For a long time I’ve known. I’ve just been practicing.
Now I’m ready to present. What I am. What I’ve written. Raw. As is. As comes out. Like a dog boner.
That joke makes half of the audience nauseaus. The other are cracking up. Getting a joke of not is not something idle. It’s very significant; in fact, the most significant of any matter. It breaks ups families. It’s the biggest threat to our holy sacred unity. Is nobody going to stop it. Shall we take arms? The concept of us being the violent hand. As we are meant to think that we can live with peace if and only if we listed to this new tune from tropical capital: Tico Commons.
We used to be Costa Rica. Not anymore. We let that go. For whatever good it gave us. It was the happiest nation on the planet. The first to leave the boat. I did, nine years ago. The funny thing, once you are down, aint nobody listening, but as a rise up, don’t forget from where I come, as I’ve been scratching the bottom of the floor in this multiversic capital of the world transformed into a plan started by Borges: the only latinamerican profet. El Rodríguez del sur. Que Rodríguez estuviera escribiendo esa poesía contra el establishment de lo que ya en su día era una mierda, abre los ojos y mira lo que le pasó al buen JFK. Cojones. Tuvo que venir un español, me cago en la ostia. Y juego la carta del español en el mundo, en concreto, esta vez, en New América. A great new new américan novel. The first of its kind. This is how you bond with the other. By fusing with the other like melting into the dark waters that Calasso meant these nine times. And some publishers friends of mine go and ask the master respectfully and the master lights up a holiest joint and thinks for a second, and after a while, comes up with his own quotes from the exact point when this point was being made, as someone who unveils. As if an italian boy from the north could walk his way to Greece to pay respect as one. We once were. We’ll always be. I’d like to play that character. I’d like to be me when I am a good fella. Just because we must first depict the chaos in the messi life we live here in this emergent capital of the multiversal new choice. The game. The app.
Beka, Berio. Dos hacktivistas con los que hemos estado hablando para hacer algo. Estamos testeando a los mejores programadores de la ciudad para ofrecerles una revolución. El real deal. La pinche mamada más notoria de la historia de la ciudad. Una reverenda mamada. Un mamada sagrada. Una mamada, punto. Una mamadita. Una mamacita. Una mamá. Una virgen. Guadalupe. Golman.
De una u otra manera ocurrió. Guadalupe, Golman. GG. La nueva maratón de la insolencia. Y el tiempo se desdobló. Dejamos de ser los maleables seres que llegamos a las fiestas y nos reunimos con la tradición, con la familia y con Dios: el niño Jesús. Ustedes saben quién traía los regalos a las chiquillas y a los chiquillos de todas las Costa Ricas vividas: el niñito Jesús. No Jesulín. Ni Jesusín. Ni Chusín. Ni Chus. Ni tío Chus. Jesús era Jesús. Y nadie le decía de ningún otra manera. Salvo sus colegas. Aquí en el mediterráneo siempre se ha gustado mucho poner apodos a las personas. Esa una especie de «coña». Ya sabes; «coña».
El español haciendo el gesto de las comillas en el aire. Berto. Broncano. Quien sea. Cualquier cómico vale. Una ley que podamos cumplir. Retos viables. Realizabilidad de las expectativas de nuestro sistema disruptivo.
La revolución no cuesta mucho. Yo las estudié todas. Y todas las religiones. Y estas nueve carreras. Y estas nueve manualidades. Y estos nueve deportes. Y estas nueve ciencias. Y estas nueve innovaciones. Y estas nueve piezas. Y estos nueve cuadros. Y estas nueve obras. Y estas nueve películas. Y estos nueve libros. Y estos nueve poemarios. Y estas nueve canciones. Y estos nueve relatos. Y estas nueve audiolibros. Y estos nueve podcasts. Y estos nueve posts. Y estos nueve días. Y estos nueve compadres. Y estas nueve musas. Y esta musa aquí, sublime, tan cerca, tanto dolor, y tanta lucha. Te amo. No es disculpa. Es amor de verdad. Todo aquí es tuyo. Si todos salimos con nuestra revolución soñada. Romper el status quo requiere la máxima de las rebeldías y la mejor de las comuniones entre los verdaderamente más enchilados meros meros.
¿Cuál es el debate nacional?
