Me pidieron un ensayo a lo Historia Americana X. Siendo uno el pavo de Terminator. No Edward. Norton, no Snowden. No jodas. El personaje de los momentos del nazi. O quizás debería decir tres. Antes, entonces y después. El entonces es el problema. El después es cómo te abre los ojos conocer al otro en ese curro de blue collar en el truño. Tú con un negro. I-ma-gí-na-te.
Que oso, suspiró el morenazi.
El morenazi deleita al nazismo. Es un giro más de rosca que el nazi tradicional nunca vió venir. La apología de su teoría social, la de verdad, la que representa el proyecto de sociedad de la que ya nadie habla, quizás por el temor de ser confundidos por apologistas del señor de bigote del tamapo de una bandera de pelitos bajo la naricita del LIDER.
El LIDER debe ser así de grande. Hoy le escuché a la señora que estaba sentada al lado de mi mesa mientras hablaba por videoconferencia con mi hermana Adriana. Nos vemos las caras. Me enseña a su marido, mi cuñado, Christian. Familia. Teletrabajo. Yo trabajo desde la calle. Eso les sigue sorprendiendo a mis hermanas. Sólo Laura sabe lo dificil que es hoy en día caer en la trampa de una disque empresa cuando en el fondo te has metido en la más venerada de las pirámides hoy en día: las «Empresas» Falsas Autónomas, como las grandes inmobiliarias, o las empresas de transporte en bicicleta. O motocicleta. O scooter. O monopatín de antaño. Como si las patinetas no fuera algo que hasta Michael J. Fox consiguió dominar, o hacernos ver que lo hacía, mientras nosotros nos tragamos la ficción: viajar al futuro. Imáginense, si pueden, el sesgo de tener que asumir la versión de la traducción a tu lengua, en caso de que ELIJAS que no vas a aprender esa otra lengua. Tu eres un absolutista de la unicidad. El más ferviente creyente de la sagrada unidad de España. Un tipo que ni con 99 toros bravos persiguiéndolo iba dejar que sus grandes cojonazos españoles le estorbaran para apartarse de la Manada. Él, Dios Padres, es Manada.
Verga, ahora sí topamos con la iglesia.
Esa es la gran metáfora a jugar por el último fichaje del FC Barcelona, una vez se transformo en algo más que algo más que un club. Yo se que parece dificil. Pero también ser algo más que un club es ya un objetivo colectivo super apasionante. Perfecto. Es poder aspirar a algo más. Aunque venga del liderazgo de una genialidad de venida del extranjero. Como si un español pudiera escribir algo más actual y nuestro de lo que representó Camús para Francia; Árgel en París. Esa revisión de perspectiva periférica de esa otra relación entre dos costumbres del pasado. Vos venís de una. Nosotros venimos de la otra. No hay tantas corrientes. No nos engañemos. Ni queramos tapar el sol con el dedo que nos metemos, por costumbre, en el ano; nuevo espacio. Transgresión.
Uno se retira de la palabra escrita. Pero sin la tradición oral no dejamos nada a la imaginación. Escribimos. Nos remos resueltos a una crónica de lo que observo. A vivir y volver a la cima de la pirámide poblacional. Pero esta vez como actuario con título. Una especie de momento a elegir. Elegir estar. Y cerrar un acuerdo. Abrir un performance que hiciera homenaje a Eugenio. Y hablar pausado con una copa y algo más que un cigarrillo. Por aquél objetivo del club: ser algo más. Eso es lo que la sociedad necesita. Según nosotros triunfamos en el mundo por los valores de nuestro club. Por ser un sitio de llegada y de aterrizaje. El luegar al que nos adherimos como seres libres de elección. Mi club de futbol. Y de mi banda futbolera. Asumirse de unos colores. El futbol nos soluciona una manera compleja del ser humano: su tendencia al odio y a la violencia gratuita.
¿En qué nos beneficia la violencia?
Esa es la pregunta que levanto al procomún.
Les voy a compartir un pensamiento. Un nuevo tiempo. Una ilusión.
Yo hace tiempo que soy feliz/infeliz.
Como todos.
Mis conclusiones son generales.
O generalidades de ticataluña.
O generalidades de ticatauña: título de mi primer novela.
Yo vine a España a ser Snowden.
O un consultor caido en la desgracia de los descartados sociales.
¿Cuál es el común denominador de los derrotados? No tienen laburo. No tienen para llegar a fin de mes. A mucha gente le va bien en una capital europea como Barcelona. Pero Barcelona no está resuelta. Ni nosotros plenos. Algo nos falta. Un peso existencial que no tiene razón de ser. Algo en nuestra cabeza nos indica que debemos sufrir como hacemos ahora mismo; desgraciade.
Vos sos feminista y desdoblas la lengua única y exclusivamente por los feministos. La clave de este show, como no podía ser de otra manera, sería de los hombres. Finalmente ellos fueron los que abandonaron la postura del gilipollas integral macho ibérico alfa.
