1. Cuarentena………

El coronavirus nos ha puesto a todos en jaque. La alerta se ha disparado. Los gobiernos han actuado como si siguieran un guión de los noventas sobre un virus descontrolado que nos ataca sin piedad. La humanidad, por una vez, se une ante la tragedia que nos comunican ya no sólo por la televisión.

Nosotros mismos somos los que hacemos del mensaje un mensaje más elaborado. Las teorías conspiranóicas son más veraces que las versiones oficiales que vemos cada día a la hora del parte de guerra. El país entero está enganchado a la noticia. El directo vuelve a tener sentido para los reporteros de calle. Las preguntas vuelven a ser trascendentales. Y se parecen cada vez más a Contacto, le peli en la que Jodi Foster canaliza sus rarezas de niña trastornada cuyas paranóias acaban teniendo una utilidad en otra dimensión interestelar que nadie habría observado útil en el sistema educativo americano de los setentas. O sesentas. Ve tú a saber.

Los sistemas educativos han recibido una noticia inédita: para casa todos. Se ha enviado a los alumnos a sus casas a que sigan aprendiendo. Ahora a distancia. Los profesores deben adaptarse en un abrir y cerrar de ojos a una nueva relación alumno-paciente. La red y los móviles ahora sí serán bienvendos en la lección. Saquen sus teléfonos. Miren al profe en el video. Vean la lección de hoy. Comuníquense con sus compañeros. Todo a distancia. Sin contagio. Ni xenofobia.

La exclusión nos lleva a todos a encerrarnos en nostros mismo. En este caso la metáfora es la incubación de un virus. Y de nuestro confinamiento obligado. No podemos salir de casa. Y lo debemos cumplir. Por un bienestar colectivo compartido. Todos a sus casas. Como las noches. Como los sueños. Excepto para aquellos inmortales que salen sin saber en qué día viven, dispuestos a revelar la noche hasta su fin. Menuda proesa en tiempos de cólera. ¿Habrá más amor que la lírica de un escritor de Macondo que publicó sus ficciones literarias con el pequeño editor del pueblo? ¿O acaso no hay editorial en Macondo?

Menudo timo.

Los pueblos mágicos no son como los pintan. Ni tampoco el realismo pseudomágico con el que se dibuja un estilo literario aparentemente costumbrista y apolítico. Como si los escritores latinoaméricanos tuvieran que encontrar en sus realidad sociales historias universales que les permitieran a ellos vivir con los blancos en los barrios en los que los blancos se congregaban, por selección natural, entre los ricos de la ciudad. Qué cosa: todos los pueblos de iberoamérica se parecen, sin importar si son aldeas, pueblos con iglesia, ciudades pequeñas, ciudades grandes, ciudades grandes, capitales, megalópolis o la gran capital.

Entendámonos: gran capital sólo hay una.

No hay espacio para ninguna más. Si debe haber más relaciones urbanas con otras polis relevantes de nuestro globo, bienenidas sean. Pero eso no quita que la capital sea aquí. Esta. Y ni una otra. ¿Entendidos?

Nuestro trabajo nos costó llegar hasta aquí. Ahora no vamos a permitir que vengan otros a decirnos que nuestra capital no es lo que es. Vamos, no si antes organizar La de Dios.

La de Dios

Es evidente que Dios tiene que estar en la ecuación. Hay más creyentes que infectados por el coronavirus. Pero este domingo estarán por un día en competencia. Y puede que la batalla la gane, de largo, el nuevo virus. El Domingo, día que Dios guardó para que no se hablara de nada más que de Él. Uno de siete días para que se le alabe al señor que tiene todos los exoplanetas que pidió en su lista a los Reyes. Los «reyes». Yatusabes. Si vives en una monarquía ya sabes de qué va esto de tener un rey. Y una reina; obvio. Y algunas monarquías superiores ya saben desde hace casi un siglo lo que es tener una reina. La mujer frente a la corona. Algo así como la duquesa de Alba con reconocimiento político. Más allá de su músculo patrimonial y el peso de sus insignias nobiliarias. Ni que Güell y Comillas se juntaran para intentar hacerle sombra al sol.

Dios y España van de la mano. Son como coronavirus y VOX. Hay algo muy fuerte. Un núcleo y su repulsión. Esa fuerza en tensión. Como alguien se atreva a alterar el orden la cosa se va a tomar por culo. Como que algún sociopata tenga acceso al botón rojo. Y le de por sus cosas. Las causas encuentran a sus paladines. Y estos se erigen en esclavos de la causa: caudillos. Cegueras de poca monta que sirven para algo mucho más mundano que la escritura del Quijote. Pero hay que dejar que los Migueles escriban. Y algunos Manueles. Y algunas Milenas.

Dios está tras el virus. O quizás es una prueba que nos envía para cambiar radicalmente nuestro camino. Quizás es una señar del cambio de tercio. Como se estila en una plaza de toros con orquesta y un buen juez de plaza. Que no se ve todos los días, está claro. Pero oiga, en España, hoy día… pocas cosas puras quedan. La fiesta; una.

Si la fiesta hubiera ganado estaríamos de nuevo en Ibiza en verano. En una disco nueva de moda. Y un concepto de lujo para el que no estamos preparados. La cosa va para otros públicos. Otras vías. Otros circuitos exclusivos. Aquellas cosas para las que hay que tener una entrada especial. Hay que pasar por los filtros del capitalismo. Harvey tiene los boletos. Ahí está. Pídelo uno. Tiene sus métodos. Pero al final, acabas entrando. O te retiras. Y cierras el pico. No cuentas. ¿Quieres triunfar en este mundo, chiquita? Pues ya sabes.

Dios los elige. Ellos se juntan. El club de los elegidos tiene una connotación de testosterona que se niega a pensar en el homoerotismo que desprenden con su camaradería puramente heteropatriarcal. Es la creme de la creme. Aquí sólo cuenta quién es tu papá. Lo demás no cuenta. Y sin esa carta no eres nadie. Es un arribista más que intenta llegar a con la nobleza de otras culturas. Otras esferas. Otro linaje. Dinero viejo. Dinero nuevo.

El dinero viejo y el nuevo no son lo mismo. Pero pronto encuentran sus caminos para llevarse bien. Las relaciones a las que puede importar llegar a estar presentes en las oportunidades de negocio que podamos dibujar en nuestro futuro. Vamos a ser socios. Vamos a ser más ricos de lo que somos. Porque tenemos el acceso a las oportunidades. Y el capital ocioso. Y menos capacidad para gastarlo de horas al día para administrar los movimientos estratégicos para el crecimiento sostenido que requiere nuestro sistema. Yo no inventé el sistema. Los del dinero viejo sí. Pero no se asusten. Aquí no hay ningún comunista.

¿A qué teme más un americano?

a) Dios en cólera

b) Un virus

c) Comunistas

d) El Estado metiendo la mano en sus buchacas

e) El desnudo femenino

f) Penetración anal

g) Mexicanos al grito de guerra

h) ISIS

i) El Infierno

Que Dios nos coja confesados.

El Violador eres Tú.

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