¿Cuál es el debate multiversal?
¿Cuál es el vicio local?
¿Dónde está la pinche trampa de mi pensamiento pequeñito?
Yo también soy el problema. Yo me traje hasta aquí; raptado. Me fue denegado el ser. Fui un no ser. Un ser ausente. Que flotó. Y aguantó. Junto al resto. Subsistimos. Acá. En la capital del mundo nuevo nuevo. El viejo era otro. Pero aquí, a nosotros nos quinquis nos juzgaron. Los que montamos las operaciones. Los que salimos en aquellos operativos a los narcopisos del Raval. Los que las cámaras muestran. Y la historia que recibirá su juicio. Y nuestro rol como ciudad y estado. Y tú, ciudadano. Ahí. En el macrojuicio de la historia. O el juicio de Patricia. Lo que quieras escoger qué ver. Las versiones de los profesionales. Los abusos de estos. Otra vez. Aquí también. ¿Qué otra cosa iban a hacer sino a controlar los mecanismos del inframundo? La violencia nos lleva a entronar ese pensamiento de que no podemos abandonar la violencia. Eso es un ejemplo vasco que todo el país lo recibió. Eso desbloqueó mentalmente a mucho más de media España. Liberados del terror, respiramos. Y fuimos al País Vasco. Y conocimos la fuente de todas las historias de nuestra cultura: Elizondo. El pueblo vasco del que provengo yo, mi estirpe y mi mestizaje improperio de la mezcla entre la noble y el contrabandista.
En un mundo feminista la historia se le habría otorgado a una mujer: el noble y la contrabandista.
La dualidad como metáfora nacional que intenta imitar a Kieslovski y falla de la mala manera al no tener profundidad, ni credibilidad, ni sentido contemporaneo justo para desperticiar nuestra tarde con las pavadas de un hipster soplapollas. Los directores modernos han perdido el rumbo. El autor de las críticas literarias más despiadadas era siempre el rock star del sector. En realidad todos nos conocíamos. Y de hace tiempo. Así que aquí nunca se ha engañado a nadie. Hasta ahora.
Y ahí lo dejo.
El típico intelectual que no se puede permitir la libertad de explorar la idea fuera de unidad de España.
Ahí fueron a parar unos cuantos seres interesantes para poner frente al espejo de la tiranía del encuadre. El tiempo se desdobló. Y yo me fundí en un suspiro: ¿seré director con la única ayuda de un libro de cine del maestro Einseinstein? Y lo conseguí. De alguna manera me armé de valor. Ya era mi momento. Siempre supe que escribir era realmente lo que llevaba a la historia hasta la pantalla. El cine es la escritura de este guión. El guión. El que te explica la puesta en escena. Los conceptos básicos para entender a los personajes. Los que se cruzan entre la mezcla de planes y carreteras. La pasta no le teníamos. Ni la ayuda. Ni nada. Nos vimos con otras personas. Autónomos. En busca de la conexión final. Y de pronto contactamos con el mundo de las empresas. Los profesionales que montaron sus servicios y el mercado les respondió. El juego de los que montan algo. Y triunfan. El respeto de quien tiene una operación. El respecto de quien mueve algo. El respeto de quien tiene una empresa. El respeto de quién tiene un don. El respeto de quien tiene una virtud. El respeto de quién tiene una sabiduría. El respeto de quien tiene un arte. El respecto de quién tiene duende. El respeto de quien tiene son. El respeto de quién tiene cumbia. El respeto d equien tiene reaggaton. La vara es el respeto. Respetá, hijuelagranputa.
El tico es muy malhablado, vieras.
Mae, yo aquí vine a regar el maíz, pero a los ojos.
Y vieras que enchilada se daban.
Siatonto.
Vieras qué cagaaerrisa.