Nombre de mi ópera prima (chúpame esta Thesis): GILIPOLLAS INTEGRAL MACHO IBÉRICO ALFA. CASTING: EL MACHO &.
El macho alfa animal. Vámonos a los gorilas de espalda gris. Un hombre así; todavía.
La manera del hombre de arrinconar al machismo es concurriendo en la revuelta contra la emancipación de los actos machistas de algunos de nuestros muchachos. Empecémos por los brexiters. Sumerjámonos en una sociología del macho según cada una de las cabezas pensantes representantes sociales de esa urbanidad avanzada que se presumía en sus revistas de negocios, con sus jueves, sus viernes y sus sábados por la asunción de la mejor marcha del mundo mundial.
Tributos al mundo mundial.
Asumir la gramática y la dialéctica de los autóctonos y reconocer los matices de cada barrio. Saltar entre el obrero y el burgués como quien se descubre parte del pueblo base. Los del pueblo. La percepción para un barcelonés incompleto sobre el Raval y el Carmelo. Ese es el misterio de los chavones de barrio alto que no pillan el humor de los insolentes latinoamericanos. La resolución de la gracia de la calle. Eso que predomina en México entre albures y ocurrencias. Algunas de ellas, nos indican, que nos debemos guardar. Que las mujeres ya no nos aguantan nuestros pinches chistecitos pesados megas machistas y por alguna razón en particular que todos percibían al mismo tiempo, megacagados. Y la risa viril de puros varones desconojados. Reír así. Tanto. Al máximo. Como poder volver a ser anfitrión. Saber estar con los amigos de los amigos. No sentirse amenzado por la presencia de un extraño al que no conocemos. Acerquémonos. Hablemos con los negros.
El negro en la historia de hispanoamérica no entra. No está. No ha habido historia negra. Nos hacen ver que no fuimos negros. Aquí no hubo esclavitud. Y nos hacemos a un lado. La explotación de la mano de obra indígena. La utilización del pueblo para generar las estadísticas del nuevo estado. Ya sea el independiente o el colonial. Olvidémosnos de la urbanidad de nuestros primeros pobladores de este valle sagrado que ya sólo puede existir en nuestra memoria, en una ficción de lo que aquella urbanidad pudo haber sido. Esas perspectivas de los palacios que antaño dominaron el relieve de nuestras arquitecturas más modernas. Párense un poco. Ahí les va mi tesis arquitectónico-urbanística. El urbanismo es cosa de urbanistas. Pues yo me defino como urbanista. E intentaré describir cómo he puesto una pata en este país. Pero soy un punto más que un pulpo: tengo nueve brazos. Les llamo tentaculos. Tentado a cambiarlo tientaculos. Y con eso entrar en el resbaladizo camino de la broma de tintes sesgados a uno de los dos bandos de la trifulca feminista tal cual está repartida entre némesis antagónicos de cliffnotes1.
Clases de literatura cliffnote. Una red social para americanos bolzonaros.
La teología de una creencia nueva. La que sea. Puede reemplazar a la última. No importa, pues, lo que creamos. O lo contrario. Como si les entra por los oidos. O los tapan. No quiero escuchar tus ideas. No quiero conocer tu opinión. No quiero compartir contigo el espacio común. No quiero dejar de ser como soy. Esa es mi libertad. Y mi cruz. Yo me quedé en la cruz.
Yo me bajé.
Yo, Golman, soy el hermano mayor de Jesús. Ya ví todo lo que ha pasado desde entonces. He evaluado cada quinquenio poblacional, aunque últimamente preferimos dividir los tiempos de los tiempos en periodos de nueve años. Por adoptar la doctina del NOU. La doctrina se utilizaba en la facultad de Filosofía. En la de matemáticas estudiaban la demostración por reducción al absurdo que Golman definió en nueve paginitas de su tesis doctural. Los sinodales le miraron con extrañeza, sabedores que no podían intentar aniquilarme entre los tres con sus armas de poder. Estabamos en el rito más sublime de la finalización de un camino: el examen profesional. Escriba una tesis y presentala. Titúlate ya. No lo dejes. Eso me dijo mi mamá. O más bien, confiada, nunca me lo dijo. En vez de eso me embarcó: «Vos no vas a tener ningún problema con la tesis cuando tengás que hacerla en la universidad, como me pasó a mí. Vieras cómo me costó. En cambio, usted, vea haciéndo un curso de jefes de 999 páginas escritas a máquina, impresas en una de esas impresoras que tenían unos pepeles agujereados auxiiares que enmarcaban la cosa en sí, en papel en blanco que mágicamente se transformaba en texto impreso. Con pequeñas bolas que nos dejaban entrever el truco. La impresión por la vía directa. La dimensión del punto como medida de impresión. La aproximación temprana al pixel. Lo que iba a venir por esa pantalla de computadora no nos lo podíamos ni imaginar. El tiempo justo antes de Internet. La vida como era entonces. Ahora y siempre. Por los siglos, de los siglos, ALLS.