Sin leer. En pausa. Como la resolución de la igualdad. O la sensación de haber llegado. El placer de ser y estar en sintonía con los divinidad, y en ella, todas: ALLS.
Ahí el discurso va dirigido a llegar a curarnos todos en una misma fuente recurrente. Una fuente de felicidad absoluta. Un sitio al que podemos conectarnos. Una especie de Netflix nuevo.
Abuela dice a madre. Madre dice a hija. Hija dice macho.
Basta.
El macho debe ser
Las razones y las causas de la violencia de género viene del capitalismo. O de la tradición hetero-patriarcal. El machismo no se visualiza sólo así. Como si fuera fruto del capitalismo. Y no de todas esas partes. De todas esas lacras. Cómo cambiamos la manera de ser. Organizaciones de mujeres manipulando contral el capitalismo. Como si no fuera el sistema el problema. Lo es. El problema es el sistema. Pero el Marqués de Comillas no puede participar en la revuelta. Nunca. Él sostiene la herencia que nos ha traído hasta aquí. En positivo. En el tránsito de la sociedad familiar española a la sociedad multiversal de las grandes familias del mundo mundial.
Claudio habría dejado pasar el uso del pleonasmo mundo mundial por criterio de uso social en su ciudad. No habría estado mal. Pero algún tipo de mal gusto editorial se debía guardar para alguno que otro debate acalorado en el que decidirá participar con los autores con los que quiere provocar a la más surrealista de las conversaciones de las cenas literarias en cualquiera de las ciudades capitales en las que se movía el marqués de comillas, siempre afitrión de un gran editor o de un gran autor local. En su casa. O en la exploración de las mesas más sui generis de la ciudad. La gente más libre. La literatura más universal. Los textos más sensasionales. Best seller tras best seller. El grupo detrás. La familia. El family office. El patrimonio. Los valores de la familia. La tradición. Las fiestas familiares. Nuestro pequeño palacio en la plaça del pueblo. Las casas familiares. Los libro de la biblioteca del marqués.
No conocí bien al marqués. Mi tarea esra pasar desapercibido y verlo todo. Y el tiempo pasó en España. Y esta finalmente lista para reconvertirse en otra cosa se disolvió en un estornudo de Claudio, en un último milagro sorpresa dio, desde feretro, como si de una broma se tratara. Como si la muerte se presentara en él, y tuviera la deferencia de desearlo una última broma. Y accediendo, este le pidió volver a vivir, para despedirse de todos los que asistieron a su funeral, ya todos juntos, en el último suspiro, esta vez al revés: un susurro. Un último libro. Mi espíritu mutó al de un autor. Este que hoy les habla para que nos hagamos una última selfie: aD10s.
Los autores latinoaméricanos me apoyarán con esta petición de change.org; reponer la estatua de la Plaza de Antonio López López con la del marqués de Comillas. Porque se lo debemos a la familia. Se lo debemos a la historia. Teniendo el marqués ya una plaza, qué más que saldar la deuda legendaria que tiene el marquesado con la carga humana que viajó en los barcos de la familia, como si no se le aportara a uno y otro lado del charco, el trabajo de tanto marino mercante que con su sudor dio de comer a tantas y tantas familias de alguno de los pueblos tanto de España como de la Nueva España. Mientras a otros, quizás nada. O les quedó debiendo. Hasta el marqués mismo se encargó de saldar la cuenta. Esta vez comerciando con un esclavismo más sútil: el autor latinoamericano. Su chispa y el color de un lenguaje adecuado con la historia que nos descurbre que somos parte de una misma historia. Una misma lengua. Que lo que vivimos aquí y allá fue lo mismo. Independientemente de lo que sepamos de las historias de la familia en otros siglos. Como si nosuestros antepasados no hubieran estado ahí mismo. En algún tránsito familiar. Un éxodo continuo. Con un pasado común, en el que en algún punto nos cruzamos.
La literatura te deja un legado profundo. Los libros y la edición es la industria que nos trea a estos libros a nuestro encuentro. Y damos con autores que se acercan tanto a nuestra experiencia vital, que inmediatamente nos acompañan para siempre. O nosotros a ellos. Estamos ahí: lectores. Ser lector no es cosa fácil. Se escritor aún lo es menos. Ser editor ya ni te cuento. Ser crítico, quién sabe. No voy a comenzar yo a ser crítico de un insolente de la más alta estirpe, aquél que pudiendo escoger el sector en el que desplegar las alas de su careta social: tu personaje profesional. El editor que lo fue todo en el sector más sutil de todos. El reconocimiento internacional de una industria que habla con cariño de una persona que con su sola presencia llenaba una estancia con personajes interesantes en cada flanco. En el corrillo principal, el marqués. Testigo de la conversación más relevante del lugar. Buen escuchador de un contador de historias. Animador de la siguiente copa. Un bon vivant de los que juegan a favor de la cultura, y del despliegue de un gesto colectivo común que representa defender el libro, como un sector en el que se juntan todos, gracias a tipos entregados y apasionados de la lectura, y el oficio de hacer libros.
