Todo sigue su curso

Estar en la red tiene sus procesos administrativos

Hoy pensé que quedaría desconectado de la red. Este blog sólo existe para tener una constancia efímera de lo que pasa en mi cabeza. Por seguir el hilo de lo que quiero transmitir. ¿A quién? A nadie. A todos. A mi.

No se trata de un sitio que haya querido exponer. Ni de pensamientos que quieran llegar a algún sitio en particular. Se trata de un espacio, más bien un refugio, en el que escapo, a veces, para conformar un discurso que brota por de forma autónoma.

No tengo la certeza de que eso (esto) tenga ninguna utilidad. Pero en realidad no todo debe serlo. Pero a fin de cuentas uno tiene la necesidad de escribir. Por el hecho en sí. Y esto, para mi, es suficiente. Y necesario.

Hoy leí que se había caducado mi dominio. De pronto me vi fuera. Y sentí un vacío terrible. No es la primera vez. Alguna vez incluso pasó demasiado tiempo. Como cuando no pagas una cuota anual, y mes a mes te pilla el toro. Eso ya lo viví. Y también el vacío aquél. Este. El que acaba de desvanecerse.

Hoy, ahora, no tenía planeado escribir. Llevo dos días, o más, sin hacerlo. Tenía una especie de congestión. De incapacidad para hacerlo. Y al mismo tiempo, se cerró un ciclo sagrado. Un momento de creación que se conjuró para que sucediera así. Como si los astros se alinearan. Y aquí, eso sagrado y esto mundano, se fusionaron en un espacio-tiempo de catarsis. Morir. Sufrir. Perecer. Desaparecer.

Y de pronto volví.

Eterno retorno.

ALLS

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