Familia de generales

Probablemente la asunción de un rol heteropatriarcal nos vendría bien a una familia que adolesce del mismo. Mi rol en esta sociedad, siendo el único varon de cuatro hermanos, que con toda justicia deberíamos decir hermanas, al ser ellas tres, y yo tan sólo uno. Es uno, macho, soy yo.

Pero no soy un huevón hijueputa. Mucho menos malparido. Déjeme le explico de dónde vengo. Y vamos a poner las cosas bien en claro. Usted y yo no tenemos nada. No vayamos a hacer de esto una situación. Usted sabe. Incómoda. Pero me parece que la situación nos ha llevado a usted y a mi a tener que establecer esta especie de face of de break dance. Déjeme le dejo bien claro esto: nunca he rehusado un break off the break dance. Ni un bailecito movidito, con esa cadera suavecito, sabrocito, dele mamita que aquí la sigo, como el ritmo nos une nuestros cuerpos, mis ojos los tengo clavados en los tuyos, y perdoná si me acerco un toquecito, aquí, así, mi vida, rica. ¿costa? ¿rica?

Mae, sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Sí.

Mae, de diste nueve sís.

Mae, juntas nos fundimos vos y yo. Desde ese instante en el que te besé. Y nos dejamos llevar. Vos sos mi guía. La renunciación a las creencias pasadas, todas, sin dejar una solo cosa sagrada, y de pronto fundirnos en el momento más sublime de la existencia, en un mismo beat, con una misma voz, como si asistimos a un concierto en directo que nos hace sentir parte de una misma voluntad global. Como si Massive Attack rompiera las fronteras con una versión nuestra de nuestra propuesta comunal más radical y tropical, con es disrupción ambientalista que tenemos los ticos y que tan poco hemos podido repatriar para que otros correligionarios de nuestro modelo asuman nuestra tesis como aquella más coherente. Y le bajamos de huevos a la testosterona de todo el continente, que entra en una cuarentena de 99 días. En este periodo se crea New América. La integración de un espacio continental de las playas y los mares, las olas y las surfas, los pueblos playeros en su comunión con el saber estar en la tierra, y nuestra peregrinación de la playa hasta el centro de la urbanidad, y retomar el debate público, participando en la cosa general, el destello de participación colectiva para demoler el estatus quo, con un breve gesto de inclusión, esta nueva manera de crear una red social más alineada con la voluntad general de una sociedad transformada desde nuestra visión renovadora de todos los discursos, comenzando por la más elemental: la propia. Nuestra revolución es la última revolución de la historia. Digo esto con la misma contundencia con la que Nietzsche afirmó que Dios había muerto. Le entendí después de leerle y convertirme en su pensamiento. La liberación del hombre moderno pasa por asumirse como pensador y actor dentro de la sociedad que le oprime y le brinda las herramientas para redimirse ante un público que lo rescata, por la vía del mercado, ya que por la vía de la participación política no esta todavía en regla, como todo buen clandestino.

Yo aquí aprendí a vivir en el punto alto de la pirámide. Nueve años me enseñaron a ser parte de una sociedad que se encontraba con algunas claves del sistema que se desvelaba ante nosotros. Y nos seguimos con el vuelito. Y nos dimos la mano, chocamos nuestras botellas, nuestros vasos y nuestras copas. Nos fundimos varias noches. Estas noches que se construyen con la amistad. Y la exploración de las noches de la ciudad. Esa noche es noche para todo el que la busca. Y tiene diferentes tintes en cada barrio. Pero sigue siendo noche. Y se gestan historias de intimidad. Historias de insolencias que colman la noche. Historias de resbalones monumentales. Historias de machos ejemplares.

No se pensar la noche de otra forma que no sea tomándola. Quizás en eso pueda basar mi discurso para empatizar con el general de la familia. Siendo yo tan sólo un pacifista ticatalán. No por gusto, ni por placer, sino simplemente por convicción. Por la ilusión de una obra que tome los escenarios de todos los teatros de mis barrios. Esa urganidad desbordada por una horda de zoombies que salen con la energía de comerse el mundo y con la misión explícita de la tragedia o comedia, que más da, que a fin de cuentas se abrió la cuarta pared y la quinta se desplegó al ver los zoombies tomar los garitos aledaños y las plazas en las que los kinkis del barrios fumaban marihuana y hacían botellón, como hoy y siempre, por los siglos de los siglos, ALLS.

Este grupo de espectadores en busca de desembocar la noche hasta el finar de su curso sale del teatro y encuentra una red neuronal que se abre en la ciudad. Posibilities. La elección genera un mandato para acuidir a ciertas citas eu la propia noche pondrá frente a dos grupos de desconocidos que se juntan tras un gesto. La urganidad de New Barcino se centra en la gloriosa armonía de los gestos que se entrecruzan entre los ojos de las unas con las otras con los otros con las unas. Ese ir y venir es la vida. Ese ir y venir es la vuelta. Ese gesto que nos busca ante la posibilidad de decirle algo a un extraño, con simpatía y de ser posible, con algo de gracia mexicana. Entonces sí, habremos llegado a entender todo lo que debimos entender de la Nueva España y nunca nadie se empeñó en explicárselo a los españoles, que por su parte, no hacían caso a tan delesnable debate. Decían algunos. Los menos. El resto no se enteraban de nada. De nada es nada. Na-da.

