FUTBOLarte
Soy un 9. No puedo dejar de serlo. El mundo se puede caer, pero algo en mi mente sigue teniendo tiempo para pensar en dónde está la portería, y cuál es la mejor manera para anotar un gol.
El sistema no deja lugar para los malos. El capitalismo lo ha copado todo. El futbol ya no es lo que era. Al menos no para los que un día lo jugamos. Hay algo en el juego. Quizás esa es nuestra enfermedad. O jugar de verdad. Pegarle al balón. Tener un equipo. Entrenar. Poner el cuerpo a punto. No de un objetivo particular, sino de uno colectivo. La división de roles. Defensa/ataque. Todos conscientes. El portero en su mundo. El delantero al acecho.
El 9 que represento es justo esto: el que piensa en sistema reconfigurado. Porque no lo puede evitar. Y porque debe asumirse como parte del sistema. Y del problema. Pero también de la solución. De ahí que el futbolarte sea su/mi bandera.
Gracias por dejarme entrar en su vida/barrio: mi nombre es Golman, y soy un futbolartista.
El gol está dentro de mi. Y en ese instante, ese momento justo, hay algo en nuestra sociedad que se volatiza.
él/ella
El heteropatriarcado nos condiciona desde que nacemos. Es nuestra cruz. O nuestra sociedad. Tan transversal que nos da igual si somos de está coordinada en el planeta o de las antípodas de la misma. Todos fuimos colonizados. Y colonos. No de la misma manera. Ni en la misma intesidad. De por el mismo patrón.
Los amos de la plantación son los que han condicionado la evolución social de nuestros pueblos. Y los pueblos también. Mi reflexión aquí tiene que ver con la situación en la que nos encontramos, cada uno, como seres de una determinada catalogación. Las etiquetas con las que nacemos, o las que nos ponemos al crecer. Las que nuestro sistema educativo nos permite adoptar. Los roles positivos/negativos. Todo entra en una mochila. Y quizás, un día, hay que vaciarla del todo. Y empezar de nuevo. Estamos en este punto. Si usted se cuestiona desde la perspectiva de cómo nació, en donde, en qué franja social, puede hacer un ejercicio complejo y personal: abandone su postura natural. Transite a otras realidades. Imagínese entonces un mundo nuevo.
Soy un man, un hombre, que en cualquier caso, únicamente me puedo asumir en la otra: wo.
ser/divinidad
¿Qué somos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Cómo nos representamos a nosotros mismos frente al resto? ¿Qué nos hace ser «nosotros»? ¿Qué onda con los «otros»? ¿Y más allá? ¿Qué hay? ¿Quién tiene el control de la comedia? ¿Acaso no somos nosotros libres para crear un sistema lo suficientemente robusto para permitirnos falacias, contradicciones, caídas, placeres, virtudes y sublimes instantes de efervecencia cotidiana?
Preguntas. Pregúnteselo todo. No hace falta que me crea. Ni que me siga. Todo está a punto de desvanecerse. Usted mismo. Piense en el tiempo que le queda. El tiempo que nos queda. Y deje de odiar. O quizás tampoco podemos desligarnos de nuestros instintos lascivos más deleznables. No será entonces nuestra culpa. Si tan sólo pudiéramos ubicar cada cosa en un sitio en el que se permitiera llevarse la contraria, entonces, quizás, podríamos finalmente llegar a un sitio desde el cuál edificar las contradictorias vías que unos y otros tienen en la cabeza.
No se altere. Si hay que repensarlo todo, este es el momento. Vámonos a las antípodas.
O quizás a un única comunión.
ALLS