No tengo manuscrito que llevarle. Pero sí un tributo que hacerle hoy, que su duelo está presente. Tanta gente que quiero dolida. Tanta gente que quiero trastocada por la muerte. Las grandes muertes. Las muertes precipitadas con tiempos inexactos. La lucha de lo que quedaba por hacer. El barco se queda sin almirante. La nave la conduce el viento. Su presencia se ensancha en cada anecdota que recuerdan los que sí lo conocieron. Algunas historias mejores que otras. Sin faltar algunas de sus némesis, que sin duda, como todo buen marqués, sabría cultivar con el pasar de los años. Lo noble no excenta de nada. Ni añade nada, quizás fortuna. Pero sobre la construcción de un apellido que nos viene dado, no nos queda otro camino que explorar en la historia de lo que representa nuestro pasado, y lo que nuestro padres tuvieron que transitar para llegar a donde están ahora, o en su momento, cuando tuvo su familia, la mía.
El cambio de roles en una familia no tiene el mismo peso para un primogénito que para un benjamín. Ni tampoco lo tiene para un marqués o un autor latinoaméricano probando suerte ante los marqueses del mundo editorial en español. Barcelona capital latinoamericana de la edición. Como si algo aquí llamara a los autores más tercos en la intención de trascender al sufrimiento del indio. El mestizo que se cree con las agallas de presentarse a la casa del blanco a contar un chiste. A ver: dejen que el indio recite un poesía, que dice que es poeta. Y el indito ahí se avienta, porque está preparado, habiendo leído el Popol Vuh, para sacar en ese momento unos versos inéditos para seducir al señor. Y el marqués, culto culto, entendió.
La cultura tiene niveles. En el escalón más alto se juegan unas pugnas entre los autores reconocidos por el mercado. Los que encontraron su voz un día, y su público les siguió. Y los que se ocupan de sus carreras. Los que manejan sus intereses. La élite de las editoriales que mandan. Los grandes presupuestos de la cultura. Los proyectos editoriales con grupos familiares de peso. La contribución bajo su nombre. Como si de editores italianos se tratara. Mondadori Randomouse Debate Alfaguara bla bla bla. Todas las novelas de un sector alternativo que se dedica a hacer libros, promocionarlos, distribuirlos, venderlos, y devolverlos. Y revenderlos. Y comprarlos. Y leerlos. Y nosotros aquí. En medio de esta ecuación. Tocando a la puerta para entrar. Inspirados por el marqués de Comillas.
Yo a Claudio nunca lo traté. Mucha gente hablaba muy bien de él. Tenía amigos que lo consideraban un tipo entrañable. Amigos mexicanos muy cagados, con sus lecturas bien plantadas, y sus escritos en su punto, dando la talla de estar ahí presentes en el debate. Defendiendo conocer la literatura clásica de los nuestros, para pasar por las lecturas universales imprescindibles para poder opinar al respecto, con todas las novedades leídas de todos aquellos autores que no te podrías haber perdido, si de verdad quieres estar al día de lo que se dice por ahí, en las letras universales.
El sector como una industria más. Con sus ferias mundiales. Su Frankfurt. Su FIL. Su Sant Jordi. Libreros, autores, editores, comparsas. Las grandes familias se pueden dedicar a cualquier sector. Todos tienen los huevos en varias canastas. Los polluelos de la familia hacen lo que se puede dentro de los puestos que generamos dentro de las empresas familiares, y las de los amigos. La élite se cuida con la sola relación de las generaciones que nos vienen detrás. Formamos parte de unas familias locales con algo más de historia. Un círculo pequeño y selecto. Los que mandamos aquí, y allá. Pero en un sector como el del libro, se puede ser tan sutil como cada uno se lo disponga. Se puede ser heredero de un imperio editorial, y decidir volar por su propia cuenta. La independencia del rebelde está en no conformarse con la vía fácil. La que está pintada para tí. Ese camino sin gracia.
