Sin grito no hay revolución

Bicentenario.

Me quedan pocos minutos para celebrar este bicentenario como Dios manda.

Porque Dios estuvo ahí. Y ahora. Ahora lo sabemos bien. Existe: sos vos.

Soy yo, menso.

Efectivamente se trata de una palabra disriminatoria para las mensas. No las incluyo. Primero, usé el singular. Y segundo no despelegué la lengua. No me refería a ellas. Piropo feminista.

Pero tapas la realidad con tu argumento sexista. Macho. Que es lo que eres.

Un grupo de mujeres se dan cuenta de lo que otra les susurra: es un macho, es verdad. Yo le creo.

Cayetana pasaba por ahí. Super elegantosa. Muy bien vestida. La misma cara de siempre. La nobleza permite ciertos aires de Buenos Aires.

La vida es continuo cruce con argentos.

Un viacrucis, pues.

¿A qué viene al cuento, justo hoy, España, México, Argentina, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Colombia, Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Perú?

Ojo con la discriminación al indio. Los dejaron al final. Como en su momento hacen los machistas con las mujeres. Al final. Si eso. Si se acuerdan. Mientras están haciendo su desmadrito homoerótico con sus cuatachos remochos y bien calientotes. Unos hijos de la gran PUTA, con todas sus letras.

El joven, o maduro, de derechas no ve ofensivo utiizar la expresión hijo de puta. No es machista, al tenor de la tradición que nos precede. Es un argumento que ha sabido representar una vez que vio a uno más listo ponerlo sobre la mesa de un debate de bar en el barrio de los Austrias, un lunes 15 de septiembre de 1919.

De pronto ya es 16 de septiembre. Suenan las campanas en la nueva capital: New Barcino. Sus repiques recuerdan que hace 200 años acabaron de repicar las campanas para avisarnos que la guerra había terminado: que éramos finalmente libres.

No es sólo México que celebra. Celebramos toda New América.

Me distraje en una búsqueda en Internet. Podemos ir a internet, a varios sitios, a buscar respuestas a nuestras dudas. Prácticamente todo está descrito en la red. Lo importante es quién filtra. Y qué respuestas ofrece. Un oráculo, como aquellos que la mitología nos ha descrito de varios pueblos ancestrales, y otros más imaginarios, ya está en nuestras manos. Esa herramienta es Internet. Lo que Ralph intentó romper. Pero no le fue posible. Ni subiendo al edificio de Google, como si lo que nos impresionó con el boom industrial neoliberal que construyó torres fantásticas en todo el mundo. Hasta el capitalismo… kaput.

No fue mi intención matar al capitalismo. El capitalismo sufría graves señales de cansancio. Las mismas, con matices, salvo algunas cosas, que el Reino de New Spain.

New Spain consiguió amortiguar lo que estaba matando al resto de los estados: la falta de risa. El machismo de las manadas. Votantes antimorados. Por la gracia de Dios y en defensa cruzada de la unidad de España y de la unicidad de Dios Padre. #fuckjesus

#fuckjesus es un broma.

No vaya venir un fundamentalista a pedirme mi boleto de entrada a la fiesta de San Pedro.

Señores, señoras: yo ya vivo a la izquierda del Padre. Soy el hijo mayor de Dios Padre, Nuestro Señor, por los siglos de los siglos: ALLS.

Papá me mandó a poner orden, bola de zátrapas. Ya está bien, hombre. Al final hay que hacerlo uno todo. Papá, ¿por qué no vas tú? Este lío está muy gordo. Que lo resuelva tu puta madre. Ausencia de afectada. El hueco por el cual me colé por la tangente del feminismo. La madre de Dios padre. Insultada. A recibir, por culpa del «hijo», un gratuito improperio gritado por un Santo Español de toda la vida: San Venancio.

Esa estatua de San Venancio cagándose en la puta madre de Dios Padre fue la última en colocarse en la fachada de la Iglesia de Elizondo.

El evangelio de San Venancio.

De todos los presentes en la época de Jesús, tan sólo 4 escribieron lo que vieron. O bueno, de oidas. Como si tuvieran, durante 99 años, tiempo para recopilar las memorias de una vida de revolucionarios que empezó en otro momento que todavía recordamos en nuestra historia reciente. 1819. 1919. 2019.

El tiempo pasa a la misma velocidad en cada vuelta. Cada giro del planeta parece mantener su cadencia. De no hacerlo perderíamos momentum, y el equilibrio sagrado, por el cuál no colapsamos todos hacia el sol. Eso nos lo enseño Mr. Harmon.

En el año 11 de mi educación Mr. Harmon me enseñó todo lo que se de física. A esa edad ya debes saber de lo que están hablando. Son la cosas que nos unen con los planetas. No necesariamente el Niño de Elche. Aunque también. El despertar de los sentidos de la mente joven que transita a la edad adulta.

Los mexicanos festejan el grito. El inicio de la lucha de independencia. Fue un 15 de septiembre, de 1810. La crónica de la lucha es su metáforma más efectiva para ensalzar el patriotismo que sirve los intereses de la cohesión del pueblo ante símboles de unidad. Despegarse de la historia pasada tanto como convenga, con la dignidad de los franceses y del último pais en consolidarse: New América. Los centroaméricanos festejamos el final de la lucha de independencia. La firma de un arcuerdo con el que cerramos lo que México, de la mano de un cura, como mínimo, consiguió con una sedición y revelión que se llevó varias eucaristías y uno que otro cristiano. La guerra es la consecuenciaa de nuestro juego sucio.

México y Centro América unidos por un día conmemorativo. Pero los mexicanos no celebran el final de la lucha. Sino tan sólo el final. Pero la llegada de España a la celebración pone a todo el mundo en tensión. Este rey no tienen la sabiduría de otros.

Hoy campaña fue campeona del mundo; otra vez. Eso se cosigue llegando a finales. Y ganándola. Con la misma actitud. Con la magia del vestuario cohesionado.

México se proyecta como un par sobre Centroamérica. Y estos dejan de verle como un imperio que coquetea con aplastarles. La lucha común es lo que se queda fuera. Los némesis compartidos. Debates de nuestro pasado común. La vuelta a la Nueva España. Pedirle por favor a España que no se vaya. Que resucite la Nueva España. Aquello que fuimos en ese contexto de Commonwealth de petatiux.

Los sistemas globales requieren de tecnología y narrativa. Aquí tenemos ambas. Y sólo nos falta que nos escuchen usteds, las fmilias, si gustan.

Supercuidadoras concilia familias enemistada por conspiraciones.

Novelas del centro y de la periferia.


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