Ahí está la sociedad que ellos han construido. Son hombres; bélicos.
No es poca cosa. Ni un insulto. Se trata tan sólo de una constación. Clara y transparente. Tan tan como es habitual en estos tiempos.
La realidad es del color una riquísima agua de tamarindo.
Alguien que a penas se adentra a México tiene todo un multiverso por aprender.
México no son enchiladas.
El D.F. no ha muerto.
De ahí vengo yo.
Yo no me olvido.
Lo que fui… sigue.
La leyenda de un tico en la ciudad de volcanes y los pinches palacios que unos putos catetos de otro tiempo sepultaron con su vulgar subjetividad bélico patriarcal católico romana. Lo apostol los trajo hasta allá. Llevaban la palabra de Dios. Además de la del Rey. No, si en verdad eran seres espectáculares. Como los dioses de nuestra leyendas. Que fíjate, te vamos a contar.
Y enumeras las nueve grandes leyendas de los antepasados autóctonos de nuestra tierra. Los antepasados y aquello que pensaban en aquél entonces. Ese ejercicio de regresión no lo acaban todos. Hay quienes su historia no van tan atrás. Pero la conexión entre nuestra familia gorila y nuestra familia última: en la que hemos sido formados o en la que formamos con esa historia de amor tan impecable: única e irrepetible.
La historia propia es lo más que podemos aspirar. Cómo estaremos nosotros en el momento justo en el que la estamos viviendo. El ahora. El momento justo en el que lees esta última palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Palabra.
Uno ahí dio su palabra. Nueve veces. ¿Qué más le pueden pedir a uno?
Nada.
Y no pasa nada.
Nada.
Hasta que algo toca una fibra sensible en el sistema complejo social en el presente mismo en el que este hilo de 99 links da comienzo.
Fíjense: lo económico vale verga. Tanto que puede no estar al abasto. O bien, tener todo el exceso impúdico al que se está a tiro de piedra. A ver, ¿tú? Tira esa piedra. Y vas. Y la tomas. La miras. La besas. Le explicas un secreto. Ahí algo se transfiere, como quien pone algún tipo de pixi dust en el balón para que vaya a parar a la red; que pase la línea; a cómo de lugar; pero de la manera justa a como yo la imaginé. Veo goles que suceden. Ese es mi acto. El acto de Golman.
Primer acto de Golman.
Segundo acto de Golman.
Tercer acto de Golman.
Cuarto acto de Golman.
Quinto acto de Golman.
Sexto acto de Golman.
Séptimo acto de Golman.
Octavo acto de Golman.
Noveno acto de Golman.
Las piezas de Golman tienen la metaestructura del nueve.
Es así. No es ninguna trivialidad. Es parte de la composición. Los autores somos quisquillosos con nuestra creación. Con nuestro proceso creativo. Nuestra conexión con la máxima expresión de nuestras cuotas de constancia sagrada. Los seres sagrados del presente o somos todos o no es nadie.
La religión merece un debate que las supere por completo.
Sin miedo a la aniquilicación.
Sobre ese sentimiento se gesta 30% de la humanidad. Un valor o una escala de riesgo. No la parte actuarial. La militar. La que pretende aniquilar porque puede. Pero se guarda la opción. A la que estoy dispuesto a llegar.
El pensamiento de un soldado es un dificil sitio que habitar. Y los soldados llegan a niveles más elementales de entrenamiento para ser capaces de realizar las teareas básicas de prograsión en la labor de ser un hombre militarmente preparado para las batallas de las guerras modernas. De pronto llega Internet. Por su propia capacidad de desarrollo de herramientas para la conquista del rival en guerra. La noción de un partido que si se juega nos jugamos nuestra manera heteropatriarcal de ver la vida. Blancos arriba. Y como en un programa de Oprah, se unen 99 blancos en un momento de euforia colectiva blanca entre personas que nunca se habían visto pero llegan todas a confluir en un momento televisio super blanco pero super real y sensible. Milagros blancos de factura blanca. Historias de Woody Allen, producidas por Harvey Weisntein, con Kevin Spacey de lead actor madafoka, baby, y Ellen de su némesis en una colisión de blancos de mundos de mundos diferentes. Las nueve escenas de la interrelación entre los bandos que los blancos escogerán para ayudar a unos y a otros a ganar una guerra de argumentos de mutua aniquilación. Los blancos se dan cita un día. Las redes sociales se apoderaban de una canal propio en el que entubaron toda la conversación que se liberaba en los sitios escondidos de la urbanidad de una capital resiliente, por nueva, colectivamente hablando. Un rito común. Nueva planta. Otra vez. Vamos a repasar la historia. Y ver de qué lado salen más argumentos de aniquilación. España vs Nueva España vs New Spain vs Ticataluña vs New Barcino vs NEWDF vs NEWLA vs Tico Commons vs Barcelona.