El ticatalán rie en grupo. Todos juntos. Contra uno. Gracias a uno. Esa dualidad entre la culpa y la virtud. La composición de una manera de pensar y su contraria. El peso de la dualidad desplegada. La cosa que no somos. Pero nos fusionamos como estrellas. Esas gigantes que van juntas. Como si tal potencia fuera habitable. Nada más tenemos que ir de la dimensión de nuestro pequeñísimo sol hasta el límite superior de los soles super cabrones, y de ahí volver a nuestra escala natural: la Tierra. Y de ahí bajamos, y nos encontramos a nosotros mismos, caminando por la calle, con la absoluta libertad y certeza de que todo estaba bien, que no me pasaría nada, porque la ilusión de vivir nadie me la quita, por todo el miedo que tengamos, o que nos quieran inculcar. ¿Qué tanta manipulación toma para que tengas el temor máximo? ¿Quién me apunta con una pistola? ¿En qué juego nos hemos metido? ¿Cuál es el desenlace de la estrategia para truncar la revuelta? Como si fuera Dessalines.
Desconecté por un momento. Como entrando a un sueño. Proclamé algo nuevo. La historia de las revueltas de nuestras antiguas colonias. Una obra en la que en la puesta en escena en mi barrio, recorro a la corriente local que me permite introducir todos los eleemntos de la puesta en escena de la opera moderna de la Revolución de Haití. Con Valls y Diduane en placos opuestos del Liceu. Como el Liceo. El Liceo de Escazú. Donde mi madre fue maestra. La revuelta del Liceo. Esa es mi historia. Y hasta ahora me di cuenta de que se trataba de una historia entre mi madre y su escuela pública en la montaña. Porque asistió a ella cada día, durante dos fases de su vida: con trabajo y sin trabajo. Como yo.
Yo soy la mezcla copleta de mi madre más mi padre. La dualidad. No va a venir uno de Pakistán del Este a explicarnos cómo organizarnos aquí nuestros dineritos para los microcréditos. Changarros. Por favor. Dinero, ¿para qué? Negocio. Aquí manda el negocio. Escuela de negocios. Esa es otra ópera. Más aparentemente moderna, noble y oscura. Al final, la tradición ons llevaba a compartir mesa con tremendas contradicciónes que al día de hoy nos cazan. Nuestras hermanas mayores. Con su actitud habitual.
La vida es eso. Siempre. Ahora. Como si pudiéramos crecer con la familia. Y amarnos. Siempre. Sin pausa. Eso fue quizás lo que le faltó a Jesús. La intermitencia. El dejar un poco del antiguo sistema en pie. La creencia que desechamos. La narrativa de lo inexistente. Lo contrario justo. Por hacer una vara radicalmente opuesta. Como ir en contrasentido por el periférico haciendo carreritas en el coche deportivo de mi papá. ¿Quién pensabas que era el más locochón en las épocas locas de tu papá? Pos tu papá, mija. Quién iba a ser. Ay, hija. No escuchas mis historias. Te aburro. Me pides siempre que te de otra cosa. Como un abuelo pesado que se convierte en filósofo para ser abuelo. Y lo sabía porque era un hombre grande ya desde entonces. Un hombre viejo. Y eso en su juventud llamó mucho la atención. Y su tendencia a la contradicción. Y la ruptura de las barreras.
Escribir escribo porque sueño. Y quiero soñar más alto y más bonito que El Principito. Sólo por superar a un vecino francés que quiso volar. O quizás voló. A otro planeta. Con otro animal. Y símbolos. Y elefantes dentro del sombrero. Y serpientes con hambre. Y hombres que saben ver las cosas como son. Y otros que no. Y la rosa. Y la belleza. Y la contradicción de nuestro continuo pase entre la comedia y la tragedia. Como si viniera a España y los convenciera de que lo que realmente necesitamos es la Nueva España. Pero esta vez recalchutada. Preparada para ser Xixca en Roland Garros. El poder de la española del depotista local con talento mundial. Las familias humildes de los que subieron a la cima, y movieron a sus padres a la escalera final, o los que ya venidos de medio arriba, escalaron con soltura por el rol social de ser alguien en el club: ya sea desde la cancha o con los amigotes de papá. Como si la mujer contara. En el estadio. Gritando. Improperios surrealistas. Que hacen reír a toda una sección superior esquinera del Camp Nou. La señora detrás de los asientos de Quique, reconocidos también por el par de gemelos sagrados de los antiguos videos de los tiempos épicos del FC Barcelona. La época de Armando Gallo y Pep Guardiola.