Los valores conservadores siempre van a encumbrar la familia. No la escogimos. Y no debemos avergonzarnos de la suerte que tuvimos. Si nos tocó nacer con cierto privilegio social, lo mínimo que podemos hacer es intentar jugar las cartas que me han sido dadas para un objetivo colectivo más significativo para el bien general. Editar libros que aporten lecturas que nos parecen escenciales es el oficio más noble con el que me he tropezado. Quizás algún día sea editor. Quizás algún día sea marqués. No renegaré. Preguntaré a quién le conoció, quizás compre un libro que relate sus historias, o quizás publique uno. Los grandes personajes de la historia se construyen por las historias que su legado matiene vivas en el imaginario de los propios y extraños. De alguna manera, los grandes nombres de esas personas marcadas con el genio de un buen hombre de esta ciudad, y el respeto de las otras casas, que también contribuyeron lo suyo. Mercados cruzados. Mismos barrios. Mismas escuelas. Mismas familias. Servicio filipino. La Roma de Cuarón.
No se le puede faltar a un hombre cuando muere. No mientras su cuerpo está aún tibio. Pese a hacer mucho frío en Barcelona. Se me está entumeciendo la pierna. No creo que sea el único escritor en la ciudad dedicándole un texto al patriarca de todo el rancho. Hispanoamérica es un rancho. Algunos preferimos hacer ver que no hay amos. O amos más cutres. No aquellos que apuestan por los sutiles caminos de las artes. Por el mundo de la burguesía lectora. Como si una sociedad se lo pudiera permitir. Inclusive desde la periferia de las excolonias. Como si lo hubiéramos vivido entonces. En primera persona.
España se soluciona con la muerte del marqués de Comillas. La tradición se puede sentir bien representada por su legado. La memoria de sus gestas serán narradas por las tertulias literarias de las principales ciudades de la Nueva España. La New Nueva España. O New New Spain. NNS. Un gesto más de la fusión entre lo viejo y lo nuevo. Como si tuviéramos la posibilidad de fusionarnos en otra cosa más grande, que nos permite ahora mismo acudir a un mandado proyectado por las fuerzas de los comunes aquí en la tierra, y el enorme peso específico de un grande de España directamente con Dios Nuestro Señor, con un nuevo hijo a su derecha, tras todos los grandes de España que le hacen un pasillo, como si el Espanyol fuera campeón, dejémosle al hombre soñar: que un día como hoy España entera se paró a pensar en él. Amigos suyos le lloraron en todo el mundo. De todas las clases sociales. Las clases altas lo hablarán mañana en la mesa del domingo en casa de los abuelos.
A un grande de España no se le vacila. A no ser que tenga uno la suficiente insolencia y el don del timing. Si encima uno sabe escribir, quizás pueda salirse con una insolencia más formal. La que funciona en las famlias que saben reconocer a un invitado cuya cultura de entrada no nos defrauda, tras las múltiples pruebas que se le exigen mientras nos sirven los primeros platos. Siempre por la izquierda. El marqués sabía que la mayoría de los autores que venían a España eran unos muerto de hambre. Al menos los buenos. Muchas veces salvo de aprietos existenciales durísimos a jovenes latinoaméricanos con aspiraciones en el sector literario, que de pronto en una comida de trabajo en un lugar más fino que de costumbre, les plantan un plato ecléctico, o quizás clasico, que nunca había visto en sus menús de clase obrera, ni en las casas más finas del Pedregal, dejando en blanco la mirada del comensal, que ha dejado de escuchar la conversación, transpirando más copiosamente intentando identificar una estrategia que o bien lo haga desaparecer o le haga salir airado de tan complejo embrollo: ¿cómo se come esto sin regar el maíz? El marqués sabía identificar a qué autor latinoamericano respetar según la astucia que utilizara para salirse de ese martirio.
Nadie cae bien a todo el mundo. Siempre hay némesis con quien vale la pena disentir a muerte. Escuché todo tipo de historias del marqués, de gente que le admiraba y le consideraba muy cercano, muy buen amigo y gran profesional. El marqués de Comillas tenía sus némesis. Seguro que en según qué círculos caería mejor o peor. Según en qué círculos se desplegaría de una manera u otra. Según en qué círculos se comportaría como un marqués. Según en qué círculos sería el editor más afable de la feria. Según en qué círculos era parte de la banda en la exploración grupal del sector editorial para saber olfatear la fiesta allá donde tenga que ir.
