That’s a choice in the USA. Wow. Those people.
Trump’s a hack. And also a virus. And a russian spy.
Biden is not Trump.
That would be all you need to know to make a choice.
Choice matters.
We(you) get to pick.
Dicotomy: a simple choice.
Democracy has led us here: blue or red.
Like the pill we ought to take.
It’s all in the gender dilema.
It’s all in the bible: evil or good?
It’s a simple «Américan» story.
A new nation, says the oldest.
The uttermost respect for the origins.
Except for those who wondered this land.
As we come, in pilgrimage, to a land that shall be Europe.
Eurocentrism travelled across the world.
Far far away in an epic ethernal return to Alexander.
As any white male would portray his quest: warrior-king.
A queen is comming.
She’s 15.
The ruling of another girl, like that catholic one that established morality law.
The king is well prepared to fly a plane, a submarine or a drone.
Let’s compare the dick structure of our noble men.
Line them up in terms of succesory rights: 1,2,3,4,5,6,7,8,9,….
Somewhere in that list: Floiran.
Como Ledezma, un rebelde con la cause abierta y la sandre brotando a borbotones.
Palabras sofisticadas para una mente pueril.
El tío Jacobo me regaló un libro.
O una editorial.
Pero no leo letra pequeña.
A penas interpreto mis sueños… despierto.
No tengo vocación para atender a mi llamado.
Soy un lacayo de mi amo, asilvestrado y mentecato.
No visto así para gustarte.
¿Acaso yo me gusto así?
Los de aquí, los de antaño, los nuestros.
La falacia más sublime de nuestra subnormalidad prescrita.
La vida es nación y naciones sueños son.
La unicidad vence ante las cabezas demoniacas de nuestro perturbado acosador.
Venezuela y Rusia mueven ficha para derrocar al reino elegido por Dios Padre.
Dios hijo hablaba español en la intimidad, salvo con los Pujol.
El azar unió varios capos en una fiesta de primera comunión.
La diversión, el baile, las mujeres, las armas en los coches, y los cantos de sirenas.
El poder emborrachado avalentonado como un giro de guion inesperado.
Las balas de Villa en el imaginario de quién desde abajo representa la toma de Columbia.
Forajidos por el sur penetrando nuestro muro.
Pagado por nosotros y nosotras.
Las armas no se venden solas.
Las drogas no se esnifan solas.
Ya nomás faltaría que la demanda sea imaginada.
Que no exista nada detrás.
Que las almas sin pena se crucifican al compás de la música angelical de cima del poder.
El dj es un presidente que no requere la verdad, ni la razón, ni la voluntad, ni la palabra.
Los consejos de Eipstein sirvieron para congregar las compañías requeridas para la fiesta.
Las elecciones se ganan como la entrada a una fiesta de Eipstein en la que Weinstein baila.
El poder de los titanes se contagia entre los grandes totems sociales del cinismo.
El silencio de los transeuntes que se enfilan a las urnas silenciosos, esta vez para sacarlo.
La otra vez se vieron abocados a un ritual de deseperación y autocomplacencia.
El riesgo de la América blanca que siente el latir café y amarillo de los otros colores.
El negro está en nuestro pecado original, y ya supimos cómo «asimilarlo».
Pero los nuevos otros…
Terrible nuestro destino abotargado en una infinita persecusión de nuestros némesis.
El colapso de nuestro entender anónimo más allá de los slogans.
El marketing es nuestro pastor, todo nos apetecerá.
No falta nada, pero tengo acceso a un capricho más.
Me permito la vívida concepción de un delirio enquistado en la memoria.
El volcán respira hondo en su último anhelo de bondad.
La ciudadanía de la metrópolis se dirige por los senderos de abismos bifurcados.
El espejismos está ahí, y hemos ayudado a alimentar el sentido del bienestar.
Los socios nos siguen atónitos a nuestra penúltima comedia.
Las estrellas de otros tiempos se liman las uñas en el contexto reconstruido de su fama.
La elección es un indicio de fatiga existencial que nos abrirá finalmente la gran puerta.
El desperatar de los pueblos contrapuestos en la elección de lo binario.
Lo que queda excluido es la noción martirizada de la tracción de unos valores revestidos.
Lo que es y la apariencia de serlo.
El sueño americano finalmente se proyecta en cada pantalla de nuestra distopia.
La actividad frenética de los mercados.
La bolsa fluctua.
Los dólares se mueven.
La economía teje dentro de cada ciudadano una especie de país singular hipercapitalista.
La felicidad está en el desprecio por todo lo que no sea el individuo.
El egoismo se vive al máximo al acceder a los niveles más palapables del privilegio.
La pirámide se hace cada vez más exclusiva sin lugar para todos los contendientes.
La vida resurge como un lucha tenaz en la que sólo vale subir.
Y la competencia me permite aplastar a mi rival más próximo.
A la que puedo apoyar mi bota sobre la cabeza del que me sirve de escalera…
Subo, y subo, y no paro de ganar.
Mi despegue es mi porvenir.
El anhelo de la cima.
El suspiro de ganar.
Hasta la victoria.
Siempre…
ALLS