Golman, servidor.
No tengo nada que enseñar, lo se. Soy un gesto inacabado de una iteración que ha dado 999 vueltas.
Mi proceso creativo está vinculado a la trayectoría hacia el límite del caos. La expedición me ha llevado a buscar los confines alejados del núcleos centrales. En esa búsqueda he llegado, cada vez, a la más infinita y asumible de la condición humana: la noción plena de ser feliz en ese breve instante en el que asumes esa verdad. El presente que se escapa, y que requiere de nuestra atención y significación para obtener ese grado máximo de ser/estar. To be. Or not to be.
Parecería que el dilema de Hamlet es ser o no ser. Y creemos siempre que deberemos elegir el ser. Es la vía de la afirmación. Dar el paso hacia el vacío. Saltar.
Como el mono de sexto piso:
La afirmación del último decenso. Un último ride.
Nomen est omen.
GO…Olman.
So here I GOlman.
La ocupación del espacio hasta llenarlo. Esta es la base de mi obra. Ocupar el espacio representa la acción sobre la cual intervengo. Hasta coparlo.
La Tiranía del Encuadre (LTE) representa un performance en el cual asumo la documentación del tiempo y el espacio, a través de mi fusión con una herramienta tecnológica que me permite grabar un video. Una vez iniciada la pieza asumo un riesgo irrenunciable: no parar hasta que se acaba la batería o la memoria. Ese momento llegará, eventualmente, pero no hay que estar preocupándose en todo momento cuál sería el sitio exacto en el que se podría cerrar esa determinada pieza que se desvela ante mi(s) ojo(s).
Armando Gallo Pacheco
En ese formato, la cámara capta lo que el ojo establece como marco referencial rectangular: el encuadre. La narrativa es aquella del tiempo-espacio que se muestra. La vida en su transcurso natural. Documentalismo del tiempo-espacio. Y con una noción particular por parte del artista: la plenitud misma de lo que ahí observo mientras asumo la ocupación y mi transformación particular en el artista que realiza el acto. El arte transcurre en mi interior, al saber, consciente, de que lo que estoy realizando me lleva al nivel más sublime al que podemos aspirar: crear. Y ser/estar.
Para Armando Gallo Pacheco la gracia está en el acto mismo del cual es juez y parte. Como autor, documenta el tiempo-espacio que con su tiránica mirada decide incluir dentro de esa perspecitva; dentro de esa máquina. La fusión máquina-persona muta en ese acto. Y a su vez, permite una libertad particular en este caso, al no estar sujeta a la tensión de la interrupción de un final autoimpuesto. La gracia sigue su curso porque así está definido el formato. Me esclavitud es autoimpuesta, y me obliga a lidiar con la máxima responsabilidad del feedbackloopper: asumir la tiranía del encuadre hasta las últimas consecuencias. Hasta este final, que llegará, pero no se sabe muy bien cuándo.