Y Barcelona queda en último lugar. Nunca más sería Barcelona. Por la tranformación del voto del procomún local.
La gente no lo entendió. Vino un tipo de afuera y se robó el sistema. Llegó y desenchufó la ciudad. Se apagó. Producción: a la misma hora toda la nueva ciudad enciende la luz y en una cuenta regresiva de nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, … empieza la última urbanidad.
La ciudad se transforma. El sistema complejo le sigue. Se enciende el mundo. El continente se puede relacionar con señales de luces en un sentido colectio de naciones diversas conversando con el cosmos en una foto que podemos apreciar todos juntos en tiempo real. Gracias al 5G que nos llega por China. Chingón Huawai.
Los americanos no se atreverían a hacer ese guiño. Los mexicanos están perdidos en una batalla que no encuentra referente ni espejo. Los españoles están obsesionados orinándose la entrepierna. Los ticos, mae, estábamos fraguando el momento para hacer una boca, darle un trago a la birra, hacer un chile obseno sin reparo, al margen de lo que puede herir a una hembrita que le escuchare en lo que antes era un templo de ese tipo de chiles de cantina. Di mae, no supimos qué hacer. De pronto la gente ya no contaba chiles. La gente ya no se permitía tener el comentario exacto para hablar con la chiquita. Con esa gracia que uno ya desde el respeto le intentaba adornar con una gracia que la hiciera reir. Una barbaridad suele funcionar bien. Es lo más eficiente. Lo más efectivo. Somos como un espíritu narrado por una vida tan pura vida que hasta se volvió invisible a lo que nosotros impactábamos hace 30 años cuando nuestro discurso era verdaderamente una innovación social muy potente. Aunque di, también hay que decir que seguimos siendo los únicos. Que no tenemos un poder de convocatoria a que el resto de los estados nos siguieran, porque tenemos la idea de que debe ser el estado el que resuelva con los gobiernos de los otros países con los que intermediamos nuestra relación. Y por ende, que uno puede asumir su conexión con las reglas del juego o convertirse en otra narrativa que ahora mismo me lo permite esta nueva sociedad que se comunica consigo misma a través de una disque red. Nadie la ha visto. Todos dicen conocerla. Pero se desconocen a sí mismos. Les ha dado frío recorrer todas las puertas.
Vamos a darle lugar a las antípodas. El sitio privilegiado. Arriba de todo. En su pleno apogeo. Como escuadrones en marcha hacia los montes. Con Rambo de guía. Escuadrón no era el ejercito. Y el ejercito no es escuadrón. Esas dos frases resuelven México y su obsesión con su culto militar violento. Las armas, el fuego, la sangre, la sin razón de la muertes de un mercantilismo de la comercialización de nuestros vicios: balear y morir. El poder de superar la necesidad del dinero. Para armas y coches y excesos de una vida que se aniquilia al instante. Como Scarface nos contara la historia en un abrir y cerrar de ojos. Y los que se apuntan al mal llegan a la última pantalla. En ella disparamos a muerte. El sueño de la infantería preparada para aniquilar al enemigo. Las palabras indican el ángulo de nuestra otredad. Y el ímpetu de nuestro espíritu. No cuestiono su existencia. Ni siquiera su legitimidad. Podríamos estar en un riesgo inminente en el que necesitemos de esta legítima defensa. Por eso tenemos instituciones que velan por nuestra seguridad. Pero en un contexto actual debemos superar la narrativa de la ficción americana que se ve en el 80% de las películas que nos llegan de Hollywood, que copan el mercado de los cines, lo que entra en carterla, los superhéroes americanos que asumen las ficciones más sublimes e idióticas que nos podría deparar la ciencia ficción. La historia es primero. Y cómo se cuenta. Pero si nos fuéramos a la metadata, nos encontraríamos con la historia de nosotros mismos. En diferentes coordenadas. Con las familias a las que pertenecemos. En un juego de relaciones común. Y damos acceso a la parte alta de la pirámide a una nueva clase social: los sagrados