El trabajo de quién edita un libro quizás es más estable de quién lo escribe. Nunca lo he sabido. No me queda más que esta última cosa a intentar, ahora que soy español. Emular a esta burguesía educada que se dedica a la cultura. Escribir un libro y publicarlo. Entrar en el sector editorial picando piedra. Tocando puertas. O con un gesto más contundente. Tomar el mando de las operaciones de un proyecto editorial personal. Uno que me obligara a presentar nueve manuscritos por las diferentes vías para llegar a nueve editores diferentes. El hueco deja un vacio que cuesta llenar con cualquier candidato, así a bote pronto. Encontrarán a alguien. Traerán a Emiliano. Ignacio echará una mano. Herralde se pondrá. Vallcorba lo recibirá con una copa de cava, y brindarán por los autores que se quitaron. Y el mundo volverá a su orden particular.
Ayer murió un grande de España. Se me ocurrió hacerle un tributo, siendo yo el más pequeño español, español, español.
Descanse en paz el Marqués de Comillas, señor don Claudio López Lamadrid.
Prólogo
La propuesta de este humilde narrador es que si bien fue un acierto quitar la estatua del marqués de comillas de la plaza de Antonio López, por pensar la autoridad de la ciudad gobernada por el procomún, que tener la imagen de un señor que se dedicó, entre otras coas, al comercio naviero internacinal en los siglos en los que España partía la pana en el mundo, liderando la colonización de América, con una flamante nueve manera de ser: la Nueva España. Muchos veían esa estatua como un legado esclavista que preferimos no tener enaltecida en plaza pública. Hay muchos matices. La familia tendría, y tendrá, los suyos. Pero lo cierto es que pocas familias tienen a su antepasado ahí. Y este estaba ahí. Por algo. Poder real. Como el Palau Mora. La puerta de la ciudad. Patrimonio de siglos de estar aquí. Haciendo ciudad. Coexistiendo las grandes familias con el pueblo. Y los que vinimos de afuera. Todo eso responde a lo que fueron otros tiempos. Ahora las cosas han cambiado. La estatua de otro marqués de Comillas podría regresar a ese pedestal. Un marqués con quién nos sintamos identificados. Ese que nos trajo libros. Como si de Sant Jordi se tratara. Un Señor igual de elegante o más, que su antepasado. Pero para tener el recuerdo del otro, le podríamos poner unas correas esclavistas que van a los cuellos autores latinoaméricanos que le rinden pleitesía a su señor, acostumbrados a comportarse serviles en los contextos de poder de la Nueva España, tan similares a los de aquí. Pero esta vez con un libro bajo el brazo. El nuestro. Que paradójicament nos hace libres. Y al marqués más. Lo libra de toda culpa. Coño, que no fue él.
Lo que santanizaban la última estatua verán reconocidos la indignación del pasado familiar en la continuación del esclavismo ahora traducido en autores latinoamericanos sometidos a las reglas del duro mercado editorial, que lamentablemente, ya no da para que vivan los escritores de tan noble labor. Pero se hace el intento. Aquí una muestra. Las estautas será sólo de autores latinoamericanos, para sanar un poco la culta de la familia, y saldar las paces con el más allá. Un gesto de reconcialiación que bien podría ser un librito. Algo fácil de leer. Una especie de poemario en un punto de libro que se desborda. Un libro apócrifo.
Un momumento similar al de Zoolander y sus compas modelos tirándolse gasolina, pero con ese humor latinoamericano editorial que tanto complacía al marqués. Una estatua a la que se pudiera asisitir y recuperar algo de eso que tanto le gustaba en la vida: hablar de libros. De su contenido. O de las historias propias de los chismes editoriales. Hoy no hay chismes, sólo historias de Claudio López Lamadrid. Aquellos que las vivieron. Y otros, como yo, que me las tuve que inventar. Como todos aquellos autores latinoaméricanos que enviaron su manuscrito y jamás lo leyó. Así me siento yo. Huérfano.
No me imagino lo que hubiera escrito de haberlo conocido de verdad. Quizás no podría. Lo cierto es que su partida es una pérdida importante para la sociedad barcelonesa. Y sentí la necesidad de rendirle tributo. Y de buscarle utilidad: la reconciliación de las Españas. La moción de un procomunero que le dice a la alcaldesa de su ciudad multiversal: regresemos al marqués de comillas a u pedestal. Pero cambiemos la historia. Y a partir de aquí nos ensarzamos en un borrón y cuenta nueva. Algo que por otra parte, en este país, ya va haciendo falta.
Si a cambio de esta emergencia social yo tuviera que asumir un rol de marqués… oiga, todo se puede hablar. Todo sea por la ciudad transformada: New Barcino. Todo sea por una nueva república: Ticataluña.