Las cámaras de seguridad han detectado que en el pasado cometiste un pecado capital. Y ahora justo lo hemos encontrado para desvelarlo en público. Eres un maldito drogata, cojones. Nos engañaste a todos con tu historia de ángeles gorditos que sabían sus límites y tenían el desparpajo de seguir ligando después de vencer a los cretinos que se pasan de listos en la disco. El poder del pendejo que se cree con voluntad de romperse la madre con otro cretino que tiene la voluntad de romperse la madre. Como esta mañana cuando se despertaron los dos. Otra vez. Porque así fueron llevados hasta su punto macho violento. Esa vida. Esa cruz. Como si hubiera otra que me permitiera su juicio mestizo escoger. ¿A quién queremos ridiculizar hoy, México? No somos capaces de parar. La pirámide nos falta. Nos dejó velados. Bajo una ciudad. Nuestra condena. También nosotros la destruimos. También nosotros nos cargamos en su momento su ecosistema. No seremos nostros los que le enseñemos al mundo cómo ser más sostenibles. En cambio sí les podremos explicar cómo se superpusieron las pantallas de la saturación del tiempo y el espacio en el ejercicio urbano de la capitalidad megalópolis de todo el continente nuevo: New América. El new por los pinches blancos. Y América por la dualidad entre los pueblos originarios de norte a sur, y nuestros tripulantes españoles. Nadie habló de los italianos. Como si no fueran nuestros vecinos. Como si no fuéramos franceses. Las preguntas retóricas que se levantan en un momento álgido de contemplación literaria de otro chiste más para decorar el final de un párrafo sin sentido ni poética.
Pollas. Lamidas. Erotizadas. Serpientes. Penetrantes. Lengua bífida. Es una máscara. Lengua bífida. El clítoris se altera. No se asocian como debieran. Algo no va bien. Lo sublime se mezcla sin fricción. Nos gustó cómo nos recibieron. Nos gustó cómo se lo curraron. Nos gustó la atención que nos brindaron. Y quién pudo cubrir la expectativa del tiempo que pedimos. Y la respuesta que nos dieron. ¿Qué hizo infalible su respuesta? Su presentación. Lo que dijeron. Lo que hicieron por crear el ambiente. Naturalmente. Una cosa es lo que queremos ser. Con quien queremos serlo. La otra es cómo entender la vida desde esa otra visión: la de los Ismas.
Nueve Ismas:
- Christian.
- Isma.
- Oriol Badía.
- Albert Roset.
- Eduard Reumatologo del Parc Taulí.
- Antoni Bassas.
- Josep Maria Pou.
- Jordi Grau.
- Albert Marinho.
Con nueve Ismas voy a la guerra. Tenemos esa clave. Somos los que entendemos la excelencia al trabajar. El bien vivir. Bien. Pero el saber estar en las circunstancias del trabajo codo a codo. Pencar. Lo otro bien. Atención. Creo que el otro es más listo. Y la tecnología. Otro acto de fe. Adaptarnos a la dualidad. Optar por la unicidad. La multiversalidad está en el código abierto. Y el efecto de implantar lo que aquí se puede hacer. De tecnolgía sabemos lo que movemos. En el underground ya nos conocen. Vamos a salir al mainstream. Aquí abajo ya cumplimos. Vinimos a vivir en las barracas. Por no nos dio vergüenza ser quinqui. Sino que nos asociamos a ellos. Y creamos una revuelta en el Liceu. La transformación definitiva. Estrenar en el Liceu. Fora de temporada, es clar. Quant t’el deixaven per dos duros.
Aixó no existeix. Es tracta tant sols d’un somni. Un vel que veu el public tota la funció finalment s’aixeca. I ho treus tu. No una musa. No una dona que representaba la república amb un pit a l’aire. No una verge Maria i totes les seves cosines que van donar multiples noms a la mateixa persona histórica i glorificada per l’art performatiu del seu fill. Com si fer un performance sempre ha d’esser la idea.
Interpélame ésta.
¡Cómeme los huevos, Maldini!
En el movil iba tó con mayúsculas. Tó grosero. Tó gritando.
La literatura para los quinquis debía ser cercana a la experiencia lejana de la repugnancia de haber sido los capataces de esta mierda. Tranquilos. Estás libre de culpas. Y los némesis… también. Es un dos por uno. Hoy cuela. Mañana no se. Así que ven. Entra. Vamos.