insolentes. Y comparamos la idoneidad de los insolentes contra los resultados de los fervientes creyentes de las nueve primeras religiones del momento. O según se presenten sus candidatos. Creyentes. Personas libres de las autoridades. Actuando libremente respecto a los temas referentes a la propia creencia en dioses, intermediarios de los dioses, privilegiados de sabida historia con los dioses que bajan a vivir entre los día a día de un pueblo ensimismado y quejumbroso. Las quejas de unos. Las quejas de otros. Lo que dicen de los otros. Las mentiras que repiten. Las consignas. Los debates. Las maneras de entender la sagrada dualidad de dos polos opuestos. La verdadera gracia está en esta única distinción que nos separa del resto de las especies, y puede que del resto de las especies extraterrestres con las que sin duda tendremos nuestros más y nuestros menos. Pero sabiendo que nosotros ya nos aplacamos un poco de nuestro pasado bélicofálico para desarrollar otros atributos no tomados suficientemente en consideración con las miras que nos daba la vida hasta ese momento, antes de leer y entender a los insolentes que se dedican al pensamiento y la escritura, a la formulación de tesis y de crónicas que pueden narrarse como novelas, cuentos, escenas, clasesitas para que la gente se nos encarrile en el sistema que les ponemos a su disposición ante la posibilidad de una creación colectiva de una manera lo más alejada posible de lo que representa el estatus quo del sistema capitalista al que nos aproximaron todos nuestros sistemas educativos. ¿Todos? ¿Seguro? Y entonces aquí empiezan las historias nacionales. Lo que cada país cuenta de lo que es. Lo que sus misses luego intentan expresar frustrantemente.
México es un chiste cuando toca.
Toca ser el mundial del 86. Yo puedo su nuevo Maradona. Ese tipo con un futbolarte que se crea aquí, a esta altura, con esta gente, en el sur, con el Ajusco como testigo. Y NEWDF como reconquista. Renacer. Tras morir tantas veces. Aquí sabemos curarnos solas. De antaño. Aquí ya nuestros sabios se pasaban a veces con las señoras. Decían unas cosas bien acá. Estaban en conexión con los valles, los dioses alados con plumaje majestuoso, altos vuelos, envergaduras y bajadas en picado a hora punta para llegar justo a tiempo, y zas, prender la mecha que ilumina el espacio sagrado de una capital urbana que abraza a la tierra con su especie predilecta, por coqueta, insensata y buscona de la noche ideal. Esto es lo que la clase burguesa tradicional adolesce en su gauche divine. Su gracia es la que es. No nos vamos a engañar. Los insolentes, según en qué sitios, escasea. Pero hasta en los sitio menos pensados surgen joyas que proyectan su luz más allá de su reach.
Something went wrong. I mixed two languages. I am one of those. I also like to play a game. As I go to the groceries, the pharmacy, the coliseum, the castle, the consell de cent, the palau de la generalitat, the oficina de Diagonal con Balmes, Sabadell, to W, to Born, to Fabra i Coatch. I can excede my self sometimes. I have a problem with words. I just don’t stop. Some people suddenly say: «You are chatterbox».
I am. That how I said: I’m just going to write. So I did. I started to believe that I was me. That my mind needed to explain some kind of stories. But I like to study the path of those behind me. So I watch all the movies I could get something from. A special way to make your own. A tale to introduce some images you then see. Maybe two stories on top of each other. Just to get in Cannes. And take it. The bear I mean. The palm, sorry. I just a stonner. I am the Dude taking the other end. A mexican leaving the plaza without having killed the bull and cheered by the asistance to the greatest espectacle of life. La corrida novoespañola.
Son los jardines de senderos que se bifurcan. O las redes neuronales que se pueden ocupar con una única narrativa multiversal. Podríamos asistir a la ocupación global de nuestra red neuronal. Y en ese mismo instante conectar con el procomún, todas a la vez: ALLS.