Supercuidadoras: la red social que atesora los recuerdos que el Alzheimer quiere mal

Ayer rapié en la Plaça Cataluña. Plaza con ç y Catalunya con ñ.

Ayer no. Antier. Equivocarse es de sabios. Está lleno de sabios el reino.

Nuevo reino. Nueva república. Nuevo juego.

La astucia de la salida pasa porque nosotros nos corresponsabilicemos de lo que debemos opinar acerca el uno del otro. País a país. Ciudadano a ciudadano. Reir de Trump.

Reir de Trump.

Mi libro de debut en la FIL. También con este libro me presenté en la LIBER. Y en Sant Jordi. Y en Paris. Como candidato a alcalde. Hoy aquí, ante el mundo, me declaro alcalde de mi ciudad. Candidato al menos. Pero en mi ciudad mando yo. ¿Cómo ven? Fuerte, ¿no? Traga saliva, mano. Tomate tantita agua de limón. ¿Vas a ver? El mexicano te lleva a la gloria. ¿Cómo vamos a disfrutar de eso sin agotarlo como todo lo que nos acaba gustando mucho mucho a todos todas. Todos todas es una palabra sola. Podría estar juntas todostodas, e inclusive ser todastodos, pero lo cierto es que salió así por la corriente patriarcal que existe en el cableado de mi cerebro en una parte concreta en el que se encuentran los pensamientos subnormales de los machistas. Sus pensamientos normales no son juzgados aquí, ya que pertenecen a la vida privada del cretino. Suele ser un hombre, aunque mujeres cretinas, haberlas, hailas. 

Pero eso no me pone frente al feminismo. Simplemente me da la posibilidad de cagarme en la puta madre de los subnormales. ¿Y qué tiene que ver la pobre madre para recibir ella el poder alegórico del sufrimiento a nuestros símbolos materno-paternales. Esa dualidad de la que todas provenimos… o no. Aquí es donde se abren nuevos territorios; nuevas familias. 

Mi familia está completa. Pero nos hacemos mayores. Y todos tenemos alguna avería, como el carrito que conducimos. Los que tienen. Yo no tengo. No lo necesito. Necesito que se marque mi huella ecológica y de retroalimentación personal. ¿De qué coño hablas? Gracias por tu pregunta. Ni yo lo se. ¿Y si nadie supiera? No pasa nada. No tengas miedo. La incertidumbre es nuestro estado natural. La vida, como enigma, ya lo trata. 

Mi intención matemática se interpone a la profusión artística. 

Mi falta de mercado es intencional. 

Mi sentimiento es el quien se va como herminaño a la montaña a intentar conectar con los bosques, y despertar completo de un conocimiento espacial que viene de las estrellas, el sol, la luna, el bosque, la montaña, el río, el valle, el camino, el trabajo, el hermano, la hermana, la familia, la fraternidad existencial al lado de la fogata, y como mínimo dos guitarras. Si nueve, chido. 

Necesitamos saber datos. Y explotarlos para que tengan sentido. Y para ello necesitamos inteligencia emocional. Y algo de sabiduría de la Internet, su configuración, y su programación. Somos hackers en espíritu que todavía no damos el paso a hacketonear el momento para irrumpir como elefante que se libró del rey en una cacharrería del barrio más popular de la ciudad: Ravalnou.

 

Yo te conozco. A mi no me engaña. 

En España la peña está acostumbrada al negro. Ya los distingue. Inclusive, les habla. 

Esta es la España vieja que me tocó vivir. La nueva españa, el recuerdo de lo que fuimos entonces, como modelo social excepcional en el mestizaje de un pueblo en estamentos delimitados por las estructuras de nuestra casación entre la iglesia católica y los señores de los privilegios de encomienda. La nobleza de antaño. Los que recibieron el tributo del rey por su noble viaje como descubridor de un nuevo mundo. Más allá de los pensamientos más allá de la Odisea. Planteate un viaje serio, chaval. 

Vamos al límite del caos. 

Ahora. 

Ya. 

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