Nadal. 12.

Mención aparte.

No por ser del Madrid se come polla a rey, dijo un negro.

Me imagino firmando ese libro en la feria del Libro de Madrid, en el Retiro, el 2020, el día que se pasa la reina.

Y la reina entra al trapo.

Aquí hay tomate.

Cuate, aguas.

Chequen la mamada. Yo tengo que asumir que ser español, de pronto, me genera beneficios. Debo buscar rápidamente los que sean estos y convertir de eso en la máxima de las virtudes liberadoras de un tipo que estaba hundido en la miseria. La crisis me había tumbado del tablero de ajedrez. Pese a ser una de sus piezas buenas. Y no con una jugada limpia del rival. El descalabro fue mayúsculo. El resto del sistema que conocí siguió su rumbo. La sociedad no se desmoronó por muy poco.

El sentimiento de precariedad que hemos vivimos es nuestra costra. Estamos preparados para nueve años más de vacas gordas. Y lo vamos a petar, con vuestro permismo. Y vamos a sacar al buey de la barranca. Y se van a cagar. El mundo se va a congeniar de una vez con una narrativa global que por primera vez se postulaba en las antípodas del eje conceptual seguridad-miedo-armas-guerra-capitalismo-individuo-dinero-trabajo-entretenimiento. Todos tenemos derecho a ser la polla. Y triunfar. Pero poder hacerlo la mayoría de nosotros pasa si podemos proveer los servicios mínimos necesarios para funcionar como sociedad, desde una urbanidad que explota la liberación urbana de los sitios en los que el anonimato te lleva a conocer a personas de todos los barrios de la ciudad, en esos sitios en los que nos encontramos, y bailamos, y nos enamoramos. Ya liberados de toda la moralina hipócrita con la que no dejábamos ese lado nietzscheano que no había sido explorado. Tuvo que llegar el poeta futbolartista para poner al tico común al día con el tico commons, y la concepción conceptual de un entendimiento global que formulamos desde nuestra particular manera de percibir la globalidad del sistema social al que pertenecemos todos, conciudadanos de nuestro diminuto e inmenso planeta verde y azul. No se molesten en defender el sistema capitalista al que ya sirven/servivmos. Nos podemos dualizar fácilmente. Y eso nos libra de tener que administrar la humillación de los derrotados. Eso que Europa debe sentirse orgullosa del resultado del primera guerra mundial para hacer escarmentar al pueblo alemán. No fuera que se les volviera a ocurrir otra vez. La crónica europea de las consecuencias de bloqueo comercial, de desarrollo, y en general, de autogobierno, de un pueblo al que se venció en una guerra. Una vez destituidos los reponsables del antiguo régimen. Los reemplazos de gobiernos por la vía de las guerras. Esta es la historia que escucharemos del lado convencional de la manera en la que explicamos nuestro modelo social progresista. Le damos todo el crédito al libre mercado y cómo las instituciones de los mercados y la deuda genera las expectivas de crecimiento sin importar aquello que producimos y sus externalidades. Los bienes y males de consumo.. Los mercados actuales. La vida misma. ¿Qué estamos produciendo? ¿Para qué? Paremos el mercado y pongamos a explicarnos en punto estamos. Todas juntas. Y votemos por Jeff Johnson. Vojeyjoson.

Hay una parte de mi que culturamente es gringa. Y de todos.

Eso nos deja helados. Algunos nunca fuimso gringos. Pa qué. Se dicen. Se sienten bien mexicanos. Su vida ha sido puro México. Y querer ir/ser Estados Unidos. Y no mames. ¿De veras?

El viaje a lo autóctono es lo de hoy. La cultura de lo que somos como México antes de la llegada de esos pinches gachupines. Aquellos, no se crean, jefe. ¿Cómo cree? No le vayamos a amolar su jugadota de texas hold’m con sus compadrotes. ¿Otra cubita?

Todo buen tomador de coca sabe que toda la gracia reside en ese gesto final para cerrar chingón.

Los mexicanos usan el doble sentido. Los ticos hasta cierto punto. No tanto, ni con esa maestría. Pese a existir verdaderos poetas de ese transitar urbano del albur tico de los barrios populares. Le voy a dejar como a un camarón… con toda la mierda en la cabeza. El homoerotismo une al tico con el mexicano guarro. Ésta. Ira. Ira. Te la voy a meter. Pero el puto eres tú. Pinche puto. Cómeme la verga. Huevos, qué. O qué. Me cae de madres que te voy a meter una pitiza por todos los pinches nueve agujeros, pinche puto. Mamador de verggas pequeñas. Lameculos amateur. Calientahuevos profesional. Reprimido dentro del armario. Gran parte del problema del país es esta cerrazón. La cerrazón de la casta de los españoles y sus familias mongolas.

No se crean. Ni son tan blancos.

Pinches arrivistas, qué. Si tan siquiera tuvieran tantito abolengo, pinches Sánchez.

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