Lengua; aprovada.
Ha provado.
Solvencia.
Saliva.
Salero.
Sabor.
Lamer.
Destreza.
Sentido.
Esfuerzo.
Entrega.
Dar.
Toma.
España Resuelta.
ER
Todo por capitalizar.
Y uno se queda tan ancho.
Elevado a la R potencia.
Ole, ole, ole, ole, ole, ole, ole, ole, ole.
Nueve oles por España.
Por Golman Elizondo Resuelto.
GER.
Era todo lo germano que hay que ser. Como se compite un tiro de esquina en el último minuto contra México. Alemán. Yo fui alemán en Tlalpan. Mi señora vecina era alemana. Doña ____________. Uno aprende a entender el espacio privado de los demás con los vecino, nomás llegar. Tu vienes a mi casa. Yo a la tuya. Hacer un Bertín. Sólo que diametralmente opuesto. Por dirigirnos a sitios alternos. Más o menos, repito, más o menos, la mitad se va paunlado. Los otros se van a un polo opuesto. La sociedad, oh Dioses, se divide en dos. CHACHAAAAAAAAÁN…
Pinches jo-tos.
Pinches pu-tos.
Esa nadie se la esperaba.
Y mira.
Te orinas porque estás aquí. Siguiéndome. A donde yo te vaya a mandar. A la mismisima chingada, para empezar.
Y a la verga.
Punto y aparte.
En el D.F. de los ochentas nor forjamos los nueve líderes cristianos más cabrones de la historia. Pero liderazgo…¿para qué? Pinches pu-tos. De veras, hijo. Te va a surrar un pejelagarto cagador de los aires y las heces más apestosas en tu cara bonita. Eso sí, bien bonita.
El D.F. puede ser rudo. Los sabemos los que ahí nos criamos. Ya en los ochentas. Ya en los… ojo, aquí tengo una elección. Ir con el tiempo en reversa; hacia atrás. O seguir el tiempo a partir de esta versión multiversada de los tiempos que a Borgues le habría gustado promulgar con total libertad para la insolencia sagrada más mundana y delatora: la sagrada escritura.
Lo que aquí escribamos será el credo de aquí a 999 años. Y se leerán nuestras historias previas al punto aquél en el que la humanidad conecta con su uno colectivo entrelazado a un ritual de amor que aquí hoy nos convoca la señal de este canal de postsurrealidad. Porque si lo mejor de este país merece ser rescatado de unos infiernos que abrazamos con tal soltura en estas tierras perdidas de la mano del Dios aquél absurdo que mató a los demás al finalmente decidirse a contar el chiste: soy solo yo. Uno.
Los otros murieron